Tal como antes, Don Federico había aprovechado la diferencia de fuerza para empujar a Estela, pero esta vez fue él mismo quien salió volando y terminó estrellado contra la pared, desmayado y sin sentido.Sebastián, con el rostro impasible, acomodó su ropa con calma y dijo con frialdad.—Ahora sí pueden sacarlo en silencio.Mateo lo miró con profundo respeto, y de inmediato él y los guardaespaldas obedecieron.Don Horacio, que había estado observando cómo Don Federico caía finalmente, quiso acercarse a Sebastián, decirle algo, hablar como padre e hijo.Pero Sebastián ya había pasado a su lado sin mirarlo siquiera, ni una sola vez volvió la cabeza.***Al mismo tiempo, en la villa.Inés, al ver que todo había sido una falsa alarma y que por fin todo había terminado, sintió que el corazón, que había estado al borde del colapso, por primera vez podía bajar las revoluciones.Por eso, con cortesía sincera, miró al hombre sentado frente a ella.—Gracias por lo de hoy —dijo de corazón.Porque
Read more