Esa noche, Mateo se quedó sentado en el piso de la cocina hasta el amanecer.Era la primera vez en su vida que se sentía tan derrotado.Antes, sin importar a qué hora regresara, siempre había una luz encendida esperándolo.Siempre había alguien sentado en el sofá, aguardando en silencio su llegada.Ahora, ya no quedaba nada.La enorme villa estaba vacía, solo él, completamente solo, esperando que clareara el día.A la mañana siguiente, Mateo fue directo a la oficina sin cambiarse de ropa.Al abrir la puerta de su despacho, vio que mi puesto de trabajo ya estaba completamente vacío.Demasiado ordenado. Demasiado frío.Sobre el escritorio descansaba un documento delgado.Parecía la caja de Pandora, esperando a que alguien la abriera.Con las manos temblorosas, lo abrió. Una línea de texto le golpeó la vista al instante:“Don Mateo Díaz y Doña Luna Vega, debido a incompatibilidad de caracteres, reconocen que el afecto conyugal se ha extinguido sin posibilidad de reconciliación. De mutuo a
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