แชร์

Capítulo 2

ผู้เขียน: Soraya
Thiago miró el paño que tenía en las manos, su cara reflejaba una mezcla de confusión, desconcierto y una pizca de incomodidad.

—Ah, si no sabes por dónde empezar, puedes barrer, trapear, lavar la ropa o hacer lo que quieras —dije, con tono comprensivo.

Me clavó la mirada, visiblemente perplejo.

—¿En serio? ¿Me compró solo para que haga las tareas de la casa?

Parpadeé un par de veces, sorprendida por su reacción.

—Sí, ¿y qué esperabas?

Al instante, el ronroneo en su garganta fue ahogado.

Así es. Compré a Thiago para que me echara una mano con el quehacer.

La idea me vino de la nada, justo mientras escuchaba a una compañera charlar.

Ella también había comprado un íncubo por internet.

Siempre hablaba maravillas de su íncubo, diciendo que era muy trabajador y siempre dispuesto a echar una mano en la cocina, la lavandería y el quehacer de la casa. Y, al parecer, se divertía muchísimo todas las noches.

Mientras los demás compañeros se reían con complicidad, yo, que soy algo despistada, logré captar un punto clave: ¡Ayudar con las tareas del hogar!

Mis ojos se iluminaron al instante.

Yo, siempre hundida en el trabajo, nunca tenía tiempo para limpiar. Mi casa se había vuelto un caos total, y eso me tenía muy preocupada.

Así que, tener un íncubo que se hiciera cargo de todo eso, me pareció la solución perfecta.

Por esa razón compré al más capaz: a Thiago.

***

Miré de reojo a Thiago, cuya figura alta se veía en la cocina, fregando los platos con una expresión distante.

Yo, tan tranquila, me fui a dormir.

A lo largo de la semana, Thiago, el eficiente, empezó a hacerse cargo de todo en casa.

Al comienzo, se notaba un poco torpe, pero en un par de días se convirtió en todo un experto.

Era sumamente inteligente.

Me levantaba por la mañana y ya lo encontraba doblando la ropa.

Me lavaba la cara y él, con la mayor diligencia, me acercaba la toalla.

Regresaba a casa después del trabajo y la cena ya estaba servida.

Incluso antes de acostarme, él ya me había preparado la cama.

Me metía en la cama, que aún conservaba el calor de su cuerpo, y no podía evitar suspirar de satisfacción. Mi cuerpo se relajaba al instante.

¡Qué gusto!

Era perfecto.

Definitivamente, no me arrepentía de haber pagado tanto por él.

Lo único que me inquietaba un poco era aquel ruido.

Ese suave ronroneo.

Al inicio pensé que era por los nervios, quizás le daba miedo o estaba muy tenso.

Pero después de un mes, el sonido seguía ahí, sin cesar.

Cada noche, se acostaba junto a mi cama, sin decir ni una palabra ni jugar con nada.

Solo me observaba fijamente, sin siquiera parpadear.

Su cola, tan hermosa, barría el suelo con suavidad, dándole un aire... triste y melancólico.

Preocupada, le acaricié la frente: Estaba hirviendo.

¿Estaba enfermo?

Me apresuré a tocar la cama.

—Thiago, no vas a dormir en el suelo hoy. Anda, vente y acuéstate aquí, a mi lado.

—¿Puedo dormir en la cama?

Thiago se quedó inmóvil un instante, visiblemente sorprendido.

Lo miré con ternura y le apreté la mano con delicadeza.

—Claro que sí, siempre puedes dormir a mi lado.

Al recibir mi permiso, Thiago abrazó su manta y se recostó a mi lado.

Un íncubo hermoso se acomodó en mi almohada rosa...

Su cara mantenía una perfección absoluta. La gravedad no parecía afectarlo. Lucía tan marcado y definido como siempre.

Ver tanta belleza me cautivó tanto que, de inmediato, sentí la garganta seca.

Pero seguía emitiendo aquel ruido extraño, y su temperatura era tan alta que me asombró.

