Sara
Estaba agotada, había sido un día devastador y asfixiante en la universidad y en el trabajo, quería llegar a mi casa, saludar a mi pequeña hermana y dormir profundamente para poder salir más tarde con mi prometido, con Gemma y en ocasiones con su insoportable y ególatra ex novio Sebastián. El juez parloteaba su sentencia final para por fin podía salir de esa tortura que me hacían vivir cada viernes; tome mis cosas cuando nos permitieron irnos y salí de la habitación en donde estaba con muchos de mis compañeros de clases.
-Sara, amiga- dijeron emocionadas Antonelli y Cara- esta noche nos vamos a celebrar que por fin se acabó este ciclo de tortura- dijo emocionada Antonelli- ¿te animas? - preguntó, negué lentamente soltando una risita, este par de locas siempre encontraban una excusa para hacerme beber y perder la cabeza, sin embargo, últimamente no deseaba hacer eso en lo absoluto, había retomado mi relación con Bruno y no deseaba tener problemas con él.
-Chicas ustedes saben que desde que Bruno y yo estamos bien no he vuelto a comportarme de esa manera- les dije tratando de no sonar como una patética ama de casa que le pide permiso a su marido para salir.
-Sara te escuchas ridícula- dijo Antonelli riendo- es más ni siquiera soporto al idiota de tu prometido- dijo ella frunciendo el ceño- te darás cuenta tu solita de la clase de imbécil que es- rodé los ojos por su comentario, antes de decir algo en defensa de mi novio mi teléfono sonó en mi cartera, saque el aparato que no paraba de sonar, un número desconocido me estaba llamando; contesté sin darle vueltas al asunto.
-Habla Lombardi- dije seria- ¿en qué puedo ayudarle? -dije sosteniendo el móvil con el hombro y la oreja para cerrar el bolso.
- ¿Sara? - preguntó una voz, que, aunque no deseara reconocería a kilómetros, Sebastián Ricci, el ex novio de mi hermana Gemma y uno de los mejores amigos de Bruno- ¿eres tú? - me pregunto y yo solté un bufido.
- Claro que soy yo idiota- le dije enojada- ¿Quién más podría ser? - dije actuando como una mujer insoportable y venenosa.
- Hey cálmate de una buena vez- dijo él enojado- aprende a saludar al menos- dijo provocando que la ira subiera por mi sistema.
-Ricci déjate de juegos y dime ¿Qué demonios quieres?- le dije enojada, odiaba las provocaciones de este niñato, sus 18 años lo hacían sentirse en el cielo, y yo detestaba si quiera compartir el mismo aire que él, en el pasado fuimos grandes amigos, pero desde que termino con mi hermana solo se comportaba como un imbécil.
- Ven a tu departamento ahora- dijo él cambiando su tono de voz a uno más apagado y cargado de ira- tienes que ver algo urgente.
- ¿Le paso algo a Gemma? - pregunte preocupada, desde la muerte de mis padres, Gemma era mi vida entera, la cuidaba y la protegía como si fuera mi propia hija.
-Solo ven Sara- me dijo Sebastián con un tono de voz que hace mucho no había usado conmigo, dolor, compasión y cariño se escuchaban en esas palabras.
- Esta bien- dije confundida- dónde me estás ocultando algo que ponga en peligro la seguridad de mi hermana o me estés jugando una broma de mal gusto vas a tener que atenerte a las consecuencias Ricci- le amenace- no olvides con quien estás hablando.
-Deja de amenazarme y corre Lombardi- dijo él enojado, cortando la llamada, mire indignada el aparato que Bruno me había regalado, ¿Cómo se atrevía dejarme con la palabra en la boca este mocoso insolente?
- Amigas debo irme- dije y ellas rodaron los ojos, si había alguien a quien ellas detestaran más que a Bruno, era a mi caprichosa hermana Gemma.
- Nos llamas si decides ir- dijo Antonelli lanzándome un beso, no tenía que preguntar en donde estarían, siempre íbamos al antro de Agnes; salí del juzgado y tome un taxi que me llevara lo más rápido posible a mi departamento, estaba aterrada, preocupada y ansiosa; Sebastián nunca me había dirigido la palabra desde que regrese con Bruno, más que por cordialidad y yo no reparaba en su existencia más que en los detalles que me contaba mi hermana.
