Fuimos a conocer el departamento. Quedaba a quince minutos de la casa de Ángel. Era un edificio no muy grande, pero tenía buena fachada. Resultaba que también era un loft, solo que menos rústico y con un acabado más vintage.
— ¿Te gusta? —me pregunto él.
Las paredes estaban pintadas de color blanco, la cocina era amplia y me llamo mucho la atención que la cama estaba puesta en alto, como si estuviera flotando sobre una escalera de madera.
—Si. Es bonito.
El casero nos mostró todo y si me convenció. Lo mejor era que mis ahorros alcanzaban para pagar el alquiler.
— ¿Entonces?
— ¡Me mudare aquí!
Me entregaron las llaves del departamento. Regresé para empacar mis cosas. Le escribí a Román que me estaba mudando y se sorprendió muchísimo.
— ¿De verdad te quieres ir?
Ángel se había sent
Mis nervios comenzaron a aumentar a medida que los minutos comenzaban a pasar. En cualquier momento sonaría el timbre y ellos llegarían. Le había enviado mi ubicación a Alán para que pudiera reenviársela al chofer y así llegaran directamente hasta aquí, a mi casa. Había preparado algo de comer, Víctor había puesto la mesa y los dos queríamos recibir de buena forma a nuestras visitas. ¡Claro! Nuestras visitas eran canijas, pero yo no iba a ser igual que ellos. — ¿Está todo listo? —Sí, acabe de acomodar los platos. —Bien. Entonces... Sonó el timbre. Me quite el delantal y lo colgué en la percha de mi alacena. Fui a lavarme las manos. Víctor se encargó de abrir la puerta. Las voces de mis hermanos comenzaron a retumbar en mi cabeza. Cuando termine de lavar y secar mis manos, me gire para poder mirarlos. ¡
— ¡Lamento que tenga que ser así! — ¿Así como? —Que tú tengas que estar para los hombres del público. Marlon me había dejado seguir sobré él. Su miembro encajaba a la perfección con mi alma y sus manos acariciaban la curva de mi culo. Habían pasado algunos segundos desde el orgasmo. — ¡No quiero! —No puedo ayudarte. Aunque quisiera que no fueran así las cosas, no te convendría estar conmigo, soy un padrote. —Pues aunque no esté contigo, no me dejes estar al público. Mis manos le acariciaron el pecho, era suave y me gustaba la sensación de poder tocarle. ¡Marlon fue esa chispa que me alentaba a disfrutar de las cosas malas! —No te prometo nada.
— ¡Un gusto conocerla señorita Karol!— ¡El gusto es mío José! Gracias por invitarme a su casa.Él sonrió de oreja a oreja.—No agradezca señorita. Yo debería agradecerle por aceptar mi invitación. ¡Es usted una escritora muy talentosa!
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