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Capítulo 2

Penulis: Luna Bianchi
Salí del consultorio del médico con el diagnóstico en la mano.

Cáncer cerebral, etapa intermedia a avanzada.

—Si ingresa de inmediato y acepta cirugía junto con tratamiento dirigido, tal vez quede una última esperanza.

Las palabras del doctor resonaban una y otra vez en mi cabeza.

Hace diez años, en aquella serie de atentados contra el padrino de los Cossiga, mis padres murieron protegiendo al entonces joven Lorenzo.

La empresa de la familia Morea también se vino abajo, quebrando en cuestión de meses.

Si logré sobrevivir y fui acogida por los Cossiga, fue gracias a doña Elisa, que cumpli al pie de la letra el credo de la mafia: sangre por sangre, vida por vida.

Ahora, todos mis ahorros no alcanzaban ni de lejos para cubrir la cirugía y los tratamientos posteriores.

Lo pensé mucho, y al final decidí ir a la oficina de Lorenzo.

La puerta estaba abierta. Sofía jugaba con la maceta de lirios morados sobre el escritorio, mientras Lorenzo la miraba con ternura y una sonrisa plena.

Mis pasos vacilaron un instante.

Lo conocía demasiado bien: nunca le habían gustado las flores.

Pero parecía que todo lo que venía de Sofía tenía el poder de cambiar sus gustos.

Apenas levantó la vista y me vio, Lorenzo enderezó un poco el cuerpo; la amabilidad de su rostro se esfumó al instante.

—¿Qué haces aquí?

——¿Me puedes prestar algo de lana? Te lo devuelvo después —no escondí mis intenciones; al fin y al cabo, aún quería vivir.

—Señorita Valentina, dicen que desde la muerte de tus padres has vivido mantenida en casa de Lorenzo, que todo lo tuyo lo has recibido de esa familia.

¿Y todavía vienes a pedir más dinero? ¿No es demasiado descaro? ¿O acaso te casaste con Lorenzo solo para sacarle provecho?

La voz de Sofía estaba cargada de desdén, y sus ojos me lanzaban un reto abierto.

No le hice caso; me quedé mirando fijamente a Lorenzo.

Él evitó mi mirada con frialdad.

—Sofía tiene razón. Lo del dinero arréglalo por tu cuenta. Cuando nos casemos, la deuda con tus padres estará saldada por completo.

Aflojé la mano que llevaba apretada. Su tono helado me atravesó el pecho.

Debajo del escritorio, Lorenzo y Sofía se entrelazaban los dedos.

En su mano brillaba todavía el anillo de hierro que mi padre le dejó antes de morir.

—No hace falta esperar al matrimonio —dije con la voz quebrada.

Lorenzo mostró una sombra de desconcierto, pero enseguida reaccionó.

—¿Y qué más puedes hacer sino chantajearme con eso? Sí, tus padres me salvaron la vida, ¿y qué? ¿Eso significa que estoy condenado a deberte eternamente?

Había agotado toda su paciencia. Ordenó al guardia que me echara del lugar.

Y como si quisiera rematar la herida, apenas crucé la puerta lo escuché encargar a su asistente la compra de un ferry de lujo para Sofía, con un precio de ocho millones de dólares.

Con esa suma podría pagar todos mis tratamientos.

Sonreí con amargura; una neblina húmeda me cubrió la vista.

Tal vez así fuera mejor: al menos Lorenzo y yo quedábamos libres.
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