All Chapters of Libre de la marca del Alfa: Chapter 1 - Chapter 10

Cuando regresé a la villa de la manada, las luces de la sala estaban encendidas.Ethan estaba sentado en el sofá aflojándose la corbata. Al verme entrar, se acercó.—Ivy, ¿dónde estabas? Traté de usar el enlace mental, pero me bloqueaste.Despedía un ligero olor a flores de luna, mezclado con el perfume barato y empalagoso de una Omega en celo.Mi sensible olfato ardió. Instintivamente, di un paso atrás y contuve la respiración para evitar su abrazo.—Fui a caminar al borde del bosque.Ethan no notó nada extraño. Emocionado, sacó una tarjeta de acceso negra y dorada.—Por cierto, la mansión por fin está terminada. ¿Vamos a quedarnos allá un par de noches este fin de semana? Te va a encantar.¿Ir a dónde? ¿A ese pedazo de lodo donde él y Daisy se revolcaban?Reprimí el impulso de transformarme y arrancarle la garganta.—Estoy ocupada este fin de semana.Ethan hizo una pausa y entonces notó la caja de regalo que llevaba en la mano.Su disgusto se esfumó, reemplazado por una actitud radia

6:00 AM.El silencio de la recámara se quebró con un timbrazo agudo.Ethan casi salió disparado de la cama. Agarró su celular mientras un destello de pánico le cruzaba la cara. Me miró de reojo para revisar si seguía “dormida” y contestó en voz baja mientras se apresuraba hacia el balcón.Abrí los ojos. Mi oído de loba se agudizó, captando cada sonido a través de las puertas de vidrio. Lo escuché de pie en el viento helado; su voz era tan suave que parecía miel, suplicándole a quien estuviera del otro lado.No necesitaba olfatear el aire para saber quién era. Efectivamente, unos minutos después, Ethan empujó la puerta. Mientras se cambiaba de ropa, preguntó:—Ivy, ¿qué se te antoja desayunar?Me di la vuelta.—Lo que sea.Ethan salió por la puerta a toda prisa.Media hora después regresó, como si hubiera recorrido un largo camino. Traía en las manos dos piernas de venado asadas que ya estaban heladas y una taza de leche de cabra que había perdido todo su calor.—Ivy, la fila en ese res

—Ay, por la Diosa de la Luna... por un segundo pensé que mi Luna trataba de romper el vínculo de pareja y dejarme para irse de errante —bromeó Ethan, hundiendo la cara en el hueco de mi cuello e inhalando profundamente.Traté de alejarme con todas mis fuerzas, pero el procedimiento de los últimos días para borrar la marca de Alfa de mi nuca había dejado a mi loba interior débil. Todo se volvió oscuridad y perdí el conocimiento.Cuando desperté, ya estaba en el Hospital de la Manada. El Sanador dijo que mi loba estaba demasiado débil, necesitaba un suero de nutrientes de alta concentración y mantenerme en observación.Me quedé acostada en la cama del hospital, con una aguja en el dorso de la mano, mirando con aburrimiento por la ventana hacia el bosque marchito de la manada. El edificio de al lado tenía la entrada VIP al ala del hospital para cachorros.Una figura conocida pasó rápidamente. Era Ethan. Sostenía con cuidado a una mujer cuyo vientre estaba ligeramente abultado, irradiando

Ethan alejó la Range Rover del corazón del territorio de la manada, pero un pánico extraño y corrosivo arañaba a su lobo interior. Era una sensación inusual, como si algo atado a su propia alma se le estuviera escapando entre los dedos igual que arena fina. Su mente regresaba una y otra vez a mi cara, pálida, excesivamente tranquila, y a ese inquietante y definitivo “Adiós”.—Maldita sea, el instinto de un lobo nunca se equivoca —murmuró para sí mismo—. Tengo que regresar a revisar.Ethan dio un volantazo, haciendo una vuelta en U muy cerrada en el cruce del bosque. Apenas había estacionado en el sendero oculto detrás de la villa, cuando una figura que irradiaba un aroma empalagoso se le lanzó encima. Era Daisy. Llevaba puesto un camisón de seda muy fino y solo una gabardina de hombre encima. Era obvio que había rastreado su olor hasta allí.—¿No dijiste que ibas a patrullar la frontera? ¿Por qué regresaste?Ethan arrugó la frente, con las orejas moviéndose alerta para escuchar cualqu

Ethan no supo cómo regresó a los territorios de la manada. La Villa Alfa estaba en completa oscuridad, como una tumba vacía.Entró a la sala a tropezones. Bajo la luz de la Luna de Sangre que entraba por la ventana, distinguió un montón de cenizas en la chimenea que parecían mirarlo con reproche. Era lo que yo había quemado antes de irme.Impulsado por una fuerza invisible, cayó de rodillas frente a la chimenea. Ignorando la suciedad, metió las manos en el cúmulo de restos, aún tibios por la magia residual, y escarbó con desesperación. Sus garras se tiñeron de negro con el carbón y el hollín se le incrustó bajo las uñas.Desenterró la esquina de un fragmento que no se había consumido. Era el borde de un pergamino amarillento. Solo mostraba la mitad de su perfil juvenil, de cuando recién se había presentado como Alfa. Sus ojos se veían límpidos, mirando a alguien fuera del encuadre.También había media página de un voto chamuscado. La letra estaba borrosa por el fuego, pero la última fr