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Capítulo cinco

A U T U M N

Me di la vuelta y lo siguiente que supe fue que me estaban besando. Su boca atrapó la mía una vez que las palabras salieron de su boca. Estaba tan perpleja que todo lo que pude hacer fue simplemente mirar al chico que me besaba con ansiedad. Se detuvo unos segundos después, probablemente dándose cuenta de que no estaba respondiendo.

Estaba completamente congelada, pero de alguna manera, mi boca fue capaz de dejar escapar lo que estaba en mi mente.

—Estamos en la escuela. —Me lamí los labios y lo miré.

Joe estaba parado allí con sus casi dos metros, sobre mí.

—¿Y? —Jadeó, tratando de recuperar el aliento.

Salté del asiento y recogí el auricular que tiré al suelo.

—No deberíamos estar aquí. No deberías estar aquí —Negué con la cabeza y traté de mirar hacia la puerta. Esperé que nadie hubiera visto eso. La escuela terminó dos horas atrás, pero tal vez todavía quedaban algunos estudiantes por ahí.

—¿Podrías guardarte el discurso y simplemente disfrutar del momento? —Sus manos estaban en mis caderas, me acercaron hasta que nuestros cuerpos se encontraron—. Soy el maestro, debería ser el que te dé clase.

Hice todo lo posible por alejarme de él.

—¡No! —Empujé su torso lleno de duros músculos, pero era demasiado fuerte. Era un cóstal de músculos, mientras que, comparada en fuerza física, yo no era nada—. ¡Joe! ¡Este no eres tú!

Después de ignorarme, se inclinó hacia adelante y comenzó a besar mi cuello. Me sentí tan desesperada. Mi cuerpo lo deseaba, pero mi mente sabía que eso no estaba bien. No era el momento ni el lugar. Las lágrimas brotaron de mis ojos cuando la ansiedad comenzó. ¿Qué pasaría si alguien nos veía? Sabía que estábamos en un rincón escondido, pero había una cámara de seguridad en alguna parte.

—Joe, por favor. —Traté de empujarlo, de nuevo, pero no funcionó porque no se movió ni un centímetro. ¿Estaba hecho de metal o algo así? Caray.

Finalmente me di por vencida y dejé de luchar. Sin embargo, no respondí ni le devolví el beso. Decidí esperar hasta que se aburriera o recobrara el sentido, lo que sucediera primero.

Mis ojos apagados miraron al techo esperando que terminara pronto. Eché un vistazo a la ventana y fue entonces cuando lo vi: Tyler. Sus orbes oscuros me observaron con una expresión en blanco, pero sus cejas se arquearon de una manera que mostró acusación. El disgusto brilló brevemente en su rostro antes de alejarse.

¿Ese nerd me acaba de juzgar? ¿En serio, quién es él para señalar?

¡No era mejor que yo! ¡Estaba fumando marihuana! Al menos no me drogué. Sabía que era un acto de lástima tratar de justificar mi acción, pero no pude evitarlo.

Mi teléfono sonó y Joe se enderezó. Me miró con un gesto de fastidio que no entendí. En todo caso, debí ser yo la que estuviera enojada con él. Gracias a su imprudencia, el nerd nos vio y se enteró de nuestra relación.

Saqué mi teléfono y miré la pantalla: era Ashton. Me alejé unos pasos de Joe cuando acepté la llamada.

—¡Hola, bebé! —Me saludó con la voz alegre que le llegué a conocer durante esos dos últimos años.

Sonreí ante la familiaridad.

—Oye, ¿dónde estás? ¡Llevo horas esperando!

—Oh, ya sabes, esto y aquello sucedió —dijo vagamente. Lo escuché aclararse la garganta y luego me preguntó—: ¿Dónde estás? Ahora me encuentro en tu escuela.

—Estoy adentro, pero saldré en un momento. Alcánzame en la puerta, ¿de acuerdo? —Agarré mi bolso del suelo y me lo eché al hombro.

—Okey. —Terminé la llamada y guardé mi teléfono en el bolsillo delantero de mis jeans. Me volví y vi a Joe cruzarse de brazos. Su expresión era ilegible, pero por su mirada dura, supe que algo estaba mal.

Decidí preguntarle de todos modos. La comunicación podría salvar una relación o arruinarla. Decidí apostar por salvarla.

—¿Qué sucede?

En lugar de responder a mi pregunta, lanzó otra.

—¿Ese era tu novio?

Nos miramos el uno al otro por un momento antes de que decidiera sincerarme y asentir. —Sí.

—Okey. —Dejó de cruzar los brazos, tomó sus lentes y una pila de papeles de una mesa cercana. Caminó hacia la puerta sin dedicarme una segunda mirada mientras que yo me quedé allí preguntándome qué diablos fue todo eso.

No tuve tiempo para pensar en ello o analizarlo a fondo ya que Ashton me estaba esperando. Abrí mi bolso y metí mi auricular.

Cuando salí del lugar, noté el letrero y me di cuenta de que era el aula de inglés. No fue de extrañar que estuviera allí. Me encogí de hombros porque no importaba en qué clase estuviera; Tyler, el puto Vincent, lo vio todo.

Bueno, era una lástima que tuviera que descubrirlo. Sabía su secreto y ahora él conocía el mío. Parecía que estábamos empatados.

Mientras caminaba, comencé a pensar en él nuevamente. ¿Por qué fumaba marihuana? No me sorprendería que lo hiciera por matemáticas. ¡Ya pues! ¡Las matemáticas apestan! Excepto que no se veía como el tipo de persona que ahuyenta sus problemas.

Salí de la escuela en menos de dos minutos, solo para ser recibida por una escena no deseada de la perra Lawson, estaba parada demasiado cerca de Ash. Hablaban de algo que no pude oír desde la distancia.

No era una novia celosa y alguien como Ellie no era una amenaza para mí. Así que me tomé mi tiempo, trabajé en mi andar y llegué justo a tiempo para que Ellie notara mi presencia.

Su rostro se endureció y pude ver que volvió a activar su modo de perra.

—Oh, hola, tramposa. ¿Tuviste un poco de tiempo extra con el Sr. Rodríguez?

Me quedé helada y mi mente me regañó; ¡estás tan jodida! Ellie rio y tocó mi brazo ligeramente.

—Me refiero a tu nueva prueba de inglés, tonta. —Se mostró como una chica buena y eso fue extraño.

—Sí. —Pasé mi cabello por encima de un hombro—. ¿Y tú? ¿Encontraste la cura?

Dos podían jugar ese juego. Vi la dulzura de Ellie volverse amarga. Desvió la mirada hacia Ashton y se obligó a sonreír.

—¡Adiós, Ash! —Se escabulló y tuve la tentación de gritar '¡corre, perra, corre!'

—¿De qué va todo eso? —Ash entrelazó sus dedos con los míos y me dio un suave apretón.

Arqueé una ceja con incredulidad.

—Debería ser yo quien pregunte eso. ¿Qué pasa contigo y Ellie? Pensé que odiabas a la perra por acecharte desde quinto grado.

Ashton negó con la cabeza con desaprobación.

—No la llames así. Ella es dulce. —Entorné los ojos. Ashton siempre fue un pacificador, mientras que la mayor parte del tiempo yo era la alborotadora. Sacó las llaves del coche de su bolsillo y me guió hacia su sedán blanco.

—Como si. —Agarré la manija, abrí la puerta y entré.

* * *

T Y L E R

Se sentía como un déjà vu. No necesité darme la vuelta para saber que esos grandes ojos marrones estaban haciendo un agujero en mi espalda. Pero esta vez no estábamos en la clase de matemáticas y, a diferencia de hacía unos días, estábamos a varios metros de distancia el uno del otro. Yo estaba en mi tranquilo rincón de la enorme cafetería, mientras que ella se encontraba sentada en medio del área donde los deportistas y las chicas populares siempre ocupaban las mesas.

Terminé rápidamente mi almuerzo y devolví la bandeja. La Sra. Sánchez, la que ayudaba con la limpieza, era una persona muy amable. Muchos de los niños de la escuela eran idiotas que ni siquiera se molestaban en regresar sus bandejas después de terminar de comer.

Me recordaba a mi mamá, yo la ayudaba porque esperaba que la gente también ayudara a mi mamá. Ella no era una señora de la limpieza, pero era mesera y, a pesar de lo que la gente piensa, es un trabajo realmente difícil: tomar pedidos, entregar alimentos, limpiar mesas y tener que lidiar con los idiotas ocasionales.

—Oh, querido, sabes que no tienes que hacer eso. —La Sra. Sánchez tomó la bandeja de mis manos y la colocó en la rejilla.

Respondí con una sonrisa.

—No tengo que hacerlo, pero quiero, Sra. Sánchez. ¡Que tenga un gran día! —Caminé hacia la salida y me dirigí a la biblioteca para tener algo de paz y tranquilidad.

Pasaron diez minutos, pero no importó cuánto traté de concentrarme en la tarea que tenía entre manos, mi mente solo repitió la escena de ayer: Autumn y el profesor de inglés, juntos.

Cerré los ojos con fuerza y ​​dejé caer mi bolígrafo sobre la tarea de matemáticas en la que estuve tratando de trabajar desde que llegué. No había forma de que pudiera pensar en cálculo con ella invadiendo mi mente.

La imagen de ese viejo tanteando su cintura, besando su hermoso cuello largo, presionando su cuerpo contra el de ella, seguía encontrando su camino dentro de mi mente... ¡Joder! Ojalá pudiera culpar al Sr. Stanton por pedirme que lo ayudara a corregir esos papeles y hacer que me quedara más tiempo en la escuela.

¿Por qué corrí allí cuando escuché su voz? ¿Por qué no me quedé atrás y me ocupé de mis propios asuntos? ¿En qué demonios estaba pensando al interpretar a un caballero de brillante armadura que salvaba a la damisela en apuros?

¡Estúpido! Claramente no estaba angustiada con algo que probablemente estuvo disfrutando, excepto que no se vio de esa manera. Su expresión cuando miró al techo fue más aburrida que apasionada. Cuando me miró, esos grandes ojos pidieron ayuda.

Gruñí y cerré la boca en un instante al darme cuenta de que no era el momento ni el lugar adecuado para pensar en ella. Dejé escapar un largo suspiro y abrí los ojos. Era hora de utilizar el período libre para hacer algunos deberes.

Escaneé los papeles y los libros que tenía delante. Todavía tenía que estudiar física para el examen del día siguiente y hacer las tareas de inglés después.

Siendo un extranjero en los Estados Unidos, tenía que ayudar a mamá con las facturas y el pago del alquiler. Trabajaba todos los días después de la escuela de dos a seis como barista y luego me iba a mi hogar a lavar la ropa, limpiar la casa y tomar una ducha antes de irme al trabajo nocturno. Llegaba a casa alrededor de las tres de la mañana, a las dos si tenía suerte, y mi cuerpo estaba tan agotado que no podía hacer nada más que caer en un profundo sueño. Al día siguiente repetía la rutina.

Por eso tuve que mezclar mis tareas con el estudio y hacerlo en la escuela, porque era el único momento en el que no estaba trabajando.

Desperdicié cinco minutos intentando y no logrando terminar la pregunta uno. Estuve a punto de levantarme y agarrar un libro de referencia cuando alguien vino por detrás y puso sus manos sobre mis hombros, empujándome hacia abajo.

—Siéntate. Tenemos que hablar, Tyler.

Miré hacia arriba solo para quedar hipnotizado por sus hermosos ojos marrón oscuro. Tragué saliva con nervios y me aclaré la garganta para cubrir eso.

—¿De qué quieres hablar? —Traté de sonar tranquilo, como si ella no tuviera ningún impacto sobre mí.

Autumn Summers se apartó un mechón de cabello castaño oscuro de la cara, arrastró el asiento de una mesa cercana y lo puso junto al mío. Se sentó y cruzó las piernas.

—Está bien, déjame aclarar esto. —Se inclinó hacia adelante y puso los brazos sobre la mesa—. Te vi fumando marihuana. Me viste besando a Joe. —Su voz era apenas un susurro, pero sus ojos eran lo suficientemente expresivos como para dar la sensación de no te metas conmigo—. Vamos a llamarlo un empate.

Ella se encogió de hombros como si no fuera gran cosa y se reclinó en su silla. Esperé a que dijera más, pero me miró aburrida y comenzó a bostezar. Me irritó un poco que fuera tan fácil para ella ignorar lo que pasó.

Me quité las gafas y las puse encima de mis tareas. Que se jodan.

Una vez que terminara con ella, podría acabar en poco tiempo. Una vez que pudiera sacarla de mi cabeza, estaría bien.

La vi mirarme atónita, probablemente se preguntó qué estaba haciendo. Manteniendo mi rostro a solo unos centímetros de ella, solté una risa sardónica y sonreí.

—Está lejos de terminar, cariño.

Sus ojos se abrieron y sus labios se entreabrieron mientras me miraba completamente conmocionada. Por primera vez en mucho tiempo me sentí feliz y emocionado por algo.

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