Prólogo
Hace muchos años....
Susan está acostumbrada a sorprenderse bastante por las vueltas que da la vida.
A fin de cuentas, la vida misma, había sabido maltratarla de las peores maneras posibles
Si bien no pasó su adolescencia superando la pérdida de su primer amor y una infidelidad a destiempo, Susan sabía verdaderamente lo que era perder a quien con tanto amor le habías entregado el corazón.
Durante años imaginó todas las posibilidades en las que el amor de toda su infancia y adolescencia, le pedía perdón y le explicaba que las cosas habían sucedido de una manera alocada, pero que aún así después de tantos años seguía amándola como la primera vez.
Vaya mierda, pensó ella.
Nunca le había gustado sentirse la más débil de su casa, su hermana Lissa, siempre se ha caracterizado por recalcar y tirarle a la cara las malas decisiones que había tomado: comenzando por haberse enamorado de su vecino Mattew Blake.
Susan conoció a Mattew cuando ambos estaban en el jardín de niños, nunca la prestó atención a este niño con el pelo revuelto oscuro como la noche y esos ojos azules tan intensos. Lo pasó por alto hasta muchos años después. Ahí fue cuando comenzaron a destaparse sus hormonas y fue entonces cuando se volvieron locas en una fiesta de cumpleaños. Allí se fijó nuevamente Mattew, él había cambiado había crecido, estaba más alto y fuerte, su cabello peinado hacia atrás, sus cejas tupidas y sus labios tan finos y a la vez tan jugosos de tono rosado, sus mejillas se tiñeron de rojo solamente al verlo.
Matthew definitivamente había cambiado y para bien, para mucho mejor. Todas las chicas se abalanzaron sobre el, buscaban la forma de sacarle conversación. Susan veía todo el movimiento a distancia, pero no se atrevía a ser una más del montón. Sus pies parecían tener vida propia y estar 100% de acuerdo con esa decisión así que se quedaron clavados al piso, aún cuando notó que él, entre tanta gente sólo tenía ojos para ella.
Se dio cuenta, ahí mismo supo que, estaría perdida e irremediablemente enamorada de Mattew Blake para toda la vida.
—Hola, Susan— es que hasta su nombre era un pecado en boca de ese hombre.
—Hola Mattew. ¿Como estás? — Ella traía puesta una falda Jean por encima de las rodillas con un top negro y tu cabello rizado suelto castaño oscuro le caía sobre la espalda.
Los ojos de Susan eran color Café, un color atractivo y singular en su familia: su hermana Lisa tenía los ojos Marrones y sus padres color miel oscuro, ella era la única que había sacado esa tonalidad. Sus cejas eran más finas de lo que le hubiese gustado tener, por eso, se las pintaba desde que tuvo conocimiento de cómo usar un delineador. Para cejas su hermana mayor, Lissa, siempre decía que estaba haciendo demasiado drástica y melodramática.
— No se ven tan mal — le decía siempre.
— Precisamente ese tan es lo que me molesta. —Le gritaba ella, mientras le cerraba la puerta en la cara.
De las dos hermanas de la familia Duncan Susana sin lugar a duda era la de temperamento más complicado, se dejaba llevar por sus impulsos: Cuando quería algo, buscaba todas las maneras para conseguirlo, Igual cuando se enamoró por primera vez, se lanzó de lleno sin pensar ni dudar.
Susana era de esas personas que daban por sentado, que así como ellos se entregaban por completo, así mismo los demás los amaría y darían todo para estar con ellos. A partir de ahí empezaron sus fallas sobre la vida en general, ese no era el concepto que todos tenían y ella tuvo que aprenderlo de la manera más difícil: perdiendo a quién amaba.
Se repasó mentalmente sin que nadie se percatara de su inseguridad y su incertidumbre al tenerlo de frente. Por primera vez un chico le prestaba atención, justamente El chico del que todas las jóvenes hablaban, incluso su mejor amiga Melisa. Todas comentaban lo mismo: el chico Blake se puso buenorro, está para comérselo.
Él le Sonrió, con una sonrisa tan segura y franca, que ella sintió que su corazón se frenaba en su pecho y su pulso se veía a simple vista en sus muñecas y su cuello.