—Thiago, hoy descansa, no tienes que levantarte temprano a preparar el desayuno.

—Pero vas a tener hambre.

—No te preocupes, puedo salir a comprar algo.

—Eso no es saludable, yo te lo preparo.

Me miró fijamente.

En realidad, sus ojos parecían seguir mis labios, clavándose en cada movimiento con una intensidad que casi me quemaba.

Pero yo, con mi despiste habitual, me sentí halagada por tanta atención.

¿Quién podría tener un íncubo tan atento y dulce?

Había sido tan descuidada, sin darme cuenta de que él también necesitaba descansar, y que tal vez estaba enfermo.

El remordimiento me invadió. No pude evitar acercarme a él y darle un beso suave en la frente, como una forma de disculparme.

En ese mismo instante, las pestañas de Thiago se estremecieron apenas.
อ่านหนังสือเล่มนี้ต่อได้ฟรี
สแกนรหัสเพื่อดาวน์โหลดแอป

บทล่าสุด

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 10

    En ese momento, Thiago me miraba con una intensidad que cortaba el aliento, como si fuera un espectro oscuro decidido a arrastrarme al mismísimo infierno.—Valentina, ¿te atreves a abandonarme?Se acabó... me atrapó.Intenté cerrar la puerta rápidamente, fingiendo que todo era un mal sueño, pero Thiago ya había levantado la pierna y se había colado.No usó mucha fuerza, pero me estampó contra la pared con una precisión escalofriante.—¿A dónde crees que vas?—¿Abandonarme y luego comprar a otro?—Valentina, cuando me fui, debí haberte puesto una correa y llevarte conmigo.Sus palabras eran puras heladas, mientras una mano se cerraba lentamente sobre mi cuello, como si estuviera calculando el largo de la correa que necesitaría para atarme.Pero... el ruido.El sonido que salía de su garganta, esa mezcla de amenaza y deseo, persistente, demasiado conocido.Justo cuando pensaba que mi destino era rogar por su perdón, lo miré sorprendida.Era evidente que tenía hambre.Y eso solo podía sig

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 9

    ¿En serio?Un escalofrío recorrió mi cuerpo y, de repente, entendí lo que podría estar pasando.¿Qué tal si, después de recuperar la memoria, Thiago piensa que todas esas tareas domésticas, lavar mis calcetines y hasta mi ropa interior, fueron actos humillantes? ¿Vendría a cobrarme la factura?La respuesta era clara: Sí.Con toda seguridad, me haría pedazos, me tiraría al mar para desquitarse.Así que, sin pensarlo, llamé a mi arrendador.¿Y qué iba a hacer? ¡Mudarme, por supuesto!¿Quedarme aquí esperando a que Thiago viniera a devorarme? ¡Yo no soy ninguna tonta!Con prisa, empaqué todo y me mudé de mi vieja casa.Lo bueno fue que nunca le había dicho a Thiago dónde trabajaba, solo le pedí que se quedara en casa y me ayudara.Así que no tenía idea de dónde me iba a encontrar.Después de sobrevivir unos días, y aún sin que nadie viniera a reclamarme, comencé a relajarme.¿Será que exageré un poquito?Thiago, siendo un íncubo de tanto nivel, con un estatus mucho más alto que el de much

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 8

    —Está bien, ama.Thiago obedeció sin protestar, quitándose la camiseta. La luz cálida de la habitación iluminó su cuerpo esculpido a la perfección.Los abdominales marcados, su cintura firme. La línea de su cuerpo se perdía justo donde sus pantalones apenas alcanzaban a cubrir su intimidad.Un fuerte suspiro escapó de mis labios, y mi corazón latía tan fuerte que casi ahogaba el sonido de la respiración de Thiago.—Ya me lo quité.—Los... pantalones también, un buen íncubo sabe cuándo debe hacerlo, ¿verdad?—Valentina.No se movió, solo levantó la mirada y me miró intensamente.Luego tomó mi mano y la guió hasta el cordón de sus pantalones.—Quítamelo tú, porque todo lo que soy es tuyo.—Ama.Ese título de sumisión me llegó directo al alma, mis piernas se aflojaron.Extendí mi mano temblorosa, casi sin poder controlarme.Una noche llena de pasión.Afortunadamente, al día siguiente era sábado y no tenía que preocuparme por llegar tarde y perder mi bono de puntualidad.Pero cuando abrí l

