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Capitulo 5

Ella iba tarde. Claramente, Ella Stanford llegaría tarde. 

Javier no podía evitar de vez en cuando echar un vistazo a su Rolex y luego a la entrada. En otros diez minutos todos los que estaban disfrutando de cócteles y bocadillos ligeros en el vestíbulo se trasladarían al comedor. Sin embargo, ahí estaba él, de pie en el balcón, mirando a la multitud debajo tratando de encontrar a su pequeña secretaria. 

—¿Dónde diablos está? —gruñó para sí mismo. Su expectación optimista se desvaneció a través de un montón de frustración ante su ausencia antes de convertirse en una preocupación persistente. ¿Quizás había tenido un accidente? 

—Cariño, ¿qué haces aquí? —preguntó una voz sensual seguida de manos que se serpentearon alrededor de su cintura. London Star apoyó la cabeza en su hombro izquierdo y sus labios rozaron el costado de su garganta—. Todos tus amigos están abajo. ¿Por qué no bajamos y los saludamos?

—Diez minutos más —respondió tajante mientras se alejaba un poco de ella. 

—Podría hacer que esos diez minutos valieran la pena —susurró London, claramente ignoró la preocupación en su rostro y cómo sus cejas se fruncieron. Sus manos comenzaron a moverse por su frente y sus pechos se presionaron contra su espalda. 

—Ahora no, London. —Javier le puso las manos en las muñecas y luego las apartó. Sacó su teléfono y marcó el número de Ella. Cuando no contestó repitió el acto. Después del quinto intento, terminó la llamada y metió su teléfono en el bolsillo. Estaba empezando a sentirse como un acosador con las incensantes llamadas. Tal vez iba conduciendo por lo que no podía atender su teléfono. 

Se dio la vuelta solo para encontrar a London de pie sin nada más que su lencería. Antes de que pudiera decir o hacer algo, ella posó su boca sobre la de él, silenciándolo con sus besos. Y durante unos segundos, la dejó embelesar su boca antes de finalmente detenerla. 

No importa qué sucediera a su alrededor, su mente todavía estaba preocupada por Ella y su paradero. 

* * * 

Ella.

Llegó exactamente cinco minutos antes de que los invitados fueran conducidos al comedor. Aunque Javier le pidió que se divirtiera, sabía que tenía que asegurarse de que el evento transcurriera sin contratiempos, así que fue a encontrarse con Jackie, la organizadora del evento. La chica era amiga de Ella desde la universidad y recientemente abrió un negocio de organización de eventos. Como Ella quizo ayudar a su amiga, así que le encargó el evento en lugar del EO habitual que organizaba para Javier y Summers Entertainment. 

Parecía que había hecho bien en hablar con Jackie tan pronto como llegó, porque se veía frenética. 

—¿Qué pasó? —preguntó. 

—Oh, Ella, ¿qué debo hacer? ¡Estamos condenados! —Su amiga estaba literalmente temblando, sudor frío se formaba en sus sienes a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido. 

—Cálmate y dime qué está mal —pidió la aludida manteniendo la calma y la cabeza fría para poder encontrar la solución correcta. 

Excepto que no había una solución correcta. La cantante que contrataron para cantarle el feliz cumpleaños a Javier tuvo diarrea y no podía actuar esa noche. 

—¡Ojalá pudiera cantar! —gritó Jackie, su rostro se veía pálido. Quería culpar a la cantante, pero incluso ella sabía que era una mera coincidencia que la merienda ligera que se sirvió tuvo anguila y la cantante simplemente no pudo soportarlo. La pobre niña seguía ocupando uno de los cubículos del baño.

—Tal vez podremos encontrar a alguien en la audiencia —sugirió Damon—. Quiero decir, la mayoría de los invitados son artistas y personas que trabajan en la industria del entretenimiento, ¿verdad? Seguro que hay alguien a quien no le importará cantar para tu jefe.

Damon tenía razón, pero conociendo a su jefe y cómo se enorgullecía de sí mismo, no había forma de que aceptara que uno de sus invitados le cantara. Se sentiría avergonzado y luego Jackie y su compañía sufrirían las consecuencias. 

—No. No podemos. Javier no lo aceptará. Se enojará si descubre que le pedimos a uno de sus invitados que cante.

Jackie parpadeó y cuando miró a su amiga, su rostro recuperó algo de su color natural. 

—Hazlo tú, Ella. ¡Sabes cantar!

—¿Q-qué? 

—Puedes cantar. Sé que lo haces. Ganaste el concurso de talentos cuando estábamos en la universidad. ¿Por qué no cantas para él? Estoy segura de que no le importará si eres tú. 

Damon asintió con la cabeza. 

—Tiene razón. Tu jefe ni siquiera sabrá que se supone que no debes cantar. Pensará que esto es parte del plan y que quieres sorprenderlo.

—P- pero...

Antes de que Ella pudiera expresar su desacuerdo, sus dos amigos comenzaron a planificar lo que había que hacer. Estuvieron de acuerdo en que el vestido rojo de era un look asesino, por lo que no necesitaba cambiar su atuendo. Damon y Jackie todavía discutían sobre su maquillaje y accesorios para el cabello cuando Ella finalmente recuperó la voz. 

—¡Esperen! 

Sus amigos detuvieron su discusión y la miraron. 

—¡No puedo cantar para Javier! ¡Eso es demasiado personal! ¡Es mi jefe, por el amor de Dios! —Ella sacudió la cabeza frenéticamente, ni siquiera podía imaginarse cantando para él, mucho menos lo haría en la realidad. 

—Oh, vamos, Ella. Por favor —suplicó Jackie, sosteniendo las manos de su amiga—. Este es mi primer evento, no quiero que fracase.

—Vas a estar bien, Ella querida —aseguró Damon, tratando de convencerla—. ¿No dijiste que querías sorprenderlo con tu nuevo look para que deje de pensar que eres aburrida? —Levantó una ceja y sonrió—. Esto te daría la entrada perfecta. Todos los ojos estarán puestos en ti, incluido los suyos. 

Ella cerró los ojos y reunió sus pensamientos. Damon tenía razón y, lo que era más importante, quería que el negocio de Jackie tuviera éxito. Darle ese trabajo le abriría la posibilidad de conocer a las grandes conexiones de Javier, que tal vez podrían ser sus futuros clientes. 

—Está bien, está bien. Lo haré.

Tanto Damon como Jackie chillaron de alegría, aplaudieron mientras Ella intentaba recordar todos los comentarios condescendientes que Javier le hizo alguna vez, acerca de que era tensa y remilgada. 

Oh, le probaría que estaba equivocado y presenciar la mirada de sorpresa en su rostro salvaría su herido orgullo. 

* * *

NA: ¿Estás tan emocionada como yo por el próximo capítulo? Por favor, deja un comentario cuando tengas tiempo. ¡Gracias!

Comments (5)
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Eva Cristaldo
genial , pero como podemos seguir leyendo
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Virginia Pan
cuando estan los otros capítulos disponibles en español...?
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Minerva Betancourt
Buena, te engancha, para cuando los demás capitulos?
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