แชร์

Capítulo 3

ผู้เขียน: Soraya
Su respiración era agitada.

Me llamó por mi nombre, su voz ronca.

—Valentina...

Cuando intentó abrazarme, no noté nada extraño, así que me hice un poco hacia atrás y, con suavidad, le ajusté las sábanas.

Le envolví el brazo, que estaba a punto de levantarse, y también su cola inquieta, asegurándome de que no quedara descubierto.

Lo miré con cierta firmeza y le advertí:

—Oye, quédate quieto y no quites las cobijas.

Thiago cerró los ojos, derrotado.

Apagué la luz y me acosté de espaldas a él.

Saqué el celular y, con el corazón en un puño, abrí el chat de Soporte al Cliente.

"Hola, tengo un problema con mi íncubo, siento que algo no anda bien."

Respondió de inmediato:

"Señorita, si tiene dudas sobre el cuidado básico, puede consultar el manual Cómo Domesticar a un Íncubo."

"¡Ah! Perdón, olvidé enviarle el manual la última vez."

Suspiré, sintiéndome aún más agotada y sin fuerzas.

"No sé si el manual sirva de algo, la verdad. Siento que mi íncubo está enfermo... y por lo que veo, es algo serio."

El equipo de Soporte al Cliente respondió rápidamente, con un tono preocupado.

"Entiendo su preocupación. Para poder brindarle el diagnóstico correcto, ¿nos podría describir bien los síntomas de su espécimen?"

"Siempre está haciendo ese ruidito tan extraño y tiene la temperatura por las nubes. Y lo peor, ¡me mira todo el tiempo con una cara de... tristeza y frustración!"

Respondió con calma:

"Mire, señorita, eso es lo más normal del mundo. En realidad, no es tristeza, sino... una señal de que está muy, muy complacido con su compañía."

Me quedé con la boca abierta.

"¿En serio? ¡Qué alivio! Yo pensaba que se había puesto mal de tantas cosas que le pongo a hacer."

El de Soporte al Cliente se alarmó en un instante:

"¿Ponerle a hacer cosas?"

"¡Un momento! ¿Usted le está asignando... tareas domésticas? ¿Cómo, limpiar el baño o planchar la ropa?"

Yo estaba totalmente perdida.

"Pero, ¿eso no viene en el manual? Dice, y cito textualmente: El íncubo es una unidad de soporte superior, diseñada para la asistencia y el confort diario, convirtiéndose en el más capaz de sus ayudantes. Están para hacernos la vida más fácil cada día, ¿o no?"

Pasaron unos segundos antes de que respondiera, y cuando lo hizo, su mensaje fue claro:

"Por eso es que su íncubo no está bien."

Parecía que quería soltar algo sin rodeos, pero se contuvo.

Al leer eso, un escalofrío me recorrió la espalda. Empecé a ponerme súper nerviosa.

"¿Entonces, sí está enfermo? ¿Qué hago? ¿Le doy alguna medicina? ¿Le compro vitaminas?"

"Señorita, vamos a ser claros: no está enfermo. Solo está... hambriento."

"¿Hambriento? ¡Pero si come como un camión todos los días! ¡Le doy sus tres comidas y sus snacks!"

El de Soporte al Cliente no perdió tiempo y me mandó un mensaje larguísimo a toda velocidad:

"Él no tiene hambre de comida, ¿me entiende? Está con hambre de otra cosa. Necesita con urgencia... besarla o hacer algo más íntimo. Los íncubos no fueron creados para el aseo, sino para satisfacer necesidades humanas.

En resumen, su íncubo está desesperado por... sus caricias. Necesita desahogarse... y usted es el menú. Ojo con eso."

Y justo después, me envió un emoji guiñando un ojo.

Me quedé parada, mirando fijamente la pantalla del celular, pensando: "¿Qué quiere de mí? ¿Desesperado por mí? ¿En serio me está diciendo esto? ¡Dios mío!"

Rápidamente, agarré el dichoso manual que jamás había abierto y le di una leída fugaz.

¡Ahora todo encajaba! Me di cuenta de que "capaz y de soporte" no significaba lo mismo que "ayudante de limpieza y lavandería". El manual se refería a otro tipo de capacidad totalmente distinta.

Me quedé roja como un tomate.

Me di la vuelta y, para mi sorpresa, vi que Thiago, que hacía un rato estaba dormido con los ojos cerrados, ya estaba completamente despierto y me miraba fijamente.

