로그인Mónica le mandó la foto a Alejandro; él asintió cuando vio la pantalla y guardó la imagen. Javier lo notó y ya no supo ni qué decir, así que se sirvió un trago y se lo tomó de un solo golpe frente a Sofía y Alejandro, diciendo simbólicamente: sí, estoy mal; lo admito. Después de eso, todos volvieron a beber, a comer y a conversar. De vez en cuