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Capítulo 09

Penulis: Aurora
El robo de información confidencial era un broncón en el mundo de los negocios.

Si se confirmaba la acusación, Mariana se metería en un lío legal y hasta podría ir al bote.

Y Releo también saldría embarrado.

En la cena de aquella noche, Diego no le creyó nada a Javier.

Pero hoy había irrumpido en Releo con todo un equipo, obvio que venía preparado.

Pensándolo bien, agarró el plan y lo hojeó, con un brillo en los ojos, antes de mirar a Mariana.

—¿Qué rollo, señorita Vázquez?

Antes de que Mariana pudiera decir algo, Javier la interrumpió.

Los ojos del hombre mostraban una satisfacción confiada y una frialdad que anticipaba verla rogando de rodillas.

—¿A poco tienes opciones? Te di un montón de chances, pero tú insististe en que no representabas a López Corp. Mariana, ¿crees que sin López Corp tienes derecho a negociar con Releo?

Todas las explicaciones se le quedaron atoradas en la garganta.

Mariana nunca quiso humillar demasiado a Javier.

Lo había querido y, aunque él la había hecho pedazos, nunca pudo olvidar aquella noche lluviosa de desesperación cuando él le tendió la mano.

Pero este hombre... era demasiado agresivo e irracional.

—Órale, ya que el señor López está tan seguro de que soy culpable, ¿se anima a apostar conmigo? Si mi plan no tiene nada que ver con López Corp, si la colaboración entre Nubelis y Releo se basa completamente en nuestro propio mérito, exijo que... se disculpe públicamente y admita que es un patán ciego y sin corazón.

La última apuesta finalmente liberó emociones difíciles de aguantar.

El hombre no pudo evitar reírse con desprecio.

Había venido con gente de su empresa, no con la tira, dándole a esta mujer una última oportunidad de salir bien librada.

¡De verdad que no sabía aprovechar su bondad!

—Órale, y cuando vengas llorando a pedirme perdón, no te voy a ayudar.

En ese momento, Diego miró a Mariana, con un brillo en los ojos, y de repente sonrió suavemente. —Ah, también escuché que hubo algunos problemas personales entre la señorita Vázquez y el señor López, ¿verdad? Pero como esto afecta la reputación de Releo, ¿le importará que me meta, señor López?

Javier no podía pedir nada mejor.

Quería lavar por completo la humillación que había sufrido aquella noche en la cena.

Y quería que Mariana supiera que sin él, jamás tendría éxito.

Ambas partes mandaron a sus representantes para investigar cada detalle del plan, incluyendo los materiales para las etapas posteriores, la dirección del mercado, etc., para determinar el porcentaje final de coincidencias.

Si alcanzaba cierto nivel de similitud, el plagio sería un hecho innegable.

Javier se sentó arrogantemente en su silla, mirando de reojo a Mariana.

Esperaba ver a la mujer en un estado de pánico y vergüenza, pero esa cara hermosa seguía tranquila y elegante; hasta tenía ganas de cotorrear en voz baja con Diego mientras tomaban té.

¿A poco ya lo daba por muerto?

Apartó la mirada con furia, pero su vista de reojo captó las piernas largas y delgadas de la mujer cubiertas con medias negras bajo la falda. La irritación y frustración que se habían acumulado en su pecho desde la noche anterior se intensificaron.

En ese momento, su asistente se acercó y le susurró, —Señor López, el porcentaje de coincidencia no es suficiente.

—¡No manches! El hombre ya no pudo aguantar su furia y golpeó la mesa con la palma de la mano. La tensión en el ambiente aumentó un montón.

Diego, sin prisas, le recordó:

—Señor López, este es Releo, por favor cuide su imagen.

La cara de Javier se ensombreció como agua turbia. Le arrebató los documentos de la mano a su asistente y mientras más leía, más sorprendido estaba.

El tema principal del proyecto era obvio; incluso si Mariana hubiera rediseñado el plan, no podría alejarse mucho de lo que López Corp había preparado. Sin embargo, los materiales frente a él superaban por completo sus expectativas.

—¿Esto lo... escribiste tú?

—preguntó, mirando a Mariana con incredulidad.

Diego sonrió, —Qué pregunta tan rara, señor López. ¿A poco sugiere que lo proporcionó Releo?

