Habían pasado ya dos horas desde que llegáramos, el abuelo había entrado dando órdenes a la clínica, ahí nadie pareció extrañarlo, tenían cinco años que no lo veían y obedecieron inmediatamente, la prioridad, Emanuel, quien fue entubado, reanimado y llevado adentro de manera vertiginosa, nosotros afuera sólo llorábamos sin poder hacer nada. A Lola la atendieron casi al mismo tiempo pero toda la atención siempre estaba centrada en él.
Dios no te lo lleves, papá perdónanos por no obedecerte, mamá déjalo junto a mí, lo necesito, es mi compañero, perdón dios, perdón, no debimos ir a esa casa.
Me dolían las sienes y los ojos, todo mi cuerpo estaba lleno de sangre mi cabello, mis manos, mis pensamientos eran ráfagas de terror al revivir el momento horrible en que escuchara el disparo y mirar a mi
Cinco minutos más tarde, con pasos largos y hombros danzarines apareció el señor Aníbal, estaba ansiosa por entrar a ver a mi hermano, así que no pude evitar estar feliz de verle, él traía la mirada opaca, nada que ver con la actitud de horas atrás, pero cuando vio que yo le sonreía trató de sonreír también.-Veo que ya está todo solucionado.-Me dijo metiendo sus manos en los bolsillos y esquivando mis ojos.-Sí, Gary resultó de gran ayuda, pero fue el abuelo quien terminó por enderezarlo todo.-¿En serio? –Levantó las cejas, aún miraba hacia abajo, no mi rostro.-Sí, ha puesto en su lugar a los policías y a la abuela.-Me detuve, era yo una parlanchina.-El abuelo me dijo que entraríamos a ver a mi hermano.-Sí, vamos ya.-Tocó mi codo con mucho cuidado y enderezó su paso
Cada dos horas podíamos ver a Emanuel por cortos lapsos de tiempo, lo habían pasado a una habitación en el mismo piso con todas las comodidades, papá lució angustiado durante el traslado porque Emanuel estaba pálido, Diego ayudo a las enfermeras a pasarlo a su nueva cama y luego arregló sus cobijas, si bien era cierto que mejoraba, no estaba nada bien. Nilvia y Antonio se marcharon al anochecer junto con el resto del grupo y al siguiente solo quedo arreglarlo todo para nuestro regreso a casa, el cual me parecía apresurado y cuando el señor Aníbal fue a revisarlo, estando solo los tres le pregunté: -¿Señor Aníbal, cree que Emanuel esté en condiciones de regresar a casa? Luce muy pálido aún. Emanuel lo miraba con atenci&oa