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 7

    Thiago es tan guapo que no podía soportar la idea de que tuviera que compartir una vida tan apretada conmigo. ¡Qué pena!¡Ojalá yo también pudiera conseguir algo de plata de alguna forma!Estaba inmersa en esos pensamientos sobre el dinero, cuando llegué a casa y me encontré con que no había luz. Todo estaba a oscuras.¿Se habrá ido a comprar algo?¿No habíamos quedado en que se quedaría en casa y no saldría a ningún lado?Me giré para ir al mercado del vecindario, pero justo en ese momento, al dar la vuelta, me topé de frente con Thiago subiendo las escaleras.Al verme, su expresión fue... rara.—¿Ya llegaste?Asentí y, sin pensarlo dos veces, le solté la pregunta:—¿A dónde fuiste? ¿Por qué no estás en casa?—Fui a comprar algo.—¿Y las compras?Lo miré, desconfiada, porque sus manos estaban vacías.Thiago guardó silencio por un momento y luego se disculpó.—Lo siento, voy a ir a comprar de nuevo.Y se dio la vuelta para salir de nuevo, pero yo lo detuve suavemente.—No hace falta qu

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 6

    Por supuesto que no lo iba a abandonar.Si tuviera que compararlo con un animal, Thiago sería más bien un gato: frío, con muchísimo carácter y, además, bastante independiente. ¡Él sería el que me daría la patada a mí!Después de todo, no soy una persona especialmente atractiva ni tengo tanto dinero, así que tener a un íncubo tan guapo a mi lado ya es una suerte enorme.Al día siguiente, justo antes de salir para el trabajo, me invadió una sensación de nostalgia, como si no quisiera irme.Antes, lo veía como un compañero de tareas domésticas, pero desde anoche, después de besarlo, las cosas habían cambiado.Mi relación con él ahora era más profunda, había una pequeña chispa de deseo que no podía negar.Sentí una creciente sensación de posesividad que no podía explicar.—Thiago, últimamente las cosas afuera están un poco peligrosas, no salgas demasiado. Como eres tan guapo, podrían fácilmente capturarte y venderte a otra persona. No tengo dinero para volver a comprarte, ¿sabes?—Está bie

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 5

    El resultado de haberle dado permiso fue que mi boca me ardía, estaba un poco hinchada y, sí, tenía un corte en la lengua.Ni siquiera podía hablar sin que me doliera.Y el culpable de todo esto, con cara de nada, sostenía una bolsa de hielo para ayudarme a reducir la inflamación.Después de haberse saciado, Thiago volvió a ser ese íncubo callado y distante.—¿Te duele?Sacudí la cabeza, roja como un tomate, mientras todavía apretaba su cola entre mis manos. No podía soltarla.Porque, seamos sinceros, yo también me había "divertido" un poco antes.Los íncubos no decepcionan en lo absoluto; son estupendos haciendo que los humanos pierdan el control.Son sencillamente irresistibles. Te hacen querer mandar todo al carajo y quedarte allí, perdiéndote en un mar de caricias.Recordando lo que acababa de pasar, intenté despejar mi mente con una tos disimulada.Necesitaba recuperar la compostura.No quería perder el control por completo.—Thiago, entonces... cuando un íncubo siente hambre, qui

บทอื่นๆ
สำรวจและอ่านนวนิยายดีๆ ได้ฟรี
เข้าถึงนวนิยายดีๆ จำนวนมากได้ฟรีบนแอป GoodNovel ดาวน์โหลดหนังสือที่คุณชอบและอ่านได้ทุกที่ทุกเวลา
อ่านหนังสือฟรีบนแอป
สแกนรหัสเพื่ออ่านบนแอป
DMCA.com Protection Status