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Capítulo 6

Penulis: Llama Silvestre
Hoy era el cumpleaños de Gael. En años anteriores, después de festejar con sus amigos, solía celebrar de nuevo con Clara a solas.

Ella no pudo evitar reírse con amargura.

Su dichoso festejo consistía en ponerse la ropa que él le elegía y complacerlo en la cama.

Bloqueó el celular, abrió su laptop y se preparó para solicitar la admisión en una universidad del extranjero.

Acababa de cumplir veinte años y cursaba el segundo año de la universidad. Desde que se graduó de la preparatoria a los dieciocho, su plan siempre había sido irse a estudiar en otro país para especializarse en animación, su gran pasión.

Pero todo cambió cuando lo conoció a él. Renunció a su oportunidad de estudiar en el extranjero y cambió su solicitud por una universidad en Corvallis, solo para estar cerca de él.

Al final, había desperdiciado dos años.

No pensaba seguir malgastando su vida en algo tan inútil.

Después de llenar el formulario de inscripción, miró su reloj. Eran casi las siete. Fue a despertar a Sara.

Ella había reservado un privado en La Cúpula. Cuando se lo dijo, Clara se quedó paralizada.

La Cúpula era uno de los tres restaurantes más exclusivos de Corvallis, y Gael celebraría su cumpleaños con sus amigos justo ahí esa noche.

Sin embargo, recompuso la expresión de inmediato.

Ya en el privado, le preguntó con curiosidad:

—Eh, ¿qué proyecto vienes a cerrar a Corvallis esta vez?

—Vengo a integrarle un sistema de inteligencia artificial a mi red de estaciones de carga.

—No me digas que con CifraTech.

Sara sonrió, complacida.

—Exacto. Qué lista eres.

En los últimos años, la inteligencia artificial había avanzado a pasos agigantados. CifraTech, en particular, había despegado de la noche a la mañana y ahora estaba valuada en miles de millones.

—CifraTech está en la cima ahora mismo, son los líderes en el sector. Conociendo cómo trabajas, es obvio que vas a buscarlos.

—Claro, tenías que ser mi hermana, me conoces perfecto.

La miró con cariño.

—Pero no te preocupes por los negocios de Innovartis. Tú solo enfócate en estudiar y en hacer lo que te gusta.

Clara sintió mucha compasión por ella. El esfuerzo de una mujer nunca se equiparaba al de un hombre, pero como en su generación no había varones, Sara, la primogénita, había tenido que cargar con el futuro de Innovartis. Desde niña, las exigencias de su familia habían sido increíblemente estrictas con ella.

Su vida, en cambio, había sido mucho más sencilla.

—Sara, ¿estás muy cansada del trabajo?

—Claro que es agotador —respondió Sara mientras revisaba el menú—. Por eso mismo no quiero que tú pases por esto.

Clara sabía que su hermana tocaba el piano increíblemente bien. De niñas, le encantaba, pero la familia le prohibió seguir aprendiendo; le decían que dirigir Innovartis le consumiría todo el tiempo.

Desde los diez años, además de sacar las mejores calificaciones, tuvo que empezar a estudiar administración de empresas. Nunca pudo dedicarse a lo que le apasionaba de verdad. Muchas veces, Clara deseaba que hubieran tenido un hermano. Así, Sara no tendría que haberse sacrificado tanto.

A mitad de la cena, el celular de Clara sonó. Era él.

Colgó la llamada.

Pero él volvió a marcar de inmediato. Y ella volvió a colgar.

Sara la observó.

—¿Quién te marca tanto? ¿Por qué no contestas?

—Es un número desconocido, seguro es spam. Sigue comiendo, voy rápido al baño.

Clara salió del privado y, justo cuando llegaba a la puerta del baño, cabizbaja, para responderle a Gael, una mano la sujetó con fuerza y la arrastró adentro.

Él la aprisionó contra la puerta. Su imponente presencia la envolvió, aunque encontrárselo ahí no la sorprendía en lo más mínimo.

—¿Por qué no respondes mis mensajes ni contestas mis llamadas?

Sus facciones atractivas se habían endurecido; era evidente que estaba molesto.

Ella se hizo la desentendida.

—Estoy con mi hermana.

—Otras veces que has estado con ella no has dejado de contestarme.

¿Se había dado cuenta de todo?

Bajó la mirada, evitando sus ojos intensos, y su voz sonó con un tono de tristeza.

—¿No se supone que ya tienes a alguien más?

La dureza de su expresión se suavizó considerablemente.

Era evidente que la respuesta de Clara le había gustado.

Con sus dedos fuertes y elegantes, le levantó el mentón. Sonrió a su manera, con esa sagacidad de siempre.

—¿Estás celosa?

Clara guardó silencio.

Gael apoyó su frente contra la de ella. Estaban tan cerca que sus alientos se mezclaban.

Cuando inclinó la cara para besarla, ella giró la cabeza y lo esquivó.

—Así que sí estás celosa.

Su sonrisa se acentuó y sus manos se aferraron a la cintura de ella.

—Es la esposa de un amigo, tenía que llevarla al aeropuerto. No te imagines cosas, ¿quieres?

¿Era ella la que se imaginaba cosas, o era él un mentiroso profesional?

¡Era su propia esposa!

Clara lo miró fijamente a los ojos. Él le sostuvo la mirada sin titubear.

¿Sería que todos los hombres mentían con tanta facilidad, sin que se les moviera un músculo de la cara?

—Llevo mucho tiempo aquí, mi hermana va a empezar a buscarme. Tengo que volver al privado.

Pero él la sujetaba con firmeza por la cintura, sin la menor intención de soltarla.

—Suéltame.

—Di mi nombre.

Clara dudó un momento antes de susurrar con voz suave:

—Gael.

—¿Clarita?

La voz de Sara se escuchó desde afuera.

Clara se paralizó de pánico y miró a Gael con desesperación.

Pero él le tapó la boca con la suya y la besó con una intensidad brutal.

El beso fue posesivo y ardiente. Por un instante, ella no supo cómo reaccionar y se sintió arrastrada por la sensación, a punto de gritar.

Pero recordar que su hermana estaba al otro lado de la puerta la hizo contenerse. Apoyó las manos en el pecho fuerte de él, intentando alejarlo.

Gael se apartó de sus labios como si no quisiera, y sus ojos, serenos y atractivos, todavía le sonreían levemente.

El corazón le latía descontrolado.

En un momento como este, menos que nunca podía permitir que Sara descubriera su relación con él.

Justo entonces, se escuchó otra voz afuera:

—Buenas noches, este baño está en mantenimiento. Por favor, use el que se encuentra al final del pasillo.

—Ah, entiendo. Gracias.

Clara escuchó el sonido de los tacones de Sara alejándose por el pasillo y finalmente pudo respirar aliviada.

Cerró el puño y lo golpeó en el pecho.

Sabía perfectamente que él había puesto a alguien a vigilar afuera. La había asustado a propósito.

Él le tomó la mano, se la llevó a los labios para besarla y le dijo:

—Ve a cenar con tu hermana. Pero busca la manera de escaparte temprano.

—No creo que hoy pueda…

No había terminado de hablar cuando su celular sonó de nuevo. Lo sacó y vio que era una llamada de Sara.

Se llevó un dedo a los labios, pidiéndole silencio a Gael con un gesto.

Apenas contestó la llamada, él le mordisqueó suavemente la piel detrás de la oreja. Clara no pudo contener un grito, un sonido ambiguo.

La voz preocupada de su hermana sonó a través del teléfono.

—Clara, ¿qué estás haciendo?

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