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Charlton Heston, ese gigante del cine clásico, tuvo una carrera tan vasta que es fácil perderse en sus colaboraciones. Sí, trabajó con directores españoles, aunque no fue algo frecuente en su filmografía. El caso más notable es su participación en «El Cid» (1961), dirigida por Anthony Mann, pero con un fuerte componente español en producción y equipo técnico. La película se rodó en España y contó con talento local, aunque el director era estadounidense.
Heston siempre mencionaba cómo disfrutó rodar allí, la grandiosidad de los paisajes y la profesionalidad del equipo. Sin embargo, no recuerdo que colaborara directamente con un director español en proyectos donde el realizador fuera el líder creativo. Sería interesante explorar si hubo acercamientos que no se materializaron, pero en sus memorias no menciona nada al respecto.
Recuerdo un documental donde Heston hablaba de su amor por los paisajes españoles, pero no mencionaba directores locales. Su carrera estaba tan ligada a estudios americanos que las colaboraciones con europeos eran excepciones. Si hubiera trabajado con un español, probablemente sería en su etapa posterior, cuando hizo películas de aventuras de menor presupuesto. Pero incluso entonces, no encontramos créditos que lo confirmen. Una lástima, porque su estilo podría haber chispeado con cierta sensibilidad ibérica.
Heston era un tipo de actor que gravitaba hacia narrativas monumentales, y España era un plató ideal para eso. Pero los directores españoles de su época estaban más enfocados en dramas sociales o experimentalismo. No era el mejor matrimonio creativo. Aún así, me sorprende que nunca cruzara caminos con alguien como Juan Antonio Bardem, que sí mezclaba crítica social con producción hollywoodense en films como «Calle Mayor».
Me encanta investigar estas conexiones menos conocidas de los actores. Heston, aunque principalmente asociado a Hollywood, tuvo un pie en Europa varias veces. En España, más allá de «El Cid», su presencia fue puntual. No trabajó con figuras como Luis Buñuel o Carlos Saura, lo cual hubiera sido fascinante. Imagínate su porte épico bajo la mirada surrealista de Buñuel. Pero el cine español de la época no tenía el alcance internacional para atraer a estrellas de su calibre regularmente.
Cuando repaso la filmografía de Heston, veo un patrón claro: prefería proyectos de gran escala, muchos históricos, donde su presencia imponente encajaba perfectamente. España le ofreció escenarios para esos espectáculos, pero no tanto colaboraciones con directores locales. Quizás si el cine español hubiera tenido más superproducciones en los 60 o 70, habría oportunidades. Pero incluso en películas rodadas allí, como «55 días en Pekín», los directores seguían siendo anglosajones.