Subí a mi antigua habitación y al abrir la puerta fue como volver el tiempo atrás. En verdad todo lucía exactamente igual. Era un lugar muy grande. A la derecha de la puerta estaba el vestidor, luego una estantería con fotos, posters, cds y libros. Frente a ella, dos pufs rosas con forma de gotas, una mesa baja con velas, y más libros. Luego estaba la puerta del baño. En una de las paredes laterales, la ventana salediza, con mi hermoso banco lleno de almohadones. La cama King size con dosel en rosa pastel y el baúl a los pies. En la otra pared estaba el escritorio. Me senté en la cama, lo pensé y me tiré de espaldas. Era demasiado para un solo día. Tomé el móvil y le escribí a Tomy.
Yo: ¡S.O.S!
Tomy: Tan mal? Necesitas que te rescate?
Yo:
—¿Mamá, nos darías un minuto?—Claro, iré por algo de beber.—¿Puedo?—¡Por supuesto! —mi padre parecía asombrado. Me mordí el labio y miré al suelo.—He visto, en tu despacho.—Vaya… y ¿por qué lo has hecho?—Aparentemente… había muchas cosas que necesitaba saber. ¿Cómo es que tienes mis fotos?—Bueno, me encanta tu trabajo y sigo tu blog desde el comienzo. Siempre veo las fotos de las exhibiciones y contraté a alguien para que las comprara por mí. Sabía que no me las venderías de otro modo —hablaba despacio y tranquilo. Su voz no dejaba de tener un dejo de tristeza.—Probablemente lleves razón… —dije cautelosamente.—Mira Alex —dijo, más resoluto—, luego de que te visitara
Había muchísima gente, más de 500 invitados. Los novios, como de costumbre, se retrasaron con las fotos, por lo que aproveché y me puse al día con una ex compañera del bachillerato. Mi madre me tomó del brazo para llamar mi atención.—Alex, quiero presentarte a Dante Navarro. Ella es mi hija Alexandra Miller.Mi corazón se detuvo y mi cerebro se paralizó. Mi adonis de carne y hueso estaba allí. Lucía increíblemente apuesto en su frac negro y gris, pero sus ojos… eso era otra historia. Me quedé con la boca abierta, no sabiendo que decir.—Es un placer conocerte Alexandra —su tono me hizo un tajo en el estómago.—Dante yo… puedo explicártelo…—¿Ustedes… se conocen? —preguntó mi madre confusa ante nuestras miradas. Mi padre apareció y se la
Un dolor punzante me despertó. La cabeza me daba vueltas y sentía latir la sangre dentro de ella. Poco a poco fui recobrando la consciencia. Escuchaba el ruido de distintas máquinas, sollozos y palabras lejanas, pero la oscuridad me arrastró otra vez.—No puede seguir así. ¿Estás seguro que es el mejor? —la voz de Tomy. Quise abrir los ojos, pero sentía los párpados muy pesados.—¡Ya cálmate, Thomas! No podemos hacer nada más que esperar. Ella estará bien —¿Andy? Volví a hundirme una vez más.—Hija mía, por favor despierta. No me hagas esto —mi madre sollozaba en mi oído y sentí una mano, apretando la mía. Intenté moverme, pero fue inútil, el dolor punzante en mi cabeza, me impedía despertar del todo.—Princesa, por lo que más quiera
Estaba destrozado. No podía creer cómo mi vida había cambiado en apenas unos minutos. Con el corazón en la mano, me alejé de ella. No podía girar a verla. Si lo hacía, la tomaría en mis brazos y la calmaría. Pero el dolor de la traición, me cegó por completo; necesitaba salir de allí, lo antes posible. —¡De vuelta al hotel! —le dije al chofer, mientras miraba por la ventana. Deseaba verla correr hacia mí, para darme una buena explicación. Le mostré quien soy, le presenté a mi familia, planeé una vida con ella… amaba a una mujer que ni siquiera conocía. ¿No aprendí nada de mi padre y su dolor? Siempre supe que enamorarme no era una buena idea; pasé mi vida evitando la cercanía de una mujer. Pero Lexy no era cualquier mujer. Desde que la vi, supe que ella pondría mi mundo de cabeza. Esos hermosos ojos celeste agua, bajando la mirada ante una orden, me movieron el piso desde un primer momento. Su aroma, el roce de su piel… me parecían la gloria. Toda el