Sus ojos brillaban con una luz tenue y profunda.

Y su cola, que antes solo había estado descansando inerte sobre la cama, ahora estaba pegada a mi cintura, rozándome apenas.

No me había dado cuenta de eso, hasta que noté su mirada. En ese instante, se apresuró a esconder la cola, aunque no pudo evitar acercarse mucho más, como si la atracción fuera algo que no podía resistir.

Con una voz baja y melosa, casi un murmullo, me susurró:

—Ama, me siento muy mal.

Hacía unos días me había dicho exactamente lo mismo, y con esa misma voz tan pegajosa me había llamado "Ama". Pero yo, en mi ingenuidad, pensé que solo se había resfriado o que tenía un poco de fiebre.

Le di unas pastillas para el resfriado, convencida de que con eso se solucionaba todo.

De manera inesperada, las pastillas funcionaron de maravilla.

Esa noche, no volvió a hacer esos ruidos raros con la garganta, y su respiración se calmó. Aunque sí, seguía luciendo molesto, con la cara algo descompuesta, igualito que un perro regañado.

Pero ahora...

Recordando todo lo que el de Soporte al Cliente me había dicho, me sentí fatal, culpable. Y, sin pensarlo dos veces, tosí discretamente para llamar su atención.

Luego, abrí las cobijas de par en par.

—Oye, ¿te gustaría venir a dormir conmigo, aquí, en mi cama?

Al escuchar esto, los ojos de Thiago se iluminaron al instante. Se quedó pasmado por un segundo y luego, con una voz más ronca de lo normal, me respondió:

—Sí.
อ่านหนังสือเล่มนี้ต่อได้ฟรี
สแกนรหัสเพื่อดาวน์โหลดแอป

บทล่าสุด

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 10

    En ese momento, Thiago me miraba con una intensidad que cortaba el aliento, como si fuera un espectro oscuro decidido a arrastrarme al mismísimo infierno.—Valentina, ¿te atreves a abandonarme?Se acabó... me atrapó.Intenté cerrar la puerta rápidamente, fingiendo que todo era un mal sueño, pero Thiago ya había levantado la pierna y se había colado.No usó mucha fuerza, pero me estampó contra la pared con una precisión escalofriante.—¿A dónde crees que vas?—¿Abandonarme y luego comprar a otro?—Valentina, cuando me fui, debí haberte puesto una correa y llevarte conmigo.Sus palabras eran puras heladas, mientras una mano se cerraba lentamente sobre mi cuello, como si estuviera calculando el largo de la correa que necesitaría para atarme.Pero... el ruido.El sonido que salía de su garganta, esa mezcla de amenaza y deseo, persistente, demasiado conocido.Justo cuando pensaba que mi destino era rogar por su perdón, lo miré sorprendida.Era evidente que tenía hambre.Y eso solo podía sig

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 9

    ¿En serio?Un escalofrío recorrió mi cuerpo y, de repente, entendí lo que podría estar pasando.¿Qué tal si, después de recuperar la memoria, Thiago piensa que todas esas tareas domésticas, lavar mis calcetines y hasta mi ropa interior, fueron actos humillantes? ¿Vendría a cobrarme la factura?La respuesta era clara: Sí.Con toda seguridad, me haría pedazos, me tiraría al mar para desquitarse.Así que, sin pensarlo, llamé a mi arrendador.¿Y qué iba a hacer? ¡Mudarme, por supuesto!¿Quedarme aquí esperando a que Thiago viniera a devorarme? ¡Yo no soy ninguna tonta!Con prisa, empaqué todo y me mudé de mi vieja casa.Lo bueno fue que nunca le había dicho a Thiago dónde trabajaba, solo le pedí que se quedara en casa y me ayudara.Así que no tenía idea de dónde me iba a encontrar.Después de sobrevivir unos días, y aún sin que nadie viniera a reclamarme, comencé a relajarme.¿Será que exageré un poquito?Thiago, siendo un íncubo de tanto nivel, con un estatus mucho más alto que el de much

