Justo Lara quiso saber por qué había sentido morir y él le contó que un catorce de Julio, dos años después del asesinato de Verónica Triana, estaba en un parque turístico con su esposa Natalia y su hija Valery de siete años. Relató que hicieron carreras, rodaron por la grama y montaron a caballo. Había poca gente por ser miércoles y estaba empezando a oscurecer:
-“Papi, Papi, un conejo Papi es un conejo, allá míralo”. Dijo mi hija. Lo recuerdo perfectamente porque fueron las últimas palabras que escuché de ella.
Abiel siguió contando, que la niña corrió colina abajo emocionada sin que ellos pudieran reaccionar rápido porque estaban acostados «Le gritamos al mismo tiempo que no corriera» narraba. Pero cuando su hija llegó a los arbustos, un hombre salió de la maleza, la cargó y corri&oacu
Justo Lara miró a María Victoria y Juan José concentrados en sus reflexiones después de su profunda conversación, y bajó, sereno, a dar indicaciones precisas a sus moderadores.María Victoria lo esperó durante una hora en el balcón, sin poder sacarse esas palabras de la mente.-Dijiste que estarías fuera por una semana.- le recordó la detective a su delincuente cuando se sentó a su lado.-Ese era el tiempo supuesto, pero no calculé la falta que le haría a estos ojos tu sonrisa de niña seria. –Allí se quedaron hablando.Por órdenes de Justo Lara, Juan José había bajado para que Valeria América y Edward Mejía le contaran el nuevo ejercicio a realizar, para que se encargara con William Chacín de llevarlo al Plano de perfección. Perdomo había salido refunfuñando de la casa despu&ea
Los moderadores de Justo Lara más los quince que se ofrecieron a ayudar en el ejercicio tomaron posiciones de defensa: Siete con rifles de mira telescópica en ventanas y azoteas, y el resto con fusiles de asalto en las entradas. Frank Pierre esta vez fue cuidadoso y apostó sus fuerzas alrededor del hospital para que no tuvieran por donde salir. A la media hora el ambiente estaba exponencialmente tenso a las afueras, el Zombi buscaba un medio de comunicación para iniciar negociaciones «No tienes nada que ofrecerme» Fue lo que le dijo Justo Lara la única vez que le contestó. El camarógrafo enfocó ese momento, pero se concentraba más en ir detrás del Pastor desesperado que caminaba de arriba a abajo mirando a los pacientes que le rogaban que les remediara sus males, a lo que él respondía huyendo, por la pena que sentía al enfrentarse con un escenario real. Juan José le segu&iac