Sara abrió la puerta de su casa y se encontró con más detectives de los que se podían contar. Uno le pidió que se apartara y un grupo entró por su casa. Jimena estaba sentada en la cama con un abrigo de mezclilla y unos jeans.
Nadie creería que aquella niña de piel morena, ojos color miel, una dulce sonrisa fuese capaz de decir una mentira; mucho menos de bombardear un lugar.
—¿Qué está pasando? ¡Papá, qué hiciste! —preguntó asustada.
—Jimena, no digas nada más. Te tendieron una trampa, tu callada.
—Sí.
—Nada, Jime. El abogado va hacia la estación y yo detrás de ti —replicó.
—Señorita, las manos en alto. —Dijo el policía.
Ella obedeció y le pidieron acercarse a la pared. Jimena se mostró asustada, pero lo hizo.
Unos meses más tarde. Alonso llevó a su hijo a que le quitaran la tobillera, sus abogados habían trabajado en exonerar a pablo, porque estaba en una situación que parecía imposible para cualquier adolescente. Además se había comportado más que bien. —Papá, dice Lu en este explícito mensaje de texto que compremos solo lo que está en esa detallada lista. —Lucrecia no entiendo que tiene que parir a sus hijas que tiene que acostarse y quedarse controlada. —Llámala y dile eso, pero te cambias el nombre. Alonso suspiró. Su esposa había cambiado por enésima vez la decoración el cuarto de las mellizas primero por un comentario de Samuel; ¿Esto qué es los cincuenta porqués tienen que tener un cuarto totalmente rosado?, cambiaron a un amarillo muy ligero, pastel, descubrieron Alonso y sus hijos que se llamaba, Lucrecia se sintió mareada cuando entró a la habitación y Emilio le pidió a Alonso que se relajara que eran cosas que les
Alonso y Lucrecia estaban emocionados con la idea que habían tomado de Carrick y Julianne, cincuenta días sin papá y mamá. Que eran días de Cash y Julianne sin teléfono, sin más hijos, sin trabajos y eso sonó magnifico para los papás de diez hijos, no es como que no los quisieran, es que no querían verlos sonaba mal pero era real. Lo más importante era el de sus hijas pequeñas, Alonso jr estaba de vacaciones de la universidad, pero nadie quería que él les hiciera el favor de cuidar a dos niñas en edad escolar porque podían acabar los tres en la playa o en alguna fiesta. Estaban sus mejores amigos y hermanos, pero todos tenían demasiados hijos, además, tanto Vega como Vera odiaban estar fuera demasiados días y más sin sus papás; a la primera le daba estreñimiento y la segunda no podía dejar de llorar cuando le obligaban a ir a un lugar sin sus padres. Alonso abrazó a su esposa y ella sonrió. —Cuatro semanas, cuatro hermanos mayores. —Esto
Mi hermano se acercó y me llenó de besos en la mejilla y me recordó que era lo más lindo en su vida. Me giré y le di un abrazo fuerte, Sergio es lo mejor que me ha pasado en la vida el mejor hermano, el mejor amigo, el mejor primo, el mejor cómplice. —Te amo mucho peque. —Te adoro, reina de mi vida. —Como amo estos piropos—mi hermano rió. —Recuerda que hoy duermo con los chicos y me quedo unos tres días porque tengo examen y mamá y papá tienen empleados. —Me acuerdo de lo lindo de vivir en casa. —Te he reservado tu antigua habitación y mamá dijo que si venían nos llevan a todos a la playa el finde. Nuestros hermanos te odiarán si tienen que quedarse en casa. —Hoy tengo mucho trabajo, ceno con Drake y me voy a dormir a casa, prometido. —Perfecto, ¿quieres que te lleve algo o que mande a comprar algo? —Mis juguitos. —Hecho—l