Cuando llegue a la puerta del edificio, Sebastián tenía su rostro empañado en lágrimas y su mirada estaba cargada de ira, me baje con rapidez del auto y me acerque a la escalinata en donde imagino me esperaba.
-Sebastián ¿Qué pasó? - pregunte preocupada; que en la actualidad no me llevará de las mil maravillas con el niño, no quiere decir que no me preocupara por él; al final de cuentas solo era un joven e inexperto muchacho, él levantó su mirada, me observó de arriba abajo y sonrió con tristeza.
-Perdóname Sara- dijo con tristeza- perdóname por romperte el corazón cuando no lo mereces-dijo, dejándome totalmente confundida; tomo mi mano y me jalo hasta el departamento, que para mi sorpresa estaba abierto, fruncí el ceño tratando de preguntar; Sebastián tapo mi boca susurrándome que guardara silencio, pegando su cuerpo al mío, inconscientemente, sentí sus enormes y sexys manos sobre mi rostro y su delicioso olor, dejándome un poco trastocada por pensar de esta manera.
Por alguna razón que desconocía, obedecí ante su petición y quité mis enormes tacones para no hacer ningún ruido, él siguió su camino hasta la habitación de mi hermana, en donde se escuchaban fuertes gemidos y gritos por parte de ella.
- ¿Qué demonios? - susurré sorprendida y enojada, Gemma sabía que en mi ausencia no podía traer hombres a la casa diferentes a Bruno y a Sebastián, porque, así no me llevara de las mil maravillas con el muchacho, confiaba en él ciegamente; ese joven había soportado a mi hermana con todo y sus caprichos durante cinco largos años, intente abrir la puerta, y antes de girar el pomo, fui detenida.
- Él no te merece Sara- dijo con su voz hecha pedazos- no merece una mujer tan valiosa como tú- me dijo, no comprendí de qué estaba hablando; aparte su mano y abrí la puerta de la habitación de mi hermana quedando totalmente fría y paralizada.
Sobre el cuerpo jadeante de Gemma estaba nada más y nada menos que mi prometido, Bruno Russo, el idiota detuvo sus fuertes movimientos al sentir como la puerta de la habitación se abrió, se levantó de la cama con su erección al límite y trato de cubrirse con algo de ropa, mi hermana levantó su mirada confundida, llevándose la sorpresa de su vida.
-Sara- gritó ella espantada- Sebastián- dijo peor de afectada al ver a su ex detrás mío con la mirada perdida- no es lo que creen.
-Deja de ser patética Gemma- dijo Sebastián enojado- no seas tan tú en este momento- le dijo lanzándole una mirada furibunda- Sara y yo sabemos lo que es el sexo créeme- dijo soltando una risa irónica- también sabemos identificar a una perra regalada cuando nos la ponen al frente- mi hermana soltó un sollozo al escuchar las crueles palabras de su ex, en el fondo quería defenderla; estaba tan sorprendida que no podía inmutar palabra.
- Amor déjame explicarte- dijo Bruno tratando de acercarse, y antes de siquiera tocarme Sebastián se atravesó en su camino- hermano quítate por favor- le dijo Bruno al que se suponía era uno de sus mejores amigos.
- No me llames hermano grandísimo bastardo- le dijo Sebastián enojado- y no te atrevas a tocar a Sara nunca más en tu miserable vida- dijo tratando de golpearlo, eso encendió las alarmas- te lo advertí maldito imbécil.
- Sebastián no- le dije y él se alejó de Bruno mirándome confundido- no lo hagas.
- ¿Los vas a defender?- me pregunto sorprendido- viendo esto ¿los vas a defender? - me pregunto sin podérselo creer.
- Sácame de aquí Sebastián – le pedí como una súplica- solo quiero que me saques de aquí- le dije con mis ojos llenos de lágrimas, hace mucho tiempo había dejado de querer a Bruno con una intensidad que arrasaba, ahora solo era mi amigo, mi familia y el único hombre que había querido luego de Stefan. Mi ex cuñado asintió y tomó mi mano alejándome de los gritos de mi hermana y de Bruno que trataban de seguirnos, Gemma tomo mi mano antes de cruzar el umbral de la puerta de mi departamento.
