En el edificio donde los girasoles se asoman por encima de las paredes, en el dormitorio principal del lado este del segundo piso, el celular sobre la mesita de noche sonó puntualmente con su alarma personalizada: "¡Ring, ring, Paz a levantarse..."La voz infantil sonaba dulce y clara, rebosante de energía.En la cama grande, la pequeñita que dormía profundamente arrugó el ceño, se dio la vuelta y se acurrucó más en el regazo tibio de su mamá.Valeria entreabrió los ojos para abrazar a su hija, inclinó la cabeza para besarle suavemente la coronilla: —Buenos días, mi amor.—¡Tengo mucho sueño!Desde sus brazos llegó la vocecita mimosa de la pequeña, claramente molesta por tener que despertarse.Valeria no pudo evitar reírse, le dio palmaditas cariñosas en su pequeño trasero regordete: —Hoy es lunes, la semana pasada le prometiste a la señorita Luna que no volverías a llegar tarde.—¿Mmm? —Paz levantó la cabeza, sus hermosos ojos grandes iguales a los de su mamá se entornaron hasta conve
Santiago se extrañó: —¿Con Mariana?—¡Así es! —Carlos sonrió—. ¿Qué pasa, estás celoso?Santiago soltó una risa fría: —¿Esta es tu nueva forma de protegerla?Carlos se encogió de hombros: —Que conste que no lo dije yo. La boda será la próxima semana, te enviaré la invitación.Santiago entrecerró los ojos.Carlos ya había dicho todo lo que quería decir, se dio vuelta y caminó hacia el Rolls-Royce negro al lado de la acera.Serafina abrió la puerta trasera para Carlos.Carlos subió al auto, Serafina cerró la puerta, asintió respetuosamente a Santiago, se dio vuelta y subió al asiento del copiloto.El Rolls-Royce negro se dirigió por la avenida y desapareció en la noche.Pronto, el Maybach se detuvo al lado de la acera.Daniel se bajó y abrió la puerta trasera.Santiago se agachó y subió al auto.Después de que Daniel subió, preguntó: —Señor Rodríguez, ¿regresamos a la empresa o...?—Residencial Las Palmas.—Perfecto.Daniel encendió el auto y se dirigió hacia Residencial Las Palmas.Vein
Cuatro años después.La noche de verano era larga, las estrellas punteaban el brocado de la noche.Centro Internacional de Exposiciones de San Aurelio.Hoy se estaba celebrando aquí una subasta benéfica.—Lo siguiente que se subasta es un cuenco de porcelana de jade del siglo XVIII restaurado exitosamente hace dos años por 'Isabella Ares'. Su técnica de fabricación es extraordinaria, Isabella Ares tardó más de un año en restaurarlo completamente. Esta vez, lo pone en subasta para contribuir a nuestra actividad benéfica. El precio inicial es de tres millones de dólares.Desde abajo, alguien levantó la paleta: —¡Cinco millones de dólares!Todos voltearon a mirar...La secretaria Serafina sostenía la paleta, a su lado estaba sentado nada menos que Carlos, el famoso magnate de consorcios de Kalahari.Todos sabían que Carlos adoraba las antigüedades y que durante estos años había hecho contribuciones considerables a la preservación del patrimonio cultural nacional.Las cosas que él quería b
Las pupilas de Santiago se contrajeron bruscamente, levantó los pies y corrió hacia adelante...Las llamas consumieron completamente a Valeria y el vestido de novia.—¡Valeria!Santiago despertó sobresaltado, mirando al techo, el corazón le latía violentamente, jadeando.—Señor Rodríguez —Daniel al verlo despertar, inmediatamente se acercó preocupado—. Por fin despertó.Al ver a Daniel, Santiago recobró completamente la conciencia.Había sido un sueño.Suspiró profundamente aliviado, se apoyó en la cama para incorporarse.Echó un vistazo a la habitación del hospital desconocida, Santiago se masajeó las sienes adoloridas: —¿Qué me pasó?—Después de que usted escupió sangre y se desmayó repentinamente ese día, ha tenido fiebre alta constante, estuvo inconsciente durante tres días y tres noches.¿Tanto tiempo?El corazón de Santiago se hundió: —¿Y Valeria?—La señorita Núñez... —Daniel bajó la cabeza—. La señorita Núñez fue cremada esta mañana, ahora debería estar realizándose la ceremoni
No entendía por qué se sentía tan triste, pero simplemente no podía controlarse, sentía como si su corazón hubiera sido cortado con un cuchillo.Santiago contempló todo esto aturdido.Su corazón de repente sintió un dolor intenso, como si alguien le hubiera disparado en el pecho.¡La sangre brotaba constantemente de esa herida!Dentro de su pecho la sangre y el aire se agitaban violentamente, su figura imponente se tambaleó.—Cof, cof...Santiago se cubrió el pecho con la mano y escupió bruscamente sangre.Emilio se alarmó: —¡Santiago!Él se arrodilló en el suelo, la sangre goteaba desde la comisura de su boca.Sus ojos rojos como la sangre se clavaron en el rostro pálido y sin vida de la mujer en la camilla.—Valeria...Murmuró, obstinadamente creyendo que ella no había muerto.Obstinadamente creyendo que todo esto no era más que una actuación de la mujer;Obstinadamente creyendo que al siguiente segundo la mujer abriría los ojos;¡Todo esto no era más que un engaño!No lo creía, no p
Cuando Emilio llegó con Lina, las puertas de la sala de emergencias se abrieron.La doctora Ibarra salió, se quitó la mascarilla y negó con la cabeza con expresión grave.—Lo siento mucho, hicimos todo lo posible.En un instante, el mundo pareció quedarse completamente silencioso.A María se le aflojaron las piernas, Rafael la sostuvo a tiempo: —¡Señora!—Valeria, Valeria... —María se cubrió la boca llorando—. Era tan joven, ¿cómo puede haberse ido así? Es imposible, doctora Ibarra, se lo ruego, sálvela otra vez...—María, mis condolencias, realmente hice todo lo posible.Santiago se quedó parado inmóvil en su lugar.En sus oídos estaba la doctora Ibarra explicándole a María por qué no pudieron salvar a Valeria...María no quería aceptarlo.Sus gritos de dolor resonaban en sus oídos.Santiago no lo creía.¿Cómo era posible que Valeria hubiera muerto?Santiago sonrió, se rio, pero sus ojos estaban extremadamente rojos: —Es imposible, no lo creo...Murmuró, pasó junto a la doctora Ibarra