El casi la hacía babear. Sus neuronas estaban en corto circuito.
Arrinconandose y gritando:¡El chico Blake nos está sonriendo!
—¿Quieres ir a tomar algo? - él no se anduvo por las ramas.
Desde ese momento ella dijo a todo que sí.
Se había enamorado de su seguridad y de la confianza que le brindaban sus ojos, había caído presa de sus sentimientos.
Un error que años después se prometió a sí misma jamás volver a cometer. No volvería a confiar en ningún hombre que viniera pintandole pajaritos en el aire y prometiéndole villas y castillos.
Capítulo I: De vuelta a MeadvilleDe vuelta a MeadvilleSusan tenía quince días que había regresado a su pueblo natal, el pueblo que la vio crecer, había vuelto con el corazón en la mano después de que su matrimonio fuera un fracaso.Sus padres no tenían ni idea de lo que ella había estado pasando con su marido Malcom en Italia. Al terminar la universidad Susan se había mudado de Meadville, con la Absurda idea de poder superar todo el dolor ocasionado por Mattew.Torpemente había caído en los brazos de Malcolm, un italiano que le llevaba 20 años de edad, con muchos conocimientos y vivencias. Cayó en sus redes, en su manera de tratarla Y su educación, la seguridad con la que le hablaba y le decía que la amaba, hasta el punto de que al año de conocerlo contrajo matrimonio y dio a luz un año después a un hijo único heredero de la familia Prestige.Automáticamente se dio cuenta de cómo era las cosas su estatus de ser la esposa de Malcom pa
Capítulo 2: No lo recuerdaSusan se lo pensó dos veces antes de tirarse y encarar a Mattew, habían pasado tantas cosas entre ellos, tantos años de por medio, y sentía la misma rabia y el odio por él, que sintió cuando se enteró de lo que le había hecho. Miró hacia el frente, el parqueo estaba desolado, no había nadie que pudiera testificar contra un asesinato.Se río por la idea tonta que se le había ocurrido. Ella nunca sería capaz de hacerle daño a nadie, ni siquiera cuando ese nadie se merecía el peor de los tratos.—Sus..—Te escuché —Lo interrumpió ella girándose.¿Cómo es que él podía verse aún mejor con los años? Pensó Susan, mientras observaba a Mattew.Sus ojos azules la miraban con tantas emociones que ella no lograba identificar por completo.—Yo..—¿Cómo estás Matt? — le preguntó ella. No iba a dejar que el manejara la situación.Esos años habían pasado, ya no era la niña tonta que andaba detrá
Capítulo 3: Pasado estáSusan no estaba acostumbrada a salir corriendo de sus batallas, ella siempre las libraba incluso cuando no tenía la fuerza suficiente para aguantar lo que viniera después de.Enfrascada en una discusión consigo misma, Susan se preguntaba cada segundo, si había tomado la decisión correcta en lo que a Matthew correspondía.Llegó a su casa y sacó las bolsas del supermercado del baúl, procurando no hacer mucho ruido, su hijo estaba durmiendo y él se ponía un poco sentimental cuando lo despertaban.William, se podría decir que, era un niño con necesidades distintas a las demás niños de su edad. Con ocho años ya había tenido que ir a más psicólogos de los que cualquier madre habría asistido.El maltrato que ambos sufrieron a manos de Malcolm, marcó a su hijo de una forma que posiblemente fuese permanente. Ella misma se torturaba con las ideas de culpa, de que había aguantado por demasiado tiempo los maltra
Capítulo 4: RotaEsa tarde Susan hizo de todo, desde pasteles rellenos, donas, croissant y hasta bollos con glaseado.No se relajó.No soltó la presión en el pecho que la torturaba desde que vio a Mattew esa mañana.Era como volver al pasado.Sin escapatoria, había caído otra vez en el círculo vicioso, no podía sacar a Mattew Blake de su mente.¿Como es que verlo podía suponer tanto?No por el dolor, no por la infidelidad de él, no por el despeecio, sino por la necesidad de abrazarlo y sentirse segura con el.Eso era lo que ella extrañaba más de estar cerca de Matt.¡Oh su Mattew!Claro que no era de ella, se dijo furiosa.Se duchó sin prisa, se amarró el cabello en una coleta en el centro de la cabeza y se puso un poco de carmín en los labios. Ella no solía usar mucho maquillaje nunca. No era de esas, nunca lo había sido y no comenzaría ya con treinta y tres años.— Así que no que no ibas a verlo — su hemena la
Capítulo 5: Pasado y PresenteSusan bajó las escaleras sintiendo que sus pies querían manejarse por cuenta propia. Su cabeza no paraba de pensar en las palabras de su hermana menor. ¿En qué momento ella había pasado a ser la que le daba consejos sobre el amor?Si bien sabía que su vida era un asco por completo, de no ser por el único detalle de su hermoso hijo, lo único bueno que había sacado de su relación con Malcom, de no ser por ese pequeño detalle, diría que su vida era un fracaso por completo.— Mamá, puedes echarle el ojo a William, saldré un momento. — le dijo a su madre, acercándose y mirando la calle frente a casa de sus padres.Estaba ansiosa. Nerviosa hasta más no poder.Su cerebro lo conjugó de diez mil maneras posibles, debía hacerlo, debía de tener la fuerza suficiente como para escucharlo, y no podía hacerlo su casa, donde habían tres pares de ojos pendientes a la conversación que ella podía tener con Mattew.Por
Capítulo 6: Preguntas sin respuestas—¿Qué estás diciendo Mattew? ¡Acaso te volviste loco! — le gritó Susan levantándose del mueble.Pero la loca allí era ella. Ella que se estaba atreviendo a considerar las palabras de Matt.Ella que se ponia a pensar en lo que pudiera salir mal de esto.Ella era quien estaba loca de atar.—Solo digo...—No. —lo interrumpió ella —No dices. Ya no puedes decir. No tienes nads qje decir con respecto a eso. No volveremos a estar juntos. No otra vez. Lo siento.Matt se quedó en silencio un momento, Susan lo observaba pestañear y pasarse las manos por los cabellos, estaba nervioso. Ambos sabían que él había cometido una estupidez al mencionarlo, que era estúpido lo que él estaba considerando; Pero de igual manera, ambos sabían que cuando a Mattew se le metía algo en la cabeza, le era imposible no expresarlo.El siempre había sido así, po
Capítulo 7: CorrerSusan se separó de los brazos de Mattew como si le quemaran, no podía dejarse caer en la tentación otra vez. Se recriminó mentalmente como una maestra corrigiendo a una estudiante que había fallado terriblemente en una práctica.Era una tonta incrédula que se había dejado llevar por la circunstancia y la cercanía.Era ese efecto que Matt había tenido en ella desde siempre.— Lo siento Mat, debo irme. —Ella salió despavorida de la casa.—¡Espera! — Susan intentó obviar el hecho de que él la perseguia.No podía creerse el hecho de que había caído otra vez, y sin Mattew siquiera proponérselo.O quizá si se lo había propuesto, tal vez todo esto no era culpa de ella, sino de un plan maquiavélico.Ahora deliraba, se dijo molesta.Era mejor echarle la culpa a otro que aceptar, que ella había sido una idiota al acercarse otra vez.Era débil con Mattew Blake, aún pasados tantos
Capítulo 8:Todo Iba tan bienMattewLa besó con todo el amor que él había sentido durante todos esos años que estuvieron separados, la besó con el deseo de no haberlo hecho durante tanto tiempo, y como si jamás pudiera volver a hacerlo, ella era dueña de su corazón, siempre lo había sido y siempre lo sería. Era cálida y dulce, un sabor que con los años casi tenía olvidado.En un instante ella se había quedado tiesa, inmóvil, sus labios no habían correspondido al beso que ambos quería, él lo sabía, lo sentía así en su alma. Pero poco a poco ella soltó ese miedo que él sabía la consumía y retenía, su chica no era así, y eso era ella para él, la mujer con la que había hecho locuras que con nadie hubiera podido imaginar.Fue como un incendio y no forestal, que se provocaron el uno al otro, la adoró con los labios sin prisa, amándola, deseando que ella sintiera con ese beso lo mismo que él.La alzó en brazos y la continuó b