MEGAN
(Noche del ciclo lunar)
Toda la manada de Montigraus se encontraba reunida al completo para empezar la ceremonia mensual del ciclo lunar, esa festividad tan y tan importante a la par que ancestral. Como siempre, Donovan se hallaba estoicamente en el centro mientras Nina, en su forma de loba, estaba a su derecha y Noah a su izquierda, tal como marcaba la tradición.
Megan no sabía muy bien por qué, pero siempre que Donovan tenía que dar el discurso que todos los alfas dispensaban a la manada en esas noches tan especiales de luna llena, se veía absolutamente increíble y poderoso, como si estar frente a ellos, despertara en él la necesidad de demostrar su lado reinante y guardián. Aunque no había nadie e
DONOVAN (Unos meses más tarde) El ruido de la llave abriendo la puerta alerta al alfa de la llegada de su única a casa después de terminar la jornada. Su maravillosa y particular esencia llega a su nariz y sonríe porque el sólo hecho de oler su delicioso aroma, hacía que sus nervios se apaciguaran automáticamente y una paz innombrable le inundara. “¡Lobita ya estar en casa!”, exclama el lobo revolviéndose por dentro ya que hacía largos minutos que aguardaba por su llegada. —¡Oh! —exclama Megan con asombro nada más cruzar la puerta—. ¿¡Don!?¿¡Ya estás aquí!? —pregunta con alegría y en voz alta mientras camina hacia la cocina deprisa y se asoma con una enorme sonrisa en los labios. —Buenas noches, Meggy. Así es, hemos terminado antes de le previsto —explica el alfa de Montigraus en una cálida sonrisa. Donovan llevaba cuatro noches fuera de casa por un asunto del trabajo y no la había visto desde entonces. Aunque en realidad, había contad
DONOVAN —Tengo una petición especial para usted en honor a mi cumpleaños… —expone Megan alzando la barbilla y soltando todos sus encantos. —No esperaba menos, Amara, ¿y qué es? —inquiere el alfa con curiosidad y complacido. —Voy a buscarlo, espera un momento —le pide mientras se levanta con prisas con el libro entre las manos y se dirige a las escaleras para acceder al piso de arriba—. ¡Ah! —exclama de repente a medio camino—. Ya puedes ir ahora mismo al sofá —le manda para desaparecer a continuación. —Sí, señorita —responde mientras estira sus brazos por encima de la cabeza desperezándose y con espíritu sereno. Poco a poco, Donovan se levanta de la mesa y dirige hacia el sofá mientras espera paciente a que vuelva. Su erección ya estaba saltando impaciente en sus pantalones y fuera lo que fuera aquello que Megan planeaba hacerle, sabía que la primera vez iba a durar muy poco y que iba a correrse como un maldito animal. No pasan muchos