CHARLOTTE
Estaba preocupándome cada día más por Sofía. Cuando salimos de la casa del alfa Drake y cuando llegamos a la nuestra, la dejamos en su habitación. Al siguiente día, ella había cerrado con seguro la puerta. Ya llevaba más de una semana sin salir de su recámara. Dominick decidió suspender algunos problemas que debía resolver fuera de Red Moon porque estaba preocupado por ella al igual que yo. Intenté varias veces convencerla. Le dije que abriera la puerta, pero nunca recibí respuesta, así que mi mate me pidió que le diera su espacio, pues debíamos comprenderla. No quería invadir su privacidad, pero me preocupaba que se encerrara tantos días. Decidí que, si no salía en tres días más, abriría la puerta sin que nadie me lo impidiera.
—Luna, afuera está el alfa Drake de Star Moon y su familia. También están sus padres —informó Rita, la mujer que había abandonado a Sofí en los bosques.
Ella nos trataba con respeto a Dominick y a mí, pero a v
Tres días después de la visita de mis padres y del alfa Drake junto a su familia, Sofía empezó a salir y a relacionarse con todos de nuevo. No sabía lo que Dominick le dijo, pero funcionó, ya que ella estaba con nosotros otra vez y seguía siendo la misma de siempre. Sin embargo, mientras pasaban los días, la situación en las manadas era más extraña; desde hacía tres días un lobo del tamaño de un alfa merodeaba en nuestros bosques. «Lo más probable es que sea Frederick», le dije a Dominick en su momento. Lo dejamos pasar por alto porque lo más seguro era que venía a ver a Sofía, aunque fuera de lejos. ¿Por qué pensaba eso? Bueno, precisamente ayer, mientras estaba en la alcoba de nuestra habitación, vi a Frederick oculto entre los árboles; miraba hacia la habitación de Sofía. Aunque él no lo admitiría, por dentro la quería. Su conexión lo hacía quererla y verla. Por eso le pedí a Dominick que no hiciera nada. —¿Puedo pasar? —Toqué la puer
DOMINICK Mi luna vino corriendo hacia mí, me entregó una carta y me dijo que Sofía la había dejado para nosotros. La tomé y la leí. Mientras lo hacía, sentí que algo dentro de mí se hizo pedazos al saber por qué se interpuso entre el vampiro y yo. ¿Por qué no tuvo la confianza de decírmelo? Ella me prometió que jamás me volvería a ocultar algo, y lo volvió a hacer. Le pregunté a Charlie dónde la había encontrado y me comentó que estaba en su armario. Asimismo, me mostró una foto que venía dentro del sobre. Todo, absolutamente todo, lo sabía, sin imaginar que su destino habría sido cambiado por la misma diosa. Charlie estaba aún más deprimida que antes al saber que por nuestro futuro ella abandonó el suyo. —Debemos tomar su decisión para bien, Charlie. —¡Es que no puedo, Dominick! Ella abandonó su propia felicidad para que nosotros tuviéramos la nuestra. Por más que me doliera, teníamos que aceptar que ella ya no estaba. Aunq
—¿Estás segura de llamarle? —Claro que sí. Además. sea lo que sea, es mi hermano. Aunque no nos conocimos en buenos términos, no me siento bien al verlo sufrir. Charlie había pasado sus tres meses en su forma lobuna, así que anoche volvió a la normalidad esperando los dolores. En todo ese tiempo siempre salía a cazar para alimentar a nuestros hijos. Meses antes, habló con su verdadera familia, ya que deseaba saber lo que en verdad sucedió con ella en el pasado. Jazmín y su verdadera madre, Mirian, la visitaban con frecuencia. Esperaban con ansias la llegada de nuestros hijos. El único que nunca volvimos a ver desde ese día fue a Frederick. Su madre decía que siempre estaba en el cementerio, incluso se quedaba dormido sobre la tumba de Sofía. Era algo muy… extraño. Charlie no tenía palabras para lo que Evelyn le había dicho sobre su hermano. Era muy triste su destino al haberle arrebatado a la única persona que lo amaría hasta la muerte. No quería ni i
Ángel, Astrid y Zoat son los nombres de mis tres pequeños hijos, que hoy cumplían un año de vida. Todos estuvieron de acuerdos en hacer una pequeña fiesta para presentarlos frente a todos. Esta noche todos esperaban con ansias por nosotros afuera. Las niñas corrían de un lado a otro y no dejaban que nadie las cambiara. —¡Papi! —gritaron al verme. Me coloqué de cuclillas para cargarlas en mis brazos. —¿Por qué aún no estánlistas? —Besé sus frentes. —Quelemos que mami nos cambie —respondieron al unísono. Me sorprendía su manera de crecer. Su metabolismo era inaudito y su manera de aprender también. Ellas hablaban como unos niños de cinco años. La que me traía viejos recuerdos era Zoat. Era tan parecida a Sofía. —Mamá se está cambiando, así que dejen que Maritza haga su trabajo. —Está bien. —De mala gana, permitieron que Maritza las preparara para la fiesta. Ángel estaba muy tranquilo mirando hacia fuera; veía