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A la mañana siguiente.

Como Mia había estado muy cansada el día anterior, durmió toda la noche y no se despertó hasta bien entrada la mañana.

El tenue rayo de sol que entraba en la habitación la hizo entrecerrar los ojos con desaprobación mientras se despertaba.

Se estiró y bostezó.

Lo primero que se le pasó por la cabeza en cuanto se despertó fue la comida. Tenía hambre. Mucha hambre. No había comido mucho el día anterior. Incluso se había saltado la cena.

Lanzando un profundo suspiro, se quitó el edredón del cuerpo y dejó caer las piernas al suelo. En cuanto sus pies entraron en contacto con el frío suelo, un relámpago la iluminó y sus ojos se abrieron de golpe.

Los recuerdos de aquella noche la invadieron mientras miraba al vacío, con los ojos desorbitados. ¿Qué era aquello? ¿Estaba soñando?

La escena de su beso con Shawn se repetía en su mente. Cuanto más sucedía, más se le abrían los ojos. Se había metido en un buen lío.

Apresuradamente, se dio la vuelta y miró al otro lado de