Share

Capítulo 5

Author: Helena
Despues de pensar, Eva decidió que no era buena idea llevar a Jesús a buscarle, dijo:

—No, iré sola. Hugo es un poco direfente, podría ofenderte sin querer. Descansa, mañana tienes que llevar a Sofía al hospital para que le pongan suero.

Después de decir eso, no le dio a Jesús la oportunidad de quedarse y salió con las llaves del coche.

Jesús se quedó parado en la sala, observando cada rincón, al final, empujó con cuidado la puerta del dormitorio de Eva y Hugo.

Era verdad que Eva no lo ama.

Desde su llegada, notó que aquí no hay nada objetos personales masculinos.

Lo curioso era que Eva no lo había notado.

Mejor, la cosa más fácil.

El problema con el pasaporte, Hugo no lo podia resolver durante dias, y así perdió la primera fecha de intercambio académico, aunque sospechaba que Eva estaba detrás de este obstáculo, forzándolo a enfrentarla, guardó silencio para no entorpecer el divorcio.

Pero las clases de idiomas sí que comenzó, Hugo cada dias estaba ocupada entre clases prácticas médicas en un hospital.

El profesor escuchó que no había logrado salir del país y que debía esperar a la segunda convocatoria. Mientras tanto, un hospital lo había reclamado desde hacía tiempo para trabajar. El profesor actuó como intermediario, y así, Hugo volvió a trabajar por primera vez en cinco años.

Cambió de hotel, aunque sabía que si Eva quería encontrarlo, lo haría sin importar dónde estuviera.

Entre el trabajo y las clases, esa semana corta, pero intensa, fue tan intensa y gratificante. Hugo recuperó su brillo, y por fin sintió que volvía a vivir.

Creía que no vería a Jesús antes de divorciarse, pero por sorpresa, él apareció en el hospital donde Hugo hacía sus prácticas, acompañado de Sofía.

—¿Usted es el señor Martínez, verdad?

Hugo, con su bata blanca recién salido del quirófano, se detuvo al escuchar la voz y volvió la cabeza.

Jesús sonrió.

—Hola, soy Jesús García.

Su voz era idéntica a la del teléfono, y su aspecto coincidía con el tipo de hombre que a Eva le gustaría. No es extraño que lo haya recordado todos estos años.

Instintivamente, Hugo buscó a Eva con la mirada, pero en su lugar se encontró con los ojos llenos de desprecio de Estela González.

—¿Qué haces aquí? ¿Nos seguiste hasta aquí? —resopló Estela—. Sabía que no te irías tan fácilmente. Después de tantos días, al final terminaste persiguiendo a mi hermana.

Hugo guardó su mirada, asintió brevemente a Jesús, y se giró para marcharse.

Pero Jesús no estaba dispuesto a dejarlo ir.

—Señor Martínez, necesitamos hablar.

La sonrisa de Jesús le resultó falsa e incómoda.

¿Qué podría hablar entre el primer amor con un exmarido descartado?

—Tengo trabajo —replicó Hugo, frunciendo el ceño.

Antes de que Jesús pudiera responder, Estela intervino con impaciencia.

—¡Jesús te está haciendo un favor al hablarte! ¡No seas desagradecido!

La escena comenzó a atraer miradas curiosas.

Hugo sabía que si la situación escalaba, sería él quien cargaría con las consecuencias.

—¿Qué quieres decirme? —preguntó, resignado.

Jesús señaló hacia la salida de emergencia sin decir una palabra.

***

En el pasillo de emergencia:

La luz de la señal de salida colgaba torcida, y el suelo de cemento estaba sembrado de colillas de cigarrillos.

—¿Ya te mudaste, señor Martínez? —preguntó Jesús, aplastando una colilla con el zapato, dejando una mancha oscura en el suelo.

Su tono implicaba que ya se consideraba el dueño de la casa de Eva.

Hugo soltó una risa burlona, clavando la mirada en él.

—Si ya lo sabes todo, ¿a qué viene este teatro, a tomarme el pelo?