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 8

    —Está bien, ama.Thiago obedeció sin protestar, quitándose la camiseta. La luz cálida de la habitación iluminó su cuerpo esculpido a la perfección.Los abdominales marcados, su cintura firme. La línea de su cuerpo se perdía justo donde sus pantalones apenas alcanzaban a cubrir su intimidad.Un fuerte suspiro escapó de mis labios, y mi corazón latía tan fuerte que casi ahogaba el sonido de la respiración de Thiago.—Ya me lo quité.—Los... pantalones también, un buen íncubo sabe cuándo debe hacerlo, ¿verdad?—Valentina.No se movió, solo levantó la mirada y me miró intensamente.Luego tomó mi mano y la guió hasta el cordón de sus pantalones.—Quítamelo tú, porque todo lo que soy es tuyo.—Ama.Ese título de sumisión me llegó directo al alma, mis piernas se aflojaron.Extendí mi mano temblorosa, casi sin poder controlarme.Una noche llena de pasión.Afortunadamente, al día siguiente era sábado y no tenía que preocuparme por llegar tarde y perder mi bono de puntualidad.Pero cuando abrí l

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 7

    Thiago es tan guapo que no podía soportar la idea de que tuviera que compartir una vida tan apretada conmigo. ¡Qué pena!¡Ojalá yo también pudiera conseguir algo de plata de alguna forma!Estaba inmersa en esos pensamientos sobre el dinero, cuando llegué a casa y me encontré con que no había luz. Todo estaba a oscuras.¿Se habrá ido a comprar algo?¿No habíamos quedado en que se quedaría en casa y no saldría a ningún lado?Me giré para ir al mercado del vecindario, pero justo en ese momento, al dar la vuelta, me topé de frente con Thiago subiendo las escaleras.Al verme, su expresión fue... rara.—¿Ya llegaste?Asentí y, sin pensarlo dos veces, le solté la pregunta:—¿A dónde fuiste? ¿Por qué no estás en casa?—Fui a comprar algo.—¿Y las compras?Lo miré, desconfiada, porque sus manos estaban vacías.Thiago guardó silencio por un momento y luego se disculpó.—Lo siento, voy a ir a comprar de nuevo.Y se dio la vuelta para salir de nuevo, pero yo lo detuve suavemente.—No hace falta qu

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 6

    Por supuesto que no lo iba a abandonar.Si tuviera que compararlo con un animal, Thiago sería más bien un gato: frío, con muchísimo carácter y, además, bastante independiente. ¡Él sería el que me daría la patada a mí!Después de todo, no soy una persona especialmente atractiva ni tengo tanto dinero, así que tener a un íncubo tan guapo a mi lado ya es una suerte enorme.Al día siguiente, justo antes de salir para el trabajo, me invadió una sensación de nostalgia, como si no quisiera irme.Antes, lo veía como un compañero de tareas domésticas, pero desde anoche, después de besarlo, las cosas habían cambiado.Mi relación con él ahora era más profunda, había una pequeña chispa de deseo que no podía negar.Sentí una creciente sensación de posesividad que no podía explicar.—Thiago, últimamente las cosas afuera están un poco peligrosas, no salgas demasiado. Como eres tan guapo, podrían fácilmente capturarte y venderte a otra persona. No tengo dinero para volver a comprarte, ¿sabes?—Está bie

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 5

    El resultado de haberle dado permiso fue que mi boca me ardía, estaba un poco hinchada y, sí, tenía un corte en la lengua.Ni siquiera podía hablar sin que me doliera.Y el culpable de todo esto, con cara de nada, sostenía una bolsa de hielo para ayudarme a reducir la inflamación.Después de haberse saciado, Thiago volvió a ser ese íncubo callado y distante.—¿Te duele?Sacudí la cabeza, roja como un tomate, mientras todavía apretaba su cola entre mis manos. No podía soltarla.Porque, seamos sinceros, yo también me había "divertido" un poco antes.Los íncubos no decepcionan en lo absoluto; son estupendos haciendo que los humanos pierdan el control.Son sencillamente irresistibles. Te hacen querer mandar todo al carajo y quedarte allí, perdiéndote en un mar de caricias.Recordando lo que acababa de pasar, intenté despejar mi mente con una tos disimulada.Necesitaba recuperar la compostura.No quería perder el control por completo.—Thiago, entonces... cuando un íncubo siente hambre, qui

บทอื่นๆ
สำรวจและอ่านนวนิยายดีๆ ได้ฟรี
เข้าถึงนวนิยายดีๆ จำนวนมากได้ฟรีบนแอป GoodNovel ดาวน์โหลดหนังสือที่คุณชอบและอ่านได้ทุกที่ทุกเวลา
อ่านหนังสือฟรีบนแอป
สแกนรหัสเพื่ออ่านบนแอป
DMCA.com Protection Status