Masuk—Más o menos —contestó Alejandro.Sofía no esperaba una respuesta tan ambigua. No supo qué decir por unos segundos.Cuando la vio así, Alejandro casi sonrió, pero logró contenerse.Su voz se volvió más tranquila cuando añadió:—Si quieres preguntarme algo, hazlo.Sofía no conocía a fondo la relación entre ellos y temía tocar un tema delicado, así que optó por algo más seguro, algo relacionado con ella misma.—¿Tu madre mencionó que quería verme?—Quiso verte en cuanto bajó del avión —dijo él—. No acepté, así que se fue. —Hizo una pausa y la miró de reojo—. Quiere verte mañana. ¿Quieres ir?Sofía no contestó de inmediato.Aunque su papel como "novia" era solo una fachada, la idea de conocer a Pandora le provocaba cierta impresión.Sin embargo, sabía que el encuentro era inevitable. Estaban los tres en Puerto Azul, y enfrentar la situación le parecía mejor que seguir posponiéndola.—¿Tu madre es fácil de tratar? —preguntó con cautela.Alejandro fue tajante.—No.—¿Tan mal? —insistió ella
Alejandro estuvo a punto de decir que Pandora no necesitaba que la acompañara, pero se contuvo."Tiene cosas que hacer".Sofía contestó:"Ah".Después de eso, no insistió más."Entonces ven por mí a las seis de la tarde"."De acuerdo".Con solo intercambiar unas pocas frases con ella, el ánimo de Alejandro mejoró notablemente.Abrió la galería del celular y miró las fotos que se habían tomado el día que fueron al cine.Después de un rato, bloqueó la pantalla.Afuera, el paisaje era monótono. Como los recuerdos que no traen nada bueno... aunque él recordaba todo.Recordaba también la segunda vez que vio a Pandora.Tenía solo cuatro años, y su madre, cuando revisó sus cuadernos, no pasó de la tercera página antes de ponerse molesta.Ya en Nueva Castilla, exigió aún más cosas.Su desprecio hacia él se prolongó por casi veinte años.Alejandro sabía que la madre de Diego era igual de difícil, pero entre ambos había una gran diferencia: él nunca había querido demostrarle nada a nadie.Si Pan
Con un fastidio evidente, Pandora miró a Alejandro.No había pasado ni un minuto desde que se reencontraron y ya ese descontento se le notaba en los ojos.—¿Y yo qué? —preguntó con tono cortante.Alejandro la miró sin emoción.Sabía muy bien que, si no la llamaba mamá, iba a armar un escándalo ahí mismo.Así que cedió.—Mamá —dijo al final, seco, casi forzándose—. Vamos.Eso no era cariño, era estrategia. Una cortesía vacía para mantener la paz.Pandora sonrió de inmediato, hizo como si no notara su rigidez y se colgó de su brazo mientras caminaban hacia la salida.Alejandro miró su muñeca, aguantó unos segundos y al final se soltó.No toleraba ese contacto que no hacía falta.Ella notó el rechazo y se molestó.Por suerte, Evelina habló con tacto y, después de pensarlo unos segundos, Pandora dejó pasar el incidente.Sabía que ese "mamá" había sido fingido, pero con que él hubiera ido a buscarla ya le bastaba.Ahora lo que más le interesaba era conocer a la supuesta novia.—Llévame a co
Cuando Alejandro tenía tres años, le dijeron que iba a conocer a alguien a quien llamaban "mamá".Había oído a otros niños hablar de esa palabra con cariño y cierta dependencia, así que esperaba ese encuentro que le revolviera el estómago de la emoción.El día que vio a Pandora por primera vez, sintió que no podía decir nada.Era tan linda y deslumbrante, que por un instante pensó que su mamá era la mujer más bonita y elegante del mundo.Hasta le dio miedo hablarle.Caminó con timidez hasta ella, se detuvo frente a sus tacones brillantes, abrió la boca y solo alcanzó a murmurar:—¿Quién eres?Pandora se agachó, lo miró de arriba a abajo unos segundos, con una expresión tan seria y crítica que al niño le dieron ganas de correr.Antes de que lo hiciera, ella le pellizcó la mejilla con fuerza y dijo algo que él nunca olvidó:—¿Este es mi hijo? Qué torpe... Ni siquiera sabe decir "mamá".Su tono mezclaba sorpresa y desprecio.El niño sintió una vergüenza tan fuerte que solo quiso desaparec
—Está bien.Sofía ya sabía que él iba a contestar eso.Pasaron unos segundos en silencio y, como no dijo nada más, preguntó:—¿Entonces... cuelgo?De repente, Alejandro habló:—¿Qué quería Diego de ti?Ella quedó impactada.Antes, podía explicar esa desconfianza por la rivalidad de siempre entre los dos.Pero ahora... empezaba a pensar que había algo más.¿Celos, tal vez?Hasta ese momento, entre ellos todo tenía límites muy claros. Si podía resolver algo por su cuenta, Sofía prefería no meterlo.Pero cuando notó ese tono en su voz, entendió que tenía que aclararlo; no quería que él se sintiera incómodo.Y en el fondo, no quería verlo enojado.—Nada más hablamos del cumpleaños del abuelo Eduardo —explicó—. No fue como la otra vez, no se salió de control ni nada. Por eso no te lo conté.Se guardó lo principal: la propuesta de reconciliarse.Tres días después, ante Eduardo, los papás y la hermana de Diego, y toda la familia Villareal, pensaba anunciar su divorcio.Sabía que Diego, obsesi
Sofía se dio cuenta de cómo él alejaba un poco la cámara. Alejandro tenía los hombros tan anchos que, aunque moviera el ángulo, no alcanzaban a entrar completos en la pantalla. Detrás se veían filas de asientos del aeropuerto.Entonces cayó en la cuenta de lo que él había dicho y el corazón le dio un brinco.¡La mamá de Alejandro había llegado!Tiempo atrás, Sofía le había pedido una foto de Pandora, pero él no tenía ninguna.Pandora había comentado que quería llegar antes a Puerto Azul para pasar unos días con su hijo y reforzar el vínculo. Alejandro se negó sin pensarlo, porque vivía en casa de su novia.Por eso Pandora no insistió en llegar antes, y solo ahora, con el cumpleaños de Eduardo tan cerca, decidió venir.Con todo eso, Sofía ya tenía claro algo: la relación entre ellos dos no era precisamente cercana.Aun así, que Alejandro fuera en persona al aeropuerto mostraba que no estaban del todo distantes. Al menos la respetaba y le daba su lugar.Por eso, Sofía no sabía bien cómo







