Gael estuvo a punto de besarla, pero Clara giró la cara a tiempo. Sentía repulsión por su contacto, pero no le quedaba más remedio que seguirle el juego.—Estoy en mis días.La expresión de Gael se volvió seria.—¿En qué tanto piensas? ¿Crees que solo te busco para eso?“¿Y si no es para eso, para qué? ¿Va a decir que me ama?”, pensó, burlándose.Lo miró fijamente, perdida en sus facciones perfectas y sus ojos. Sus dedos se aferraron al cuello de la camisa de él, mientras su mirada, inocencia y provocación, lo desafiaba.—¿O no es cierto que cada vez que estamos juntos es para terminar en lo mismo?Gael se quedó pasmado un instante antes de que sonriera de forma astuta.—Perdón por no pasar más tiempo contigo. ¿Qué te parece si, en cuanto se vaya tu hermana, libero mi agenda unos días y nos vamos de viaje? Tú escoges el lugar, ¿te parece?Era un experto en endulzarle el oído. Antes, la idea de que él, con su agenda tan apretada, le dedicara unos días para un viaje la habría vuelto loca
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