Entraron a la unidad de cuidados intensivos y les permitieron cargar a Thomas. Lloraron, se enojaron con Dios. Era demasiado pequeño, el mundo perdía el chance de conocer a un ser humano extraordinario.
Sebastián llegó al rancho cuando eran casi las dos de la tarde. Juliana le esperaba viéndose ansiosa. Desde que había salido del hospital siempre sufría de ansiedad. Sin embargo ese día estaba distinta.
Ni que decir de que cuando al verlo se le tiró a los brazos. Lo que lo puso furioso fue verle el labio partido y el ojo morado.
— ¿Qué pasó, bonita? ¿Quién te golpeó?
—Mi padre ha
Christos estaba furioso, habían sido descuidados. Por suerte el imbécil tenía mala puntería. Miró la cara de culpabilidad en Mika. Y si había algo que lo cabreaba era que otros se culparan por lo que un jodido loco hacía.—Ana quiere que se marchen.— ¿Marcharnos? No nos vamos y punto. Sé que fue herida, iré a verla.—Ya me encargué de ello, me preocupa más la parte emocional.—Podríamos sacarla por aire pero ese imbécil desaparecería. Los drones lo muestran solo junto a un jeep. Es tan estúpido que se ha lanzado en esto solo.
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