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Juramento de Sangre, Hecho Trizas
Juramento de Sangre, Hecho Trizas
Penulis: Luna Bianchi

Capítulo 1

Penulis: Luna Bianchi
—¿Quieres romper el compromiso?

La madre de Lorenzo Cossiga, doña Elisa, señora absoluta de la familia, quedó petrificada.

Durante tantos años, nadie mejor que ella sabía cuánto lo amaba yo.

—Valentina, piénsalo otra vez. Si llegas a casarte, serás la futura dueña de la casa Cossiga. Nadie se atreverá a faltarte al respeto.

Sonreí con amargura y, sin decir nada, reproduje la grabación en mi celular.

Las voces de Lorenzo y su hombre de confianza llenaron el salón. Doña Elisa enmudeció, la garganta trabada, el rostro de pronto cenizo.

—Cinco años. Treinta y tres bodas. En cada intento, un accidente. Todos planeados por Lorenzo para obligarme a desistir.

Coloqué con calma un fajo de expedientes médicos y notificaciones de estado crítico sobre la mesa.

—Él siente que el matrimonio lo encadena. Yo no voy a forzarlo. Romper el compromiso será lo mejor para los dos.

Doña Elisa temblaba de rabia. Recordaba, uno por uno, los desastres que habían marcado cada ceremonia.

La primera vez, francotiradores nos esperaban en la puerta de la iglesia; recibí cuatro balazos y casi muero en los escalones de piedra.

La segunda, un camión fuera de control embistió mi coche; los huesos de mi mano quedaron pulverizados.

La tercera, el hotel reservado explotó antes de la partida; pasé tres horas atrapada entre llamas…

Con dolor me acarició las cicatrices del brazo y, al final, asintió con peso.

—Tus padres, antes de morir, te confiaron a nosotros… y Lorenzo te ha pagado con traición. La familia Cossiga le falló a la hija de su benefactor. Le falló a la memoria de los Morea.

Sentí un ardor en la nariz y me tragué el nudo que me subía por la garganta.

Cuando crucé las puertas pesadas de la mansión Cossiga, un Maybach negro me cerró el paso.

Bajó la ventanilla: el rostro anguloso de Lorenzo estaba torcido de fastidio.

—¿Otra vez a quejarte? Si tanto ansías entrar a la familia, vamos ya mismo a la iglesia a firmar los votos.

No contesté. Mi mirada se desvió hacia el asiento del copiloto.

Allí estaba Sofía Vegas, con los ojos hinchados, como si cargara el peso del mundo. Al escuchar la palabra “firmar”, un temblor le recorrió el cuerpo.

Lorenzo descendió del auto y se plantó delante de mí, bloqueando mi vista hacia ella.

Me observó fijo, el ceño apretado.

—Lo admito, siento algo por Sofía. Pero quédate tranquila, cumpliré con mis obligaciones hacia ti.

—No te preocupes por el compromiso.

Obligaciones. Esa palabra, envenenada, me atravesó el pecho como un cuchillo.

Solté una risa helada.

—Hoy tengo asuntos que atender. Será otro día. Al fin y al cabo, después de cinco años, unos días más no importan.

En los ojos de Lorenzo se dibujó un destello de sorpresa. Durante todo este tiempo, cada vez que me recuperaba de una herida, lo primero que hacía era insistir en ir a la iglesia.

Ignoré su expresión y giré para marcharme.

De pronto, Sofía salió del coche y me sujetó del brazo.

—Lorenzo es un hombre de palabra. Me ha cuidado durante años. Cuando se casen, espero que seas buena con él.

Su tono parecía suplicante, pero sus ojos destilaban celos; sus uñas se clavaron en mi piel.

Me dolió y me zafé de golpe. Ella, entonces, se dejó caer hacia atrás y se abofeteó a sí misma con violencia.

Desde la perspectiva de Lorenzo, parecía que yo la había golpeado.

Él la rodeó de inmediato, protegiéndola, revisando con ansias su mejilla enrojecida. Cuando levantó la mirada hacia mí, solo había furia en sus ojos.

—Dices que no tienes prisa, pero desahogas tu rabia en alguien inocente.

Se la llevó en brazos. Antes de subir al auto, se detuvo un instante y me lanzó una última cuchillada de hielo:

—Valentina, si tus padres pudieran ver la crueldad en la que te has convertido, estarían profundamente decepcionados.

Las palabras de defensa se ahogaron en mi garganta. Me quedé paralizada, observando cómo el polvo levantado por las llantas me borraba la vista.

Solo reaccioné cuando el celular vibró con un nuevo mensaje.

“Señorita Valentina, el resultado de su segunda tomografía cerebral ha salido. No son buenas noticias. Preséntese al hospital lo antes posible.”
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