Jesús inhaló profundamente antes de responder con calma y calculada:

—Estarás usando esto como estrategia para que Eva no te olvide, ¿verdad?

No había imaginado que esto haría que Eva acordaría de él.

Él es digno de ser la persona en la que Eva ha estado pensando durante tanto tiempo.

Hugo sonrió con autodesprecio, y dijo.

—Pronto me divorciaré con ella. De hecho, yo ya debería estar en el extranjero si no fuera por...

Se interrumpió. Aunque ya se decidió irse, por el fondo interior, ¿aún esperaba que era Eva la que le había detenido?

Pero ella siempre estaba ocupada, y Jesús y su hija estaban con ella...

“¿Por qué soy tan indulgente conmigo mismo?” Hugo sonrió amargamente.

—No me creo que renuncies a todo lo que Eva te ofrece —dijo Jesús, riendo como si fuera una broma absurda.

—¿Así que para ti ella solo es algo que trae beneficios? —replicó Hugo—. Vaya, su gusto por los hombres es pésimo.

Sin esperar respuesta, abrió la puerta y quería irse.

Jesús río con frialdad, sacó un cuchillo y lo deslizó por su propio brazo, y dijo.

—Querías divorciarte, ¿verdad?, te ayudaré...

Hugo intentó detenerlo, pero fue demasiado tarde. El cuchillo afilado rasgó el traje de Jesús, dejando un largo corte en su brazo izquierdo. La sangre goteaba por el suelo, y su rostro palideció al instante.

Nunca había odiado tanto ser médico.

Salió corriendo del pasillo y ordenó a un colega:

—Un paciente necesita cirugía. Urgente.

Estela, que esperaba afuera, lo agarró del brazo.

—¿Qué hiciste?

Hugo intentó liberarse, tirando con fuerza.

—Si te preocupas tanto de tu amado, ve a verlo en el pasillo de emergencias —espetó Hugo, arrojando la sospecha que llevaba tanto tiempo, la actitud de Estela hacia Jesús siempre le había parecido extraña.

La segunda hija de los González consentida, acompañando a su cuñado al hospital…

En una familia normal, no sería nada, pero ella es Estela González, con todo por naturaleza.

Su actitud hacia él mostraba todo.

Gustos y disgustos, la línea estaba clara.

Como era de esperar, Estela pareció como que le había adivinado, mirando a Hugo con los ojos muy abiertos.

Después de un rato, pareció reaccionar, corrió hacia la escalera de incendios.

Eva llegó rápidamente, seguramente ha dejado todo de la empresa después de recibir la llamada de Estela.

La herida de Jesús no era muy grave, el instinto lo había limitado, y solo podía cortar hasta el vaso sanguíneo, pero ya era suficiente para justificar el enojo de Eva.

Cuando ella irrumpió en la oficina de Hugo, él ya lo esperaba.

—¿Clavaste a Jesús? —preguntó Eva, furiosa.

—¿De verdad crees que soy capaz de eso? —respondió Hugo, amargamente.

—Claro. ¡Llevas días peleando por él! —Eva se burló.

Así que para ella, todo lo que pasó estos días era una rivalidad absurda contra Jesús.

—Fue él mismo quien le cortó.

—¿Y esperas que me lo crea? ¿Jesús se lastimaría asimismo para incriminarte? ¡Si no mereces!

Las últimas palabras lo dejaron sin aire.

Miró a Eva obstinadamente y con seriedad y dijo.

—Él me está calumniando, Eva. ¿Por qué nunca me crees?

Por una vez… Por esta vez.

Si ella confiara en él, esos cinco años no habrían sido en vano.

Pero, como siempre, su esperanza a Eva, al final se desvanecía.

—Espero que no le pase nada —Eva espetó eso y se fue.

El sonido de sus tacones resonó en el pasillo, y Hugo se desplomaba en su silla.

Al final, ni siquiera quería cerrar sus puertas.

En la sala de curaciones, Eva se sentó junto a Jesús.

La herida era larga pero superficial.

