Por más que pensaba, Danna no sabía cómo confesarle a Wilmer toda la verdad, tenía miedo de su reacción, de que se sintiera burlado y la rechazara por haberse prestado al juego de Hanna para engañarlo.
Pero sabía que era mejor que fuera ella quien le dijera la verdad y no dejar que lo supiera por alguien más, así que se armó de valor y lo llamó para que la ayudara a salir el baño, pero fue Juanita quien llegó auxiliarla.
—El joven salió señorita, dijo que tenía que hacer una compra urgente y que volvía enseguida.
Ella suspiró, tendría que esperar a que volviera hablar con él, así que le pidió a Juanita qué le ayudara a ducharse y a vestirse, quería que Wilmer la encontrada arreglada para él.
Cuándo volvió, traía consigo el desayuno, el café favorito
Danna presionó la mano de Wilmer al escuchar las palabras de su hermana y él sintió el temor de ella en ese apretón. —¡Hanna no te atrevas! —Dijo Carlos que ya estaba en la iglesia y la sostuvo del brazo. —¡Por favor Danna! Tengo que hablar con ustedes dos—Dijo Hanna con voz determinante y soltando su brazo del agarre de Carlos. La tía Jeda no sabía que estaba pasando, fue ella la que le llamó a Hanna para decirle de la boda de su hermana, pensó que era importante que estuvieran juntas en ese día tan importante para Danna, pues desde el abandono de sus padres, solo se tuvieron una a la otra. —Hanna no tiene caso—dijo Wilmer tratando de tranquilizarla, porque se veía muy alterada. —Sí, si tiene caso, por favor, solo escúchenme - suplicó. —Hijos míos, yo creo que deben escuchar a esta mujer —dijo el sacerdote al ver la tensión entre los novios y la mujer que había irrumpido en la iglesia. Danna y Wilmer, tomados de la mano camina
En su luna de miel Danna y Wilmer coincidieron en que querían ir juntos a admirar de cerca "El beso", de Klimt en la Galeria Österreichische de Viena. Un museo en el que se encuentran otras maravillas de lo que se conoce como Sezession, un Modernismo a la vienesa. Recorrieron tomados de la mano el museo que está situado en uno de los palacios más llamativos de la ciudad, el Belvedere, rodeado de jardines por los que aprovechaban para besarse a cada momento.Dos meses después la inauguración del Museo de Arte Latino en Londres propiedad de Wilmer, fue todo un éxito, pero lo más emotivo fue que un día antes de la apertura, el museo recibió una donación por parte del reconocido pintor y escultor mexicano Ricardo Rivera y la obra “Sentimientos infantiles” de la pintora Danna Montiel, pudo ser expuesta a la derecha de la obra desconocida de Da Vinci.Junto con la obra de Danna, Wilmer rec