—¿Quieres romper el compromiso?La madre de Lorenzo Cossiga, doña Elisa, señora absoluta de la familia, quedó petrificada.Durante tantos años, nadie mejor que ella sabía cuánto lo amaba yo.—Valentina, piénsalo otra vez. Si llegas a casarte, serás la futura dueña de la casa Cossiga. Nadie se atreverá a faltarte al respeto.Sonreí con amargura y, sin decir nada, reproduje la grabación en mi celular.Las voces de Lorenzo y su hombre de confianza llenaron el salón. Doña Elisa enmudeció, la garganta trabada, el rostro de pronto cenizo.—Cinco años. Treinta y tres bodas. En cada intento, un accidente. Todos planeados por Lorenzo para obligarme a desistir.Coloqué con calma un fajo de expedientes médicos y notificaciones de estado crítico sobre la mesa.—Él siente que el matrimonio lo encadena. Yo no voy a forzarlo. Romper el compromiso será lo mejor para los dos.Doña Elisa temblaba de rabia. Recordaba, uno por uno, los desastres que habían marcado cada ceremonia.La primera vez, francotir
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