MasukRiven, mi compañero destinado, era el Alfa de una manada patética al borde del colapso. Durante cinco años fui su sombra, su estratega. Levanté su manada de la nada hasta que la Alianza nos reconoció, y estábamos listos para trasladarnos a las tierras fértiles. Riven prometió que celebraríamos nuestra ceremonia de unión en cuanto nos instaláramos en el nuevo territorio. Sin embargo, durante el banquete de celebración, la noche anterior a la mudanza, me arrojó a una celda. Anunció públicamente que Jenna, la loba que llevaba a su cachorro en el vientre, sería la Luna de la manada. No podía dar crédito. Le grité, pero él me hizo una mueca de desprecio y señaló un cristal que vibraba con magia oscura. —¡Jenna ya tiene pruebas de tu traición! Te acostaste con otros Alfas para conseguir su apoyo. ¡Me das asco! Le supliqué. Pero él me cortó la mejilla con el borde de plata de la carta de disolución de vínculo, apartándome formalmente de su lado. Pero él no sabía quién era yo en realidad. Soy la hija del Rey Alfa. Las estrategias, el poder, las alianzas... nada de eso era suyo. Todo era mío. Así que lo recuperé todo.
Lihat lebih banyakTres meses después. La Capital Real.Me encontraba de pie en el balcón más alto del palacio, contemplando la inmensidad de las tierras.El sol caía, bañando el bosque infinito con un resplandor dorado. Era una vista que robaba el aliento.—Renata.Mi padre, el Rey Alfa Alistair, llegó a mi lado. Una sonrisa, algo inusual en él, suavizaba su rostro severo.—¿Sigues pensando en el pasado?—No —negué—. Pienso en el futuro.—Bien —asintió, satisfecho—. Las cicatrices del pasado son las que forjan a una verdadera gobernante.Mi madre, la Reina Luna, se acercó y me acarició el cabello con delicadeza.—Mi pequeña princesa. Bienvenida a casa.Casa. Esa palabra reconfortó mi corazón.—Por cierto —Damien entró caminando, con una carta en la mano—. Hay noticias sobre alguien de quien tal vez quieras saber.—¿Qué noticias?—Riven y Jenna —dijo con desprecio—. Llevan tres meses exiliados en las Tierras Prohibidas del Invierno Eterno.—¿Y bien?—A Riven lo despojaron de su poder de Alfa. Dicen que y
Mis palabras destrozaron lo último que quedaba del orgullo de Riven. Se desplomó, y la insignia dorada de la membresía de la Alianza en su pecho comenzó a humear, quemándole la piel.En su desesperación, se aferró a una última y patética esperanza.—¡El vínculo, Renata! ¡El vínculo sigue ahí! —suplicó, arrastrándose hacia mí—. ¡La Diosa nos destinó! ¡Todavía podemos completar el marcaje! ¡Aún puedes ser mi Luna!—Suéltame.Aparté su mano de una patada, mirándolo con asco. La cara de Jenna, antes tan engreída, era ahora una mueca de terror.—¡Es el papá de mi cachorro! —chilló, lanzándose no contra mí, sino contra Riven, arañándole el brazo—. ¡Riven, diles! ¡Cuéntales de nuestro cachorro! ¡El cachorro de un Alfa! ¡Se supone que es un príncipe, no el cachorro de un traidor! ¡Me lo prometiste! ¡Prometiste que yo sería una verdadera Luna!Entonces, sus ojos volvieron a clavarse en mí, llenos de odio salvaje y desesperado.—¡Maldita! ¡Todo esto es tu culpa! ¡No podías desaparecer! ¡Me robas
Las Lunas se acercaron, con las caras deformadas por máscaras de perversa alegría.—¡Es ella! —la que iba al frente me señaló—. ¡Esa zorra desvergonzada!—¿Qué? —la multitud se agitó.—Llegó a nuestra manada hace dos años —añadió otra Luna, vaciando veneno en cada palabra—. Hablaba de planes de batalla y rutas comerciales, ¡cosas que una loba no tiene por qué saber! ¡Intentó seducir a mi Alfa con poder, justo en mi cara!—¡Yo también la he visto! —intervino una tercera—. Se reunió con mi compañero, no en secreto, ¡sino abiertamente, como si fuera su igual! ¡Era antinatural! ¡Trataba de hechizarlo con su influencia!—¡Y a mí! Le dio hierbas a mi Alfa diciendo que era un “agradecimiento”, ¡pero estaba tratando de embrujarlo!Una tras otra, las Lunas me acusaron. Sus palabras eran venenosas y sus expresiones, exageradas. Era una obra de teatro mal montada.—¿Lo ven? —dijo Jenna, regodeándose—. ¡Incluso estas respetadas Lunas pueden probar lo sucia que es!La multitud volvió a estallar en
—Miembros de la Alianza —Riven se volvió hacia la multitud, con la voz dolorida y muy bien ensayada—. ¿Ven a esta loba?Todas las miradas recayeron en mí.—Esta loba —continuó—, era mi compañera destinada. La amaba más que a mi propia vida. Y me hizo pedazos el corazón.Murmullos de compasión recorrieron la multitud como una onda expansiva.—¡Pobre Alfa!—Ser traicionado por tu propia compañera destinada... debió ser una maldición.—Esa loba tiene la maldad pintada en la cara.Riven siguió con su actuación.—¡Si la Manada Blackmoon está aquí hoy, no es por mi fuerza, sino por culpa de ella!—¿A qué te refieres? —preguntó un Alfa.—¡Vendió su honor, pedazo a pedazo, para comprar nuestro éxito! ¡Negoció con su cuerpo para conseguir alianzas!La plaza estalló en un griterío furioso.—¡Con razón!—¡No me extraña que la Manada Blackmoon ascendiera tan rápido!—¡Qué trato tan asqueroso!—¡A una loba así deberían desterrarla!Algunos lobos más jóvenes comenzaron a transmitir en vivo el “juici






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