El escote del vestido era un poco pronunciado, pero no resultaba provocador. Era un estilo muy común entre las mujeres de ahora. Las marcas de lujo siguen las tendencias que les gustan a sus clientas.
Pero a Gabriel no le gustó, y ella no tuvo más remedio que hacerle caso y cambiarse. El otro vestido, uno blanco y sencillo, también lo había elegido él y tenía ese mismo estilo adorable y fresco.
Empezaba a tener una idea muy clara del tipo de chica que le gustaba.
***
La abuela de Gabriel no vivía con sus padres. Su casa estaba bastante lejos del centro, más cerca de las afueras, pues decía que el aire por allá era más puro y le sentaba mejor a su edad.
Cuando él estacionó el carro, ella miró la hora. Ya pasaban de las siete. Le entregó el pastel y las galletas y se apresuró a seguirlo para entrar.
La sala estaba iluminada.
En cuanto entraron, vio a la abuela sentada en uno de los sofás. Había varias personas más, sus suegros también estaban allí.
—¡Gabriel, Regi, ya llegaron!
Silvia se