—Eva, ¿hecho algo para que el señor Martínez se enfada tanto? —preguntó Jesús, pálido.

Eva negó con la cabeza, pero la expresión de Hugo no se iba de la mente.

Según su conocimiento de él, no parece el tipo de persona que haría algo así.

¿Me equivoqué de verdad?

Jesús no recibió la respuesta que quería y seguía insistiendo.

—Eva, si de verdad molesto mucho, puedo irme a un hotel con Sofía.

Es verdad, Sofía sequía con la fiebre.

Ha habido tantas cosas estos últimos días que la niña no ha podido recuperarse bien y tranquilamente.

“Y el escándalo de hoy, fue demasiado voluntarioso.”

“¿He sido demasiado indulgente con él?”

Pienso en esto, y dijo para calmar a los dos.

—No te muevas de aquí. No has hecho nada malo, encima él te lastimó, pediré que se disculpe contigo.

Jesús asintió, esbozando una sonrisa casi imperceptible.

Y en ese momento, Estela entró como un torbellino.

—¡Hermana, por fin llegaste! ¡Hugo ya es capaz de atacar a Jesús! ¡Haz algo! Menos mal que cuando se solucione el problema de su pasaporte, se irá lejos.

—¿A dónde? —preguntó Eva de repente, alterada.

Estela se sorprendió y confundida, dijo.

—A Alemania. ¿No lo sabías?
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 100

    Ana y Eva casi no se veían, y no tenían una relación personal. A lo mucho, se cruzaban en alguna cena de negocios, y se saludaban con un gesto y brindaban una copa.Esta vez que Ana fue personalmente a su empresa, seguramente había algo importante.La familia López era una potencia en la industria del entretenimiento, su empresa era mucho mejor que la de la familia García, y los dos querían ser el portavoz de la línea de joyería de González. Todos los que tenían ojos sabían perfectamente a quién debían entregarse.—Señora González —dijo Ana, sentada mientras contestaba mensajes en su móvil, sin voltearse al escuchar la puerta—. Hace poco almorcé con el hermano Hugo, y estuvimos hablando de usted. Mi hermano no suele elogiar a nadie, pero lo elogió mucho a usted. Hasta Hugo se puso celoso.Al mencionar a Hugo, el tema dejó de ser profesional y pasó a ser personal. Eva rodeó el escritorio y miró a Ana con atención.Decía que ellos habían sido vecinos antes. Ana llamaba también a Hugo “he

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 99

    Los rumores entre Jesús García y la actriz estaban por todas partes, y mucha gente lo sabe. La familia García incluso mandó a alguien a preguntar, temiendo que Jesús perdiera a Eva como esposa.Eva, desde la oficina, recibía cada día, varias llamadas de Jesús. A veces estaba en reuniones y alguien contestaba por ella, pero él seguía llamando. Eva empezaba a pensar que si ella había estado ciega… ¿Cómo se había enamorado de Jesús en su momento?No lo tenía claro.—A partir de ahora, que las llamadas de Jesús pasen directamente al departamento de secretaría. Yo no las atenderé estos días —dijo Eva.Liliana la miró y asintió, tomando nota del asunto. Luego preguntó: —La colaboración con el Grupo García ya comenzó, pero aún no hemos firmado oficialmente. Jesús preguntó varias veces, que quería fijar la fecha y el proceso de firma, además quiere convocar una rueda de prensa. ¿Usted qué opina?Juana, como nunca rendía, dijo directamente sin importar a Eva si quería decir algo o no: —¿Esa emp

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 98

    Eso había estado presionando en el corazón de Eva durante mucho tiempo, y no sabía cuándo podría investigarse del todo. Sabía que no era algo que pudiera resolverse de la noche a la mañana, así que nunca apuró a nadie.—¿Entonces pusiste a Hugo en el Hospital Central porque fue el hospital que atendió a tu padre como herido, pero aun así insistieron en declarar que murió en el acto, y eso siempre te generó dudas?La verdad era que muchas cosas giraban en torno a la gente cercana. Eva no era tonta, lo que pasaba era que Jesús siempre la trató como a una mujer común, pensando que sus secretos podían mantenerse ocultos.Por eso ella tenía que hacerle entender, que la mujer frente de él nunca había sido una mujer común. Como heredera del Grupo González, Eva jamás se había dejado subestimar.—Esto se investiga poco a poco, no tengas prisa. Ahora que Hugo ya es presidente honorario del hospital, colocarlo allí también fue para facilitar la investigación. ¿Ya hablaste con él de esto, verdad?

