LOGINJamás imaginé que, tan solo tres días después, Rogelio se presentaría en mi puerta. Estaba en casa viendo la televisión cuando sonó el timbre. Asumí que sería el repartidor de comida. Al abrir, me encontré con Rogelio. Tenía la cara desencajada, apretaba algo con fuerza en la mano y sus ojos reflejaban una furia que parecía capaz de incinerarme allí mismo.—Javi, dime la verdad. ¿Qué demonios pasó entre Vanessa y tú?No entró. Me lanzó el objeto que traía. Era un celular con la pantalla encendida. Estaba reproduciendo el video de aquel concierto en el Auditorio.Y lo que se veía en la reproducción era, precisamente, el momento en que Vanessa y yo aparecimos en la pantalla gigante.—Tiiiiiiiiiii.Sentí un zumbido ensordecedor en los oídos; la sangre se me subió a la cabeza. Casi se me cae el celular de las manos.—Déjame explicarte. No es lo que piensas...—¿Que no es lo que pienso? —gritó Rogelio, con la voz temblorosa por la rabia—. ¿Entonces qué es? ¡Dímelo! Te traté como a un herman
—Ya no estés de malas, hoy me caso, ¡ponme buena cara! Al rato te tomas unas copas conmigo; no nos vamos hasta quedar bien servidos.Esbocé una sonrisa forzada, pero por dentro sentía que me estaba muriendo.Las horas siguientes me las pasé con el alma en un hilo. No le quitaba la vista de encima a Vanessa, aterrado de que hiciera alguna imprudencia o de que Rogelio notara algo raro. Por suerte, ella se comportó; no se despegó de Viviana y, si en algún momento nuestras miradas se cruzaban, apartaba la mirada, como si huyera de mí.Cuando la fiesta estaba por terminar, acompañé a Rogelio a despedir a los invitados a la entrada. Vanessa se acercó a Viviana para irse.—Hermana, ya me retiro. Mañana vengo a verte.—¿No te quedas otro ratito? —Viviana la tomó de la mano—. Que te lleve tu cuñado.—No hace falta, pido un taxi por aplicación y listo.Vanessa dijo eso mientras nos barría con la mirada a Rogelio y a mí.—Cuñado, Javier, ya me voy.Rogelio iba a insistir, pero me adelanté.—Deja
—¡Ya llegaron, ya llegaron! —Rogelio me dio un empujón y seguí por instinto la dirección de su mirada.Vanessa llevaba un vestido color crema que le llegaba a la rodilla; su aspecto era tan distinto al de aquella chica de ropa provocativa del concierto que parecía otra persona. Sin embargo, cuando entró al salón y sus ojos se cruzaron con los míos, la sorpresa y el pánico que vi en su mirada eran idénticos al caos que yo sentía por dentro.Bajé la cabeza, fingiendo un interés absurdo en los hielos de mi copa. A pesar de eso, mis oídos parecían haberse agudizado: podía escucharla hablar con Viviana, y cada palabra suya se me clavaba, aumentándome la ansiedad.—¿En qué piensas? —Rogelio me palmeó la espalda con fuerza—. Vamos a saludar a Vanessa, no te quedes ahí parado como idiota.Sentí que las piernas me fallaban. Quise inventar que necesitaba ir al baño, pero Rogelio ya me estaba arrastrando hacia ellas. Al vernos acercar, Vanessa intentó esconderse tras su hermana por inercia, pero
Por fin llegó el día de la boda de Rogelio. Entregué mi regalo en la entrada y me acomodé en una de las mesas del salón, listo para ver la ceremonia.Rogelio es mi mejor amigo, pero en sí no conozco a nadie de su familia.La espera se me hizo un poco aburrida, así que me puse a ver videos en el celular para matar el tiempo.No le estaba prestando mucha atención al evento.De pronto, la música cambió y las grandes puertas del fondo se abrieron despacio.La novia apareció con su vestido blanco, caminando con calma.Tenía una cara muy dulce y, de inmediato, noté que se parecía muchísimo a la morrita que conocí en el concierto.Justo detrás de ella venía la dama de honor.Entrecerré los ojos para enfocar bien. ¿Esa no es la misma chica del otro día?No podía creer que me la topara aquí.¡Qué chiquito es el mundo! Una coincidencia así parecía imposible.Me enderecé en la silla, tratando de verla mejor para confirmar mis sospechas.Aunque traía maquillaje de fiesta, esa cara ovalada era inco
Conforme se la iba metiendo más duro, la chica apretó la mandíbula, luchando desesperadamente contra la sensación que le recorría el cuerpo, sin atreverse a emitir el más mínimo sonido.Nunca había estado con una mujer tan suave y apretadita. Me sentía como en las nubes.Sobre todo al estar rodeados de tanta gente en el auditorio; la sensación de lo prohibido se mezclaba con el deseo, y mis hormonas alcanzaron su punto máximo en un instante.Al principio me moví despacio, pero mi cuerpo exigía más y la intensidad crecía sin control. No pude contenerme y aumenté la fuerza.Cada embestida hacía temblar sus pechos con violencia.Yo estaba cada vez más duro y ella se deshacía en mis brazos, perdiendo fuerza. Sus piernas ya no la sostenían, así que la levanté con mi propio empuje hasta dejarla suspendida en el aire. Y luego la dejé caer una y otra vez…Era su primera vez haciendo algo así, por lo que llegó al clímax muy rápido.Tras una serie de espasmos, se recargó débilmente en mi pecho.
El ambiente en el auditorio estaba que ardía, todos con los ojos clavados en el escenario. Nadie se fijaba en lo que estaba haciendo. Con tanta oscuridad y el gentío, me fui envalentonando cada vez más.Seguía el ritmo de su cuerpo, moviendo la cadera adelante y atrás. Cada choque me ponía la piel en llamas y ella lo disfrutaba a lo grande; además de empujar hacia atrás, movía ese culote de lado a lado. Esa fricción contra mi abdomen me volvía loco, como si me recorriera electricidad por todos lados. No me aguantaba las ganas y el movimiento abajo se hizo más fuerte.La agarré de la cinturita y la pegué contra mí. Fue como si ya estuviéramos cogiendo de verdad. Todo mi cuerpo estaba a punto de estallar.¡Qué buena idea haber venido al concierto! Cualquier vieja que te encuentras está dispuesta a todo. Miré alrededor: decenas de miles de personas, fácil unas veinte mil mujeres. Aunque me pusiera una por día, en diez años no termino, y casi todas de veinte añitos, puras morritas frescas