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Mi Esposo Se Rompió Las Piernas Por Su Amante
Mi Esposo Se Rompió Las Piernas Por Su Amante
Author: Zafira

Capítulo 1

Author: Zafira
—Valeria Sánchez, ¿qué estás haciendo? ¿No ves que me he roto las piernas? ¡Llévame al hospital donde Sofía está haciendo prácticas!

Frente a mí estaba Alejandro, inmóvil en el suelo después de la caída.

Aguantando el dolor de sus huesos rotos, me miró con desdén y desconfianza:

—Valeria, si esta vez te atreves a llevarme al hospital cercano y arruinas la oportunidad de Sofía, ¡te haré sufrir más que en la vida anterior!

Sus palabras disiparon mis últimas dudas.

En ese instante, supe que yo había renacido, y que mi esposo, Alejandro, también había renacido.

En mi vida anterior, Alejandro me había rescatado de un incendio en mi casa mientras intentaba conquistarme.

Después, decidí casarme con él. Usé la herencia de mis padres para financiar sus sueños y convertirlo en un joven director de startups.

Mientras él regresaba del trabajo, yo seguía en la oficina hasta medianoche, escribiendo planes para él.

Incluso cuando su madre se enfermó y necesitó cirugía, la cuidé personalmente, sin pedir ayuda a nadie.

Puse todo mi esfuerzo en el hogar y en su carrera.

Sin embargo, mis sacrificios no valieron más que una simple solicitud de Sofía.

Solo porque no lo llevé al hospital de Sofía, él me culpó del suicidio de Sofía y me atropelló con el auto.

¡Qué ironía! Mi entrega total me llevó a una muerte sangrienta.

Ya que esa vez insistió en que Sofía lo operara, ¡que se salió con la suya!

Quería ver si, después de tres mil kilómetros, sus piernas aún podían salvarse.

—¡Valeria, llévame al hospital de Sofía ahora! Me está esperando. Si no me obedeces, ¡recuerda las consecuencias!

Alejandro, desesperado, me gritaba como un perro rabioso para que lo obedeciera.

—¿Estás loco? ¡El hospital de Sofía está a tres mil kilómetros! ¿Crees que tus piernas aguantarán? ¡Valeria, llévalo al hospital más cercano!

Su madre, Bella Torres, al verlo, salió furiosa de la casa.

Por dentro me reí fríamente, pero fingí confundida:

—Pero él insiste en ir...

—¡Insistir en qué! Todos saben que esa Sofía es una simple estudiante y ni está capacitada para operar. ¡Valeria, apúrate! ¡Llévalo al mejor hospital cercano ahora mismo!

—¡No iré a ningún otro lugar! Si no me llevan al hospital de Sofía, me mataré aquí mismo.

Alejandro, al ver la firmeza de su madre, también comenzó a resistirse. Nos lanzó una mirada feroz a ambas.

No pude evitar esbozar una sonrisa irónica y dije con falsa resignación:

—Está bien, Bella. Hagámosle caso. Ahora mismo lo llevo.
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