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 97

    Briana: “...” Pues sí que parecía frustrada.Señaló la computadora. Alejandro la arrastró hacia él y echó un vistazo. La pantalla estaba en negro, con un solo punto rojo. Pasaron unos minutos y el punto comenzó a parpadear y moverse. Al mismo tiempo, el mapa de las calles circundantes empezó a desplegarse lentamente.Alejandro lo entendió de inmediato: era la ubicación del sospechoso. Abrazó la laptop y se dirigió directo a la puerta.—Gracias.—No soy barata para atraparte a alguien —lo detuvo Briana.Alejandro se detuvo por un instante en la puerta, sin llegar a salir.—Lo sé. Te ayudaré a encontrar a esa persona.Briana bajó un poco la mirada. Su expresión se volvió indefinida, y su voz también se suavizó.—Gracias.—Has buscado tanto tiempo sin rendirte, eres bastante terca —comentó él.Briana empezó a tomar el té también, y dijo.—Las personas necesitamos una obsesión. Si no, ¿qué sentido tiene todo esto?—Me voy.Alejandro entró rápido y se fue más rápido. Las que quedaron en el

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 96

    Al ver que Briana todavía tenía cosas que hacer, Eva no se apresuró. Total, hoy no había muchas cosas en la empresa, y Liliana podía arreglárselas sola. Así que pidió una tetera de té, se sentó a un lado mirando el móvil, y de vez en cuando chateaba con Hugo.—¿Ahora tomas té, estilo viejo? —bromeó Briana.—Hugo dice que el café daña mucho al estómago —respondió Eva—. Y todavía no he comido nada, así que no quiero tomar café.Briana chasqueó la lengua.—Ahora sí estás enamorado, eh, ¿y antes qué estabas haciendo? ¿No eras la que se moría de amor y sufrimiento?Dicho eso, Briana se enderezó y la miró fijamente durante un buen rato.—En el fondo, eres igual de extrema como Jesús. Cuando amas, lo haces a lo grande, pero cuando ya no amas… hasta quieres mandarlo preso. Mujer, eres peligrosa.El camarero llamó a la puerta y entró con el té favorito de Eva.Pensaban que sólo traía el té, pero detrás entró una fila de personas con una cantidad exagerada de dim sum cantonés: dumplings de camar

  • Después del divorcio, la familia de mi esposa CEO entraron en pánico.   Capítulo 95

    Eva sonrió levemente.—Presidente Hugo, quédate un momento. Sobre lo de Pablo, necesito que me prepares un informe. Quédate y cuéntame lo que realmente pasó. También deja el ordenador.Todos lo miraron con ojos llenos de compasión… sin saber lo feliz que estaba Hugo por dentro.—Es la primera vez que te veo trabajando —dijo, acercándose directamente a Eva. Tomó un mechón de su largo cabello y lo besó suavemente—. Muy sexy.Eva, complacida por su franqueza, le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó con una sonrisa.—¿Si no, por qué crees que te puse en ese puesto?Con los brazos apoyados sobre sus hombros, Hugo la sostuvo por las piernas, y con un poco de fuerza, la levantó y la sentó sobre la mesa.Instintivamente, Hugo miró hacia la esquina donde estaba la cámara de vigilancia.Eva le giró la cara con la mano.—Concéntrate. Ya apagué la cámara.—Señora Eva, yo pensé que me diste este cargo porque confías en mi capacidad… no por... —se acercó a su oído—, almohadas compartidas.No s

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status