La respuesta obvia fue como una buena cachetada en la cara de Javier.

Justo cuando parecía no tener salida, uno de los miembros del comité supervisor dijo de repente, —Señor López, hay un problema con este material.

Javier se acercó de inmediato y después de comparar varias veces, colocó dos hojas de papel frente a Diego.

—Director Serrano, si Mariana comete errores en la selección de materiales tan importantes, ¿de verdad confía en que ella y Nubelis puedan manejar bien este proyecto?

Se irguió, mirando a Mariana desde arriba.

—Es cierto que estudiaste ingeniería aeroespacial, pero ni siquiera sacaste tu título. Aunque hayas conseguido que alguien te prepare un plan perfecto, no puedes ocultar tus fallas profesionales. Una vez que el proyecto empiece, las pérdidas para Releo no podrían pagarse ni con todo Nubelis.

La oficina se quedó en silencio total.

Javier se veía triunfante como un gallo ganador.

Esperaba ver cómo se explicaría la mujer.

Hasta le dio una emoción morbosa pensar en cómo le rogaría cuando no tuviera escapatoria.

Tal como aquel año cuando la recogió bajo la lluvia, parecía un perro abandonado.

Él la había criado; ella debería vivir solo para él por el resto de su vida.

Entonces, uno de los técnicos de Releo levantó despacio la mano con una sonrisa incómoda pero educada.

—Señor López, ¿existe la posibilidad de que el material proporcionado por la señorita Vázquez sea más avanzado y preciso?

La cara de Javier se descompuso por un instante.

Como si él fuera el verdadero payaso.

López Corp también había traído gente importante y pronto descubrieron el resultado.

—Señor López, este es acero LN, lo más avanzado; nosotros nunca podríamos...

La verdad cayó como un rayo.

Diego se levantó despacio, con una sonrisa misteriosa.

—Señor López, perdió la apuesta. El departamento de relaciones públicas de Releo está a su disposición para emitir una declaración de disculpa.

La cara del hombre se puso roja como un tomate.

En el vestíbulo de Releo había mucha gente que venía a hacer negocios o buscar colaboraciones.

La puerta de la sala de recepción no estaba cerrada, y el alboroto de adentro había llamado la atención de muchos.

Al principio, los guardias de seguridad intentaban contener a la gente, pero después de que Diego les hiciera una seña, permitieron que todos observaran.

De entre la multitud, salió un señor de mediana edad vestido con un traje impecable, sonriendo misteriosamente.

—Señor López, un hombre debe cumplir su palabra. No puede echarse para atrás.

Javier estaba que echaba chispas, pero al ver quién llegaba, se le aguó el caldo. —¡Órale, señor Ginés! Qué pena que le tocó ver este show. Ya tenemos listo el contrato de renovación, si nos hiciera el favor de darse una vuelta por las oficinas de Releo...

Ginés Marín era un empresario pesado de la ciudad, conocido por manejar broncas bien cabronas con una facilidad pasmosa, y aparte, un cliente de esos que no se pueden perder para Releo.

El contrato de este trimestre ya iba a vencer y hace unos días les habían mandado la petición para renovarlo. ¿Qué pedo que ahora aparecía en Nubelis?

Pero en ese momento, Ginés soltó una risita de esas que dan mala espina. —Lo de la renovación, creo que lo vamos a dejar pa' luego.

Haciendo como que Javier era invisible, lo toreó y le extendió la mano a Mariana con una sonrisa de oreja a oreja. —¡Órale, Señorita Vázquez! ¿Qué pasó, que se cambió de jale? ¡Por qué no me avisó antes! ¡Mi trato con Releo lo arreglé directo con usted!

—Señor Marín. Mariana también estaba sacada de onda, pero rapidito cachó que seguro había escuchado algo de la tecnología de punta que mencionó en su presentación.

Al final, todos eran empresarios, lobos de mar en este negocio.

Se entendía. Respondió con cortesía, pero marcando su distancia como debe ser, —Lo siento mucho, sí, cambié de empresa. Ya no tengo nada que ver con Releo. Si desea renovar...

—¡No, no, no, Señorita Vázquez, me está entendiendo mal! —Ginés movió las manos rapidísimo—. Lo que quiero decir es que ahora que está en una nueva empresa, con tecnología nueva, ¡seguro que también nos puede echar la mano a nosotros!

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