—Este es el hijo de Luciano y yo. ¿Acaso no es normal que el pelaje de los lobos tenga variaciones de color?Valeria insistía en que el lobezno rojo era de Luciano, ignorando que él era un lobo blanco puro sin antecedentes genéticos de pelaje rojo en su linaje.Luciano, con el rostro ensombrecido por la furia, rugió:—¿Con quién te acostaste a mis espaldas, Valeria? Si no confiesas, mataré a este bastardo.Mi padre, aterrado, intervino:—Luciano, cálmate. Debe haber algún malentendido. Valeria te adora, ¿por qué te traicionaría?Al ver el apoyo paterno, Valeria alzó al bebé hacia Luciano con voz dulce:—Mira, nuestro hijo se parece tanto a ti. Tiene tus mismos ojos.Luciano tomó al lobezno con frialdad.El cachorro, que dormía plácidamente en brazos de Valeria, estalló en llanto al ver el rostro de Luciano.El gemido desgarrador me recordó a Alejandro luchando entre las llamas en mi vida pasada.Un dolor opresivo me cerró el pecho.León, al notar mi angustia, cubrió mis oídos,
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