All Chapters of La Amante Favorita del Don Desapareció: Chapter 11 - Chapter 20

POV de VincenzoTres horas después, la iglesia apestaba a sangre y pólvora. El hedor era repugnante.La herida en mi pecho todavía sangraba, pero el dolor no era nada comparado con la agonía en mi alma.Dos de mis hombres sostuvieron a Katerina de rodillas ante mí. La daga yacía en el suelo de piedra junto a ella.Estaba temblando, su cabello rubio estaba enmarañado con sangre y polvo. La princesa había desaparecido.—Vincenzo, por favor... no me mates... —sollozó, tratando de arrastrarse hacia mí—. ¡Dimitri me obligó a hacerlo! Te amo, pero tenía tanto miedo...—¿Amor? —la miré, mi voz fue tranquila—. ¿Tu amor es tender una trampa de seis meses con tu familia para enterrarme?Me agaché, agarrando su barbilla y obligándola a mirarme a los ojos.—¿Tu amor es planear una emboscada para deshacerte de Chiara? —mi voz tembló con rabia reprimida—. ¿Sabes que casi lo logras? ¿Sabes que yo... la empujé justo a la explosión que planeaste?Estaba gritando las últimas palabras.Cada pal

POV de ChiaraDos años después. Florencia.Me quedé de pie, frente a la ventana del piso al techo de mi estudio, mirando la puesta de sol sobre el río Arno.Este era mi nuevo mundo. Tranquilo, elegante y lejos de la sangre.—Bella, ¿otra vez soñando despierta? —Alessandro, un hombre que me había estado cortejando, entró al estudio con un ramo de rosas blancas.Era una estrella en ascenso en el mundo del arte. Nos habíamos conocido en la inauguración de una galería.Dudé cuando me invitó a salir por primera vez. No estaba segura de poder enfrentar otra relación.Pero él era guapo, elegante y, lo más importante, su mundo era tan limpio como un lienzo en blanco.Besó mi mejilla y me invitó a la ópera esa noche.Sonreí y acepté.Después de que se fue, volví a mi mesa de trabajo para continuar restaurando un retrato para un misterioso coleccionista.La mujer del cuadro se parecía sorprendentemente a mí.Tomé un bisturí y comencé a raspar con cuidado una capa de suciedad.De rep

POV de ChiaraJusto cuando las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, Vincenzo metió la mano entre ellas, forzándolas a abrirse.Sus ojos eran salvajes y obsesivos. —Espera. No hemos terminado.Le di una mirada fría y luego me giré hacia mi padre. —Papá, déjalo entrar. Es mejor sacar todo esto a la luz, de una vez por todas.Regresamos a la tensión sofocante de la sala privada.Vincenzo pensó que todavía tenía una oportunidad. Lo que obtuvo fue un juicio público.—Don Russo —comencé, mi voz fue clara y tranquila, y resonó por el lugar—. Ya que su hijo cree que el pasado es solo una serie de malentendidos, no me importa repetirlos. Aquí. Delante de todos nuestros mayores.Me levanté, como si estuviera subiendo al estrado.—Primero —comencé, mi voz resonando con fría claridad—. El túnel. El ataque con cohete. Me usó como escudo humano para ella.Elena jadeó, llevándose la mano a la boca.—Segundo. La fiesta de compromiso. La granada. Eligió protegerla a ella de n

POV de ChiaraSalí del edificio fortificado al frío viento de Chicago.Vincenzo estaba parado al otro lado de la calle.Había intentado arreglarse, vestido con un caro traje Brioni, tratando de mantener los últimos vestigios de la dignidad de un Don.Pero los ojos inyectados en sangre y el agotamiento que no podía ocultar lo delataban.Me vio, inmediatamente dejó caer su cigarrillo y caminó hacia mí.—¿Qué estás haciendo aquí? —me detuve. Los guardaespaldas detrás de mí se movieron instantáneamente para protegerme.—Me enteré de la audiencia —su voz era ronca.—¿Y? —dije con desdén—. ¿Vienes a recoger los cuerpos?—No.—¿Entonces vienes a preguntar por qué toqué a tu gente?—¡No estoy aquí por ellos! —su voz estaba cargada de emoción—. ¡Estoy aquí por ti!Lo ignoré y me dirigí a mi auto.De repente, se adelantó, abriendo los brazos para bloquear mi camino.—Chiara, por favor —su voz contenía una nota de súplica—. Cinco minutos.Lo miré, luego a mis guardaespaldas. —Ret

POV de ChiaraTres meses después. Florencia.Mi galería de arte estaba a punto de abrir. Todo estaba tomando forma.El tierno afecto de Alessandro era como un sol cálido que iluminaba un mundo que alguna vez no había sido más que sombras.Pensé que finalmente había dejado atrás el pasado.Hasta que mi asistente, Lucía, me entregó un paquete desde Sicilia. Sin remitente.Era pesado. Dentro había una antigua caja hecha de ébano.En la tapa estaba tallado el escudo original de la familia Russo.El fénix más viejo y feroz. El de antes de que yo lo rediseñara.Me quedé sin aliento.Abrí la caja. Dentro yacía una llave vieja y un contrato de pergamino descolorido.Era la escritura de la finca original de la familia Russo en Sicilia. Las raíces de la familia.La llave era la única que podía abrir las bóvedas debajo de la antigua mansión.Esto no era solo tierra. Era el alma de la familia Russo.También había una carta. La letra elegante y familiar de Elena.[Mi queridísima, Chi