Iria era una universitaria como cualquier otra, completamente normal a ojos de los demás. Algo que la destacaba era que nunca se había metido en un solo lío, hasta esa noche. De un día para otro, estaba en una fábrica de peleas clandestinas con su mejor amiga y mezclada con el Demonio, un hombre de sonrisa egocéntrica y ojos azules tan fríos como el hielo. ¿Será ella el fuego que derrita su congelado corazón? ¿Será la "friki" que él vio subir al ring... Su salvación? "—Solo tú eres capaz de sacarme del Infierno... Por favor, quédate conmigo."
View MoreLucasEnojo. Enfado. Cabreo. Como mierda se quiera llamar. Me daba todo absolutamente igual. Iria estaba de brazos cruzados en la otra punta del sofá. Yo, en lo que vendría siendo el polo Norte, porque así me sentía: un maldito témpano de hielo. ¿Tanto le costaba compartir la puñetera manta?—Eres una egoísta —solté, molesto.—Y tú eres un cabezota —gruñó ella.—¿Tan difícil es prestarme medio metro de manta para calentarme un poco?—¿Tan difícil es levantarte a por otra? Llevas aquí todo el santo día sin hacer nada. Yo acabo de volver de un turno doble sin descansos.—Cuidar de Tyler no es que sea la tarea más fácil del mundo, ¿sabes? —murmuré— Además, el que lo hace todo soy yo y no te recrimino nada. Estoy segu
IriaEl sol se adentraba por la ventana aquella mañana en la que olvidamos correr las cortinas la noche anterior. Lucas dormía plácidamente en el lado izquierdo del colchón, mientras que yo estaba acomodada sobre su pecho, con una calma inquebrantable instalada en todo mi cuerpo. Sus fuertes brazos me rodeaban y me acariciaba la crecida barriga en la que nuestro bebé crecía.Habían pasado casi seis meses desde que supimos que íbamos a ser padres; todo el caos del principio se resumía ahora en la calma de aquella mañana de septiembre, en la que el viento mecía, bajo los cálidos rayos de sol, las hojas que se desprendían de los árboles. Me desperté recordando la visita al médico, la cuidadosa forma en la que le di la noticia a Lucas, el pánico que sentí los primeros meses, en los que un cuerpo extraño crecía en mi in
Cinco años después...LucasEl sonido del despertador analógico resonó por toda la habitación con su estruendoso y potente pitido. Sentí un manotazo en el estómago que terminó de despertarme y me incorporé en la cama.—Joder, Pepitas, ya voy.—Siempre tardas dos horas en apagar el maldito despertador y ese infernal sonido va a acabar por despertar a...Los llantos de una niña de siete meses atravesaron las paredes de nuestra habitación y oí a Iria maldecir por lo bajo. Resopló antes de sentarse en la cama y agarrar su bata rosa de mala gana
IriaEl algún momento habíamos llegado al hospital. La gente de los pasillos de urgencias se apartaban al rápido paso de la camilla que cargaba a un Lucas inconsciente y cubierto de sangre. Los enfermeros hacían lo que podían para taponar la herida y detener la hemorragia, pero con mis conocimientos sabía que estaba perdiendo mucha sangre.—¡Hay que operar de inmediato!—¡Llamad al doctor Klerk!Se disponían a pasar por una puerta que no permitía el paso a nadie que no fuera paciente o médico, sin embargo, me negaba a soltar la mano de Lucas.—Señorita, debe dejarle o no podremos hacer nada por él —me dijo una enfermera con tono impaciente.—Lucas...—Iria, déjales hacer su trabajo —Dylan soltó mi mano de la del pelinegro con impaciencia y vi la camilla perderse por esa puert
IriaEl primer round fue de lo más tranquilo; ninguno de los dos parecía querer adelantarse al otro, no parecían dispuestos a subestimar a su contrincante. Lucas, con el cabello enmarañado, la maya negra, a juego con sus guantes, y la mandíbula apretada, parecía estar en otro lugar, en otro planeta, más bien. Su mirada perdida dejaba claro que no estaba concentrado al cien por cien, y ese era precisamente el momento para estarlo.Ese era el combate más importante de su vida, el que realmente decidiría su futuro. De allí podía salir de dos maneras: victorioso o en una caja de madera. No podía permitir que eso pasase, no asumía la posibilidad de que Lucas pudiese irse de mi vida dejando las cosas como estaban. No podía irse d
Iria—No... —con sus palabras dando vueltas por mi cabeza, rebotando en las paredes de mi cráneo, empezó a faltarme la respiración—. No puede ser...—En el improbable caso de que Lucas gane, saldrá del Infierno contigo de la mano pero, ¿estás dispuesta a perdonarle todo el daño que te ha causado? —dijo, poniendo una mueca de desagrado— Y si no es así, pasarás a ser una más de nosotras.—No, no quiero esto, ¡esto no me puedo estar pasando! —empecé a golpear la puerta con intensidad— ¡Sacadme de aquí! ¡Yo no soy un objeto con el que se puede negociar!—Eso aquí no lo decides tú —repuso Lara, indiferente.—¿Por qué eres así? Tan insensible, tan malvada... ¿Qué haces tú aquí?—¿Yo? Y
IriaSus palabras me dejaron fuera de combate por un momento, y tuve que apoyarme en la puerta para asimilarlas. No era posible, no podía ser cierto. Después de todo, ¿llevó a cabo su estúpido plan? ¿Sin consultarme? Y lo peor de todo, ¿poniéndonos en peligro a todos?—¿Qué hiciste, Lucas? —cuestioné, sintiendo que mi voz decaía por momentos.—Clare me dijo como hacerlo, aunque ella no sabía para qué era —musitó, sentándose en la cama—. Le pedí que me dijera como sacar dinero de su cuenta bancaria. Le robé casi dos millones de dólares que se encuentran en un paraíso fiscal a nombre de mi padre. El muy
IriaMe desperté con el haz de luz tenue que entraba por la ventana. No había nada como despertar respirando la fragancia a sudor y menta que desprendía el chico tumbado a mi lado, con los ojos cerrados, los labios entreabiertos, y las facciones de su rostro relajadas. Su respiración era acompasada, sus músculos reposaban sobre el colchón, cubiertos por la manta, y observé la barba de unos cuantos días que crecía alrededor de su mandíbula, como un alambre de espino que pinchaba a todo aquel que osaba acercarse. Era muy guapo, con un cuerpo extremadamente tonificado, y con una personalidad narcisista y fría.Sin embargo, desde que estaba a su lado, me había dado cuenta de lo dulce y cariñoso que podía ser. Lucas era capaz de transformar un día gris en un arco iris, podía hacer que el sol saliese después de una fuerte tormenta. El oc&eac