-Sara escúchame por favor – dijo con su rostro empañado en lágrimas- tu no me puedes hacer esto, no puedes irte con Sebastián- dijo dándome a entender que yo actuaría como ella y me revolcaría con él.
- No seas hipócrita Gemma- le dije dura, jamás en mi vida le había hablado de esa manera- deja de comportarte como una chiquilla inmadura- dije- no soy tan regalada y patética como tú.
- Sara no seas tan cruel amor- dijo Bruno sosteniendo a mi hermana que lloraba desconsoladamente por mi duro actuar.
- Tú no te atrevas a llamarme amor- dije enojada- nunca más en tu patética y miserable vida me llames amor- le dije llorando- consuela sus lágrimas, porque su deseo ya lo calmaste- dije mirándolo fijamente, tomé mi bolso, mis tacones y salí del departamento tomada de la mano de Sebastián.
- Sara yo lo lamento- dijo él con su rostro cargado de ira- yo tenía que mostrártelo para que no siguieras siendo el juego de esos dos.
- No tienes nada por lo que disculparte Ricci- le dije seria- así es la vida de cruel y mezquina- dije- ahora si me disculpas tengo mejores planes que lamentarme por esto- me alejé de su cuerpo y seguí mi camino.
Hoy me embriagaría en el antro de Agnes, desde hoy olvidaría quién era Bruno Russo.
SaraSeis meses habían pasado después de aquella fatídica tarde en la que mi vida se fue al retrete, en la que mi mundo se acabó al ver a mi hermana jugarme de la forma más cruel y sucia, desde ese día algo cambió en mí para siempre; lo mas doloroso de esa situación fue el tener que perdonar, el regalarles mi perdón y mi apoyo a dos personas que solo merecían mi desprecio.Después de aquel altercado dure semanas sin regresar a mi hogar sobria o al menos consciente, tuve fuertes discusiones con Gemma, con Bruno y sorprendentemente con Sebastián, quien últimamente se había convertido en un gran amigo, en especial por la ayuda académica que podría brindarle ahora que estaba ingresando a su primer año de carrera.- Nena ¿en qué mundo estás? - me pregunto Antonelli, mi mejor amiga, sac&aacut
SaraPodría decir que desde esa noche las cosas empezaron a mejorar en mi vida, y estaría mintiendo, porque definitivamente ese no era el caso; desde esa noche todo lo que durante meses oculte exploto, mi relación con Gemma se fue en picada, y corte todo tipo de lazo que tenía con Bruno, no obstante, con Sebastián había empezado a construir una sólida y muy particular amistad; mi rendimiento académico se estabilizo después de un trágico y muy desastroso inicio de semestre, por fin estaba en las ultimas semanas de clase a punto de graduarme.Aunque todo parecía que retomara su curso como debía ser, algo en mi interior no me dejaba disfrutar de la calma y la rutina que nuevamente empezaba a tener mi vida, sentía que mi pasado se acercaba y no iba tener otra alternativa que darle la cara; los sentimientos por Sebastián no los tenía claros, la
SebastiánNo podía concentrarme, mi padre llevaba varias horas hablándome, y yo no estaba prestando nada de atención a lo que me decía; el resumen de mis pensamientos, no era nada más y nada menos que Sara Lombardi. Hace cuatro días no sabía nada de mi mejor amiga, y con honestidad mis nervios empezaban a alterarsePara mi aquella mujer no era una simple ex cuñada, para mi Sara Lombardi se había convertido en mi consejera, y mi mejor amiga, a pesar de que a veces mi deseo y su belleza me jugaran una mala pasada confundiendo las cosas; ella era una de las personas más importantes de mi vida, aunque no pudiera demostrárselo con frecuencia o de manera correcta; así era.-Sebastián, hijo ¿me estás escuchando? - dijo mi padre mirándome fijamente, sacudí mi cabeza y solté un suspiro restregándome el rostr
