Hope era la esposa de Blake Cameron, uno de los magnates más prestigiosos y reconocidos en la industria del cine. Actor, director y productor, ella tenía la vida que muchas mujeres en el medio deseaban, pero había sido ella quien se había hecho con el corazón del famoso magnate. Entonces pensó que la llegada de su primer bebé consolidaría aquella relación. Hope nunca pudo estar más equivocada y el golpe llegó cuando su marido la acusó de infidelidad y la echó de su lado. Tras la muerte de su padre, Hope se ve obligada a regresar a la ciudad de Los Ángeles seis años después para compartir la dirección de la empresa con nada más y nada menos que su marido. ¿Qué pensará Blake cuando conozca al pequeño Matthew? ¿Podrá seguir renegando de la verdad?
View MorePrefacio.
—¡Estoy embarazada!
El silencio sepulcral que le siguió a aquel eufórico anuncio de la mujer, solo fue roto por el estruendo del cristal rompiéndose al caer al piso e hizo que Hope Morgan diera un pequeño salto del susto y una ligera exclamación saliera de sus labios.
—Cariño, ¿estás bien? —preguntó ella acercándose a su esposo.
Blake Cameron miró a Hope, su bella y tan amada esposa, pero era como si la viera por primera vez.
¡Qué ciego había sido! ¡Qué idiota y confiado había sido con ella!
—Blake…
—¿Qué has dicho, Hope? —preguntó alejándose del toque femenino que solo minutos antes deseaba y añoraba sentir sobre su piel.
—Dije que estoy embarazada, ¡Estamos esperando un bebé! —exclamó con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
Hope Morgan no había sido más feliz en su vida que ahora, luego de tres años de feliz matrimonio, por fin habían concebido su primer hijo.
—Dime…, —dijo el hombre sintiendo cómo la rabia bullía en su interior—. Dime con quién me has engañado, ¿¡Quién ha sido el hombre con quien has compartido tu cama!? —gritó furioso.
Hope se encogió, como si Blake le hubiese dado un golpe.
—No sé de lo que hablas, Blake…
—¡No te hagas la santa! —explotó tomándola del brazo con fuerza—. Dime, ¿quién es el padre de tu hijo? —preguntó con los dientes apretados.
—Estás loco, Blake. ¿Cómo puedes preguntarme esto? ¡Eres el único hombre en mi vida! —gritó la joven.
—Soy el único idiota que creyó que eras diferente al resto de las mujeres. ¡Fui el imbécil que pensó que tú eras una mujer íntegra! —gritó lanzando a la joven sobre el sillón.
Hope lo miró con miedo, por primera vez en tres años, sintió el verdadero terror. No comprendía por qué Blake le hablaba de esa manera, pero dudar de la paternidad de su hijo no tenía sentido.
—No sé lo que ocurre contigo, Blake, pero eres el padre de mi hijo, ¡Era virgen cuando me entregué a ti y desde entonces he sido únicamente tuya! —gritó con lágrimas en los ojos.
—Eres una mentirosa, ¡una farsante, Hope! —la acusó.
—Blake…, no puedes tratarme así, ¡jamás te he dado un solo jodido motivo para que desconfíes de mí!
—Porque no había evidencia de tu infidelidad, pero ahora…, ahora crece dentro de ti. ¡Llevas en tu seno el hijo de otro hombre!
—¡Estás loco!
—Sí, estoy loco de dolor y de rabia, Hope… ¡Jamás voy a perdonarte esta traición! —gritó.
La muchacha se levantó y miró al hombre que creyó era el amor de su vida, el hombre con quien pensó que formaría una familia, con quien vería a sus hijos crecer y luego a sus nietos.
¡Gran error!
—Soy yo la que nunca va a perdonarte por esto que estás haciendo conmigo y nuestro hijo.
—No es nuestro hijo, es tu hijo, ¡el bastardo que quieres endosarme!
El sonido de una bofetada irrumpió en la habitación, la mano de Hope dolía, pero nada se comparaba al dolor que sentía en su corazón, nada iba a compararse jamás con el daño que Blake Cameron le estaba haciendo hoy, un dolor que no iba a olvidar.
—Espero que nunca te arrepientas de lo que acabas de hacer, Blake, pero si ese día llega, espero que te revuelques en tu miseria y no seas feliz jamás…
—Eres tú quien falló en esta historia de amor, Hope Morgan.
—Eres tú quien me acusa de ser infiel…
—¡Porque soy yo quien no puede tener hijos! ¡Me hice la vasectomía antes de nuestra boda!...
Hope lo miró, estaba sorprendida por la confesión de su marido, ¿Qué podía decir o hacer? Hope no era una mujer que rogara y menos cuando era evidente que su esposo le había mentido desde un principio.
—Entonces, no hay nada más que decirnos, Blake...
—Nada, más que firmar el divorcio —aseguró.
Hope tragó el nudo formado en su garganta, miró una última vez a su esposo, el que hasta hace pocos minutos creyó era un buen tipo y se marchó.
Entonces Hope no tenía idea de lo que la llegada de su bebé desencadenaría no solo en su matrimonio, sino también en su familia, con sus padres.
—Lo siento Hope, pero no puedo solapar una traición.
—No puedes hablar en serio, papá, ¡Jamás le he sido infiel a Blake! ¡Tienes que creer en mí, nunca haría algo para avergonzarte! —gritó desesperada.
Hope ni siquiera tuvo la oportunidad de darle la noticia a sus padres sobre su bebé, porque Blake ya se había encargado de dar su versión de los hechos.
—¡Blake no puede tener hijos, Hope, no sigas con esta mentira! —gritó Daniel Morgan a su hija.
—¿Qué esperas que haga? —preguntó recomponiéndose.
—No tienes muchas opciones, Hope, deshazte del bebé o lárgate de mi casa.
—¡No puedes hacerle esto, Daniel, Hope es nuestra hija! —gritó en medio del llanto Hilary. La mujer se negaba a creer que su hija fuera capaz de engañar a Blake amándolo como lo amaba.
—No seré el hazmerreír de la ciudad, Hilary.
—Y no lo serás, papá, porque esta misma noche me iré de la ciudad y no volverás a verme jamás…
¡Tres semanas!Tres semanas era el plazo que Abby le había dado a Isaac para casarse con ella. Isaac se había sorprendido, pues esperaba que su prometida planificara la boda de sus sueños, sin embargo, Abby había decidido todo lo contrario.«El tiempo es oro y la vida es muy corta para perder más el tiempo, Isaac. Yo estoy segura de mis sentimientos por ti y si en tu corazón no existe duda alguna de que me amas, no entiendo por qué debemos esperar. ¿Qué vamos a esperar?»Aquellas palabras habían sido decisivas para Isaac. Él no iba a negarse a convertir a Abby en su esposa y compartir con ella por el resto de su vida.Las tres semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Bárbara Hamilton había convocado a toda la familia para solicitarles su participación y planificación de la boda.Si la familia se vio sorprendida por el repentino anuncio, se abstuvieron de hacer comentario alguno y participaron muy activamente hasta en el más mínimo detalle de la fiesta.Hope y Daphne fueron las en
Abby miró su reloj por enésima vez, el pequeño aparato marcaba las ocho de la noche y quince minutos e Isaac no daba señales de vida.—¿Dónde te has metido? —musitó en voz baja, mientras caminaba a su balcón, ya ni recordaba las veces que lo había hecho en los últimos cinco minutos.Abby estaba tentada a llamarle y preguntarle, pero… ¿Qué iba a preguntar? ¿Si se había arrepentido? ¿Qué de repente se había dado cuenta de que no eran el uno para el otro? Ella negó con brusquedad, como si de esa manera los malos pensamientos se alejaran de su cabeza.Eran pensamientos que no debía tener, que no debía siquiera pensar.—Isaac —lo llamó.Abby se acercó a la ventana de nuevo, caminó un par de veces, miró su reloj y apenas habían pasado tres minutos.Estaba a punto de caer en la desesperación, incluso estaba tentada de llamar a la policía, pero cuando sus ojos se fijaron en el auto que estacionó frente a la entrada de su casa, ella se olvidó de todo, salió de su habitación y corrió escaleras
Un sentimiento de enojo se apoderó del cuerpo de Isaac y un deseo de ir y golpear al hombre barrió por cada fibra de su ser, sin embargo, no se movió de su sitio. Se obligó a estar de pie, justo allí donde estaba.—Isaac —murmuró Connor, el hombre no tuvo ningún problema en reconocérselo y sin saber por todo lo que el ex agente había pasado se acercó para darle la mano.Isaac de nuevo estuvo tentado a no corresponder el saludo, pero terminó extendiendo su mano, recordando que el motivo de su secuestro también tuvo que ver con su trabajo. Ser un agente no era fácil y llevaba muchos riesgos y en el fondo agradeció no haber sabido qué Connor vivía, pues con seguridad habría revelado la verdad ante tantas torturas a las que había sido sometido.—Connor —dijo, sorprendiendo al hombre, pues en todos esos meses, seguía utilizando el nuevo nombre que le fue otorgado.Daphne carraspeó para llamar la atención de los hombres, pues la presencia de Isaac en casa de sus padres y luego de tanto tiem
Abby dejó escapar un ligero gemido, su cuerpo estaba dolorido, pero de esa manera deliciosa, con esas señales inequívocas de haber hecho el amor toda la noche.—Buenos días mi Ángel —saludó Isaac dejando un sendero de besos húmedos por sus hombros y mordiendo el lóbulo de su oreja.—¿Cómo llegamos aquí? —preguntó, la chica al darse cuenta de que estaba sobre una cómoda y suave cama.—Exactamente, no lo sé —Isaac se rio—. ¿Importa? —preguntó sin dejar de reír.El sonido de aquella risa inundó el corazón de Abby, que bien se sentía, era como estar en el lugar correcto, con la persona correcta.—Lo único que me importa es saber que estás aquí, conmigo —respondió, girándose para quedar frente a frente con Isaac.—Abby —susurró, perdiéndose en su mirada, Isaac estaba tentado a tomar los labios de la muchacha y volver a perderse entre las mieles del amor, sin embargo, era consciente de que no todo era pasión. Ellos se habían entregado por completo y él deseaba hacer las cosas bien y bonitas
«Deseo hacerte el amor»El cuerpo de Abby tembló ante tal declaración, su corazón se aceleró y su intimidad se humedeció casi de inmediato.—Isaac —susurró, mirándolo a los ojos con intensidad.—Abby…El ex agente estaba a punto de retractarse, quizá no había sido el mejor momento, tampoco era el mejor lugar, por lo que, haciendo acopio de su fuerza de voluntad, intentó apartarse del cuerpo de la joven.Abby adivinó sus intenciones y antes de que se pudiera alejar lo haló de la camisa y tomó su boca en un beso desenfrenado, presionándose contra él de tal manera que no pudiera escapar.Isaac tampoco deseaba huir, él no era un don Juan, no tenía ningún interés en nadie más que no fuera Abby, tampoco la quería para una noche de aventura. Él deseaba que su Ángel formara parte de su vida y felicidad por el resto de sus días.Quizá estaba comportándose de manera egoísta a ojos del mundo, sin embargo, era todo lo que él deseaba. No pedía nada más a la vida, no quería nada más.El bes
Isaac se quedó de piedra por unos breves segundos, antes de cerrar los ojos, tomar el cuello de Abby y corresponder el beso.Abby gimió al sentir la lengua de Isaac abrirse paso por su boca y de dominar el beso, se vio sometida por la fuerza y la destreza del hombre, mientras Henry y Romina miraban en completo silencio la situación.—Creo que estamos de más —murmuró Romina, acercándose a Henry.El muchacho asintió y no se fijó en lo cerca que estaba su querida enemiga.—¿Por qué no me invitas una copa? —preguntó Romina.Henry se giró para verla y sus labios casi quedaron juntos, él tragó, la última vez que habían estado muy cerca uno del otro, había sido dos años atrás, mientras celebraban el cumpleaños número dieciocho de Romina.—¿Quieres que te invite? —preguntó Henry desconcertado.—No tengo nada mejor que hacer y ver a una pareja comerse delante de mí, no es mi fetiche —mencionó.Henry miró a Abby y se dio cuenta de que definitivamente no iba a recuperar a su prima esa noche, así
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