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¿Viniste en un crucero?

Y claro esto hacía su corazón latir con más fuerza y más al conocer a Nalexa; una joven centroamericana, dulce de palabras y gestos amigables. Al caer el sol, cada tarde bajo el puente, y al murmullo de las olas que el viento sopla sobre el agua que discurre pronta a perderse en la inmensa oscuridad: ‘Bierny la recordaba, como si fuera ayer…’

Era una mañana de sol, estaba muy ajetreado atendiendo a la clientela del vecindario, de pronto ella entró y pareció oscurecer el local con el resplandor de su figura al pasar la puerta. Amablemente pidió atención, Bierny admirado por el brillo de sus ojos: ‘caminaba danzando al sonido de sus palabras’.

(Continua…)

(…sigue)

—Hola, Buen día, ¡Qué se le ofrece…!

—¿Qué la trae por aquí?

—¡No es de este lugar?

—¿Viene en son de turismo al puerto de Chimbote?

—Verás, necesito un plano de la ciudad y un refresco para llevar; también un snack que sea sin picante ¿Me los traerías por favor?

—Y no soy de por aquí; estoy de intercambio universitario por un semestre. Y de aprobarse mi solicitud, me quedaré por toda la carrera de Ingeniería Medio Ambiental. Mi tesis la haré en base a las necesidades de la Bahía de Chimbote.

—Un momento, le traigo su pedido… (al rato)

—Tomé, espero sea de su agrado lo que le brindamos, pague por favor el importe en caja. ¿Papá, favor de atender a la señorita…?

— Nalexa, es mi nombre…

—¿Y el tuyo es?

—Soy Bierny, este es un negocio familiar, yo aprendo en la universidad de la vida. (sonríen ambos)

—Ja. Ja. Ja. Entiendo… ¿Me ayudas con la bolsa?

—Olvidaba, dos lapiceros de punta fina, que sean rojo y azul.

—Yo mismo los traeré. Momento.

—Aquí están.

—¿Y cuánto es, por ellos?

—¡Nada! —Dijo, Bierny_. Es una cortesía para estudiantes universitarias, ¿Verdad papá? Sino gasta en tu hijo. Tu hijo, brindará apoyo a ilustres estudiantes y a las más bonitas, por cierto: ¿Cómo tu?

—¿Qué galán? Pero no puedo aceptarlo.

—Perdone, jovencita, mi hijo siempre es muy atento con los estudiantes.

—Tómelo como un aprecio por su visita y vuelva cuando guste.

—Aceptado ¡Gracias!

—Y usted señorita, vive por aquí.

—¡Claro!, estoy en la residencia universitaria a pocas cuadras de aquí.

—Será —Dijo, Nalexa—. Que puedo solo llamar para que me lleven la mercadería para cocinar de vez en cuando, pues veo que tienen: ¡Delivery!

—Por supuesto. Bierny. Tómate el resto de la mañana para acompañar a la señorita, ¿cómo dijo que se llamaba? ¿Nalexa?

—Sí. Ese es mi nombre.

—Entonces, con el permiso de mi Señor Padre, puedo acompañarte, Nalexa ¡Nos vamos!

—Hasta luego.

—Regrese pronto…

—Lo haré.

Caminaron, con rumbo a la estancia de los alumnos de la universidad. Primero en mutuo silencio, como que cada uno pensaba en que decir a continuación de todo lo anterior; eran dos jóvenes analistas de sus realidades, y desde esa primera caminata no querían fallarse sino comprometerse más…

Y como siempre, ella tomó la iniciativa de abrir el diálogo y lo rompió con una propuesta inesperada…

—Bierny ¿Ese es tu nombre?

—Sí, —dijo tímidamente: Bierny.

—¿Qué pasó en la tienda me galanteabas y ahora se comió un loro la lengua?

—No es eso, —dijo, Bierny—, sino que, no quiero ser inoportuno contigo, soy un hombre de objetivos y debo cumplirlos.

—Me gusta que lo digas, así, Bierny, —dijo Nalexa.

—Entonces te parece si cambiamos de rumbo. Me gustaría conocer la playa frente al Malecón Graú ¿Me llevas?

—No se diga más.

—Quieres ir en un taxi, colectivo o caminando…

—¿¡Ah!? ¿Cómo te parece que debemos ir? ¡Hombre de objetivos!

—Bueno: Cómo tengo el día libre o la mañana… iremos caminando. De paso te cuento la historia de esta ciudad y vos me cuentas la de tu ciudad.

—Trato hecho, caminemos…

—Supongo que has viajado en avión, desde tu país, o ¿Viniste en barco o en un hermoso crucero…?

—¿Qué adivinas tú?

—Umm. Yo viajaría (mirándola de pies a cabeza) con esa personalidad ejecutiva, en avión.

—No, acertaste.

—¿Viniste en un crucero?

—Sí. Mi padre es marino mercante y capitán de un crucero. El me dejó aquí y regresó a su labor de recorrer el mundo. Sólo puede regresar cada cierto año. Así que voy a necesitar hacer amistades lo más pronto. No me gusta andar sola, menos en una ciudad desconocida

—¿Querrías, Bierny ser mi amigo?

—¡Encantado! Princesa: Nalexa, un honor servirle de guía en tierra.

Al llegar al Malecón Graú, el panorama turístico había cambiado radicalmente, la gente se acercaba, pero no como antes… Para aspirar la brisa marina y cerrar los ojos para sentir volar cual una gaviota o pensar en ser un pez, con alas y surcar las aguas, sobre las crestas de las olas hacer piruetas, hasta llegar a la Isla Blanca y reposar en sus palmeras, picar uno que otro coco… y reemprender el vuelo hasta posar en el mástil más alto de una embarcación pesquera que vuelve de altamar, trayendo su suculenta pesca, luego de ser un marinero en tierra en busca de amores buenos, gentiles y sin compromiso como en cada puerto, como en todos los mares. —decía Bierny mentalmente, frente a la Bahía de Chimbote.

—¡Hey! Bierny, —jaloneó Nalexa a Bierny, despertándolo de sus lívidos sueños de grandeza—: ¡Despierta!

—¡Ah! Es el mar…

—¿Cómo va a ser el mar?

—Eres tú el que se extravía ¿Quién sabe en qué pensamientos mundanos?

—¡Disculparme!

—La próxima vez te jaló los cachetes o te doy un zurrón, me avergüenzas.

—¿En serio?

—¿Qué va?, tonto, disfruté mirarte así extasiado, como si el mundo no importara para ti…

—Ya quisiera perderme así ¿¡Sin miedo al mañana!? ¿O al qué dirán?

—Si gustas te enseño…

—¿Puedes? ¿Haber?

—Ven, acércate.

—¿Aquí?

—Más cerca, colócate en mi delante.

—Extiende tus brazos…

—Ahora te sujetaré de la cintura.

—Bien.

—Cierra los ojos.

—Listo, ojo izquierdo cerrado…

—Dije: ambos ojos.

—¿¡¡Ya!?

—Ahora inspira aire mientras que cuente hasta diez.

—…as hash (1) …as hash (10)

—Relájate, imagina que eres una mariposa…

—No puedo…

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