Mateo de verdad quería golpear a Sebastián, pero sabía que perdería. Ir a buscarlo solo significaba hacerse daño y quedar en ridículo.Agotado, se dejó caer en el sofá, tomó su celular y, después de dudar varias veces, terminó llamando a Manuela.Ella contestó rápido.—¿Qué pasó, Mateo?Cuando oyó su voz, a Mateo se le humedecieron los ojos.Le contó todo lo que había ocurrido ese día, lleno de frustración y resentimiento.Manuela, a diferencia de Valentina, no fue severa con él. Fue paciente y le dijo:—Tranquilo, si sufriste una pérdida, entonces tómalo como una lección. Esta vez, el precio fue alto, pero al menos te servirá de experiencia.Esas palabras lo calmaron un poco. Sabía que no tenía pruebas contra Sebastián, tampoco podía pedirle ayuda a Diego, y mucho menos denunciarlo. Solo le quedaba aguantarse. Con un nudo en la garganta, respondió:—Está bien, Manuela.—Voy a llamar a Sebastián para preguntarle. Espera un momento.—¡Sí! ¡Gracias!—No te aseguro que consiga nada.—Lo s
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