—Ya no estés de malas, hoy me caso, ¡ponme buena cara! Al rato te tomas unas copas conmigo; no nos vamos hasta quedar bien servidos.Esbocé una sonrisa forzada, pero por dentro sentía que me estaba muriendo.Las horas siguientes me las pasé con el alma en un hilo. No le quitaba la vista de encima a Vanessa, aterrado de que hiciera alguna imprudencia o de que Rogelio notara algo raro. Por suerte, ella se comportó; no se despegó de Viviana y, si en algún momento nuestras miradas se cruzaban, apartaba la mirada, como si huyera de mí.Cuando la fiesta estaba por terminar, acompañé a Rogelio a despedir a los invitados a la entrada. Vanessa se acercó a Viviana para irse.—Hermana, ya me retiro. Mañana vengo a verte.—¿No te quedas otro ratito? —Viviana la tomó de la mano—. Que te lleve tu cuñado.—No hace falta, pido un taxi por aplicación y listo.Vanessa dijo eso mientras nos barría con la mirada a Rogelio y a mí.—Cuñado, Javier, ya me voy.Rogelio iba a insistir, pero me adelanté.—Deja
Read more