Después de su apareamiento con mi hermana

Cuando asistí a la reunión de la manada con mi compañero, con el que llevaba cinco años, Joe Smith, le dije que quería formar nuestra propia familia.Pero incluso después de todos estos años, seguía pensando que siempre había codiciado la fortuna de la manada Silver Claw. Dijo que tener una ceremonia de apareamiento con él solo sería una forma de conseguir una parte del legendario negocio de viñedos de la familia Smith. Su respuesta fue la misma de siempre—: Esperemos un poco más.Esa noche, cuando intenté hablar con él de nuevo, perdió los estribos. Me empujó hacia la estufa caliente en su prisa por ir tras una celosa, Emma. Las llamas me quemaron el brazo izquierdo, pero a él ni siquiera le importó. Ya estaba saliendo por la puerta, persiguiéndola. Emma Smith, la Luna, que la madre de Joe había elegido para él, la cachorra adoptada de la manada, técnicamente su hermana.Me puse de pie tambaleándome, con los ojos llenos de lágrimas mientras me aferraba a su manga, rogándole que no

Pero esta vez, los ojos de Joe se desviaron y su voz era extrañamente rígida.—Después de lo que pasó la última vez... ya sabes que la salud de mis padres no es muy buena. Si te vuelven a ver, solo los alteraras.Él dudó y su voz se suavizó, como si intentara tranquilizarme.—No te lo tomes a mal. Hablaré con ellos sobre la ceremonia de apareamiento. Emma creció bajo su techo, así que, por supuesto, son más cercanos a ella. Una vez que las cosas se calmen... dejarán de guardar rencor.Lo observé mientras se alejaba con ella, un dolor sordo se extendía por mi pecho hasta el punto de que incluso tragar sabía a sangre.Cinco años. Eso fue todo lo que necesitó Joe para olvidar el amor que una vez me juró y las promesas de que nadie jamás me haría daño.Los había olvidado todos, me había olvidado a mí, e incluso él mismo me había empujado a las llamas, dejándome sufrir sola en esa cama de hospital.Después de incontables rechazos, finalmente entendí a quién había estado esperando Joe

Todos a mi alrededor se reían de mi humillación, y el dolor en mi cuello ya se había adormecido.Me quedé mirando sus espaldas que se retiraban, sintiendo que mi corazón se retorcía con cada latido.Tomando una respiración lenta, susurré:—Joe, terminemos con esto.No sabía si me escuchó; mi única respuesta fue el rastro de polvo que su auto dejó atrás.Reservé el vuelo más temprano para salir de este maldito lugar.Justo cuando estaba a punto de embarcar, los mensajes de Joe empezaron a llegar en masa, cada uno de ellos diciéndome que dejara de ser dramática y fuera a disculparme con Emma.Al ver esos mensajes aparecer uno tras otro, finalmente sentí que mi corazón se paralizaba.Luego lo bloqueé. Para siempre.Cuando el avión aterrizó, el primer rostro que vi fue el de mi padre.Habían pasado casi tres años desde la última vez que nos vimos.Todavía se veía enérgico y autoritario, solo un poco mayor, con algunas líneas más en su rostro.Forcé una sonrisa, subiendo el cuel

—Señor Smith —la voz de Kane era baja, pero cortante—, Carol ha sido clara. Debería dejar de acosarla —se acercó, con la mirada fija en él. Esta no es la manada Silver Claw. Si sigue actuando así, será expulsado, y no solo su orgullo recibirá el golpe, también lo será la reputación de la familia Smith.La tensión entre ellos fue instantánea, como dos Alfas al borde de una pelea.Nunca le habían hablado así a Joe. La rabia torció su rostro mientras se abalanzaba, con el puño en alto.—Así que tú eres el bastardo con el que ha estado saliendo, ¿eh?El instinto se apoderó de mí. Me moví sin pensar, me puse delante de Kane y empujé a Joe hacia atrás con todas mis fuerzas.Tropezó, perdió el equilibrio y cayó pesadamente al suelo. Cuando me miró, sus ojos estaban rojos, más por traición que por dolor.—¿Me empujaste? —me miró como si no me reconociera—. ¿Me empujaste... por él? No eres la loba que yo conocía. Lo amas ahora, ¡¿verdad?!Su voz se quebró en un rugido crudo y furioso.P

—De acuerdo —dije en voz baja—. Nos vemos una última vez, solo para despedirnos como es debido.Cuando volví a ver a Joe, llevaba puesto el traje que le había regalado hace años.Se sentó rígidamente frente a mí, con ambas manos presionadas sobre sus rodillas y su mirada cautelosa, como si temiera que incluso respirar demasiado fuerte me asustara.Había traído todo lo que quedaba de nosotros.La pulsera de amuleto de seguridad que le di una vez, y algunos viejos recuerdos que había olvidado en la manada Silver Claw.Daba vueltas a cada objeto en sus manos, y con la voz temblando de nostalgia.—Este fue el amuleto que me suplicaste que usara cuando estaba enfermo —murmuró, levantando la pulsera—. Dijiste que no era realmente para lobos, pero nunca me la quité. Ni una sola vez. ¿De verdad estás segura de que no quieres recuperar nada de esto?Mantenía la mirada baja, con los dedos fuertemente apretados alrededor del brazalete. La visión de él, una vez orgulloso e intocable, ahora