SaraMe preparaba para la emboscada, Stefan ya tenía las coordenadas de quien le había robado su embarcación llena de oro, y yo era quien debía acompañarlo a dicho lugar a corroborar que la información que le había sacado a uno de los vasallos de quien lo había robado fuera verídica, termine de acomodar el arma que durante años me acompañó trabajando para la mafia.- ¿Estas lista? - me pregunto Stefan asomando su cabeza por la puerta de la habitación, yo solté un suspiro y asentí en su dirección siguiéndolo por los pasillos de una de sus tantas mansiones de seguridad – estas muy callada- dijo- ¿pasa algo? - pregunto desconcertado por mi silencio.- No pasa nada- le dije con frialdad e indiferencia- hagamos este trabajo para que me dejen en paz de una jodida vez- dije enojada, él sab&iacu
SaraYa me habían dado de alta en el hospital, después de una semana, por fin estaba empacando mis cosas para ir a mi nuevo departamento, quería dejar mi pasado atrás y por fin enfocarme en mi presente, y mi futuro; tenía muy claro que no era un Ángel de la guarda y que en algún momento tendría que pagar todos los errores que había cometido en mi adolescencia.No le temía al karma en lo absoluto, había sufrido lo suficiente durante toda mi vida para pagar la cantidad de vidas que había arrebatado, porque, así no fueran inocentes no estaba en mi poder disponer quienes vivían y quiénes no.Termine de empacar mis cosas; después de lo que había pasado había tomado el impulso para dejar eso atrás y por fin centrarme en lo realmente importante, alejarme de mi hermana, de mis malos hábitos, d
SaraSalí emocionada de la oficina de mi facultad con mi diploma y mi certificado para laborar, después de tanto esfuerzo por fin podía decir que era una abogada al pie de la letra, y por fin podía iniciar a ejercer mi profesión. Las últimas semanas me había dedicado a presentar mis exámenes, dedicarle tiempo a mi mejor amigo, que había enloquecido y ahora solo quería pasar tiempo conmigo, y en buscar un lugar para poner mi oficina.Espere pacientemente a Sebastián, me había prometido recogerme para pasar la tarde juntos y celebrar mi triunfo; ya se estaba haciendo un poco tarde, me levante para comprar un café, por el camino me encontré a Renato Filigrini, uno de mis compañeros de clases y antigua pareja sexual si se le podía llamar de ese modo.-Sara, que milagro volver a verte- me dijo el atractivo hombre &nda
SebastiánEl sonido de mi teléfono retumbaba por toda la habitación interrumpiendo mi placido sueño; las últimas dos semanas me la pasaba mas en la casa de mi mejor amiga que en la mía, desde nuestra primera vez juntos me era imposible mantener mis manos alejadas de su cuerpo.Además, si consumía todo su tiempo, tenía menos posibilidades de encontrarse con personas que en definitiva no quería cerca de ella; solo nos separábamos cuando tenía algún compromiso con mi padre, para ir a mis clases de la universidad, o cuando ella tenía un compromiso laboral; esto en consecuencia provoco que dejara de tener encuentros con todas mis compañeras de vida como solía llamarlas, y me había concentrado en ella. Gracias a mi papá y la gran cantidad de contactos que él tenia, mi mejor amiga pudo ganarse varios casos
Narrador omniscienteSeis días habían pasado desde que el par de mejores amigos habían discutido; cada uno se sumergió en su propia tristeza y desdicha, era la primera vez en dos meses que ellos discutían al punto en el que ni siquiera se dirigían la palabra, y eso los tenia devastados. La joven abogada había tenido que cancelar su semana laboral, aplazar todas sus citas para la siguiente, no se sentía en capacidad ni siquiera de comer y no sabía que estaba pasando con ella.Entre lágrimas y helado había pasado sus días, Antonelli su mejor amiga pasaba varias veces a verla y obligarla a decirle que le sucedía, sin embargo, esta no quería mencionar ni una sola palabra de lo sucedido, no solo temía confesar los extraños sentimientos que había empezado a generar por su mejor amigo, si no que le aterraba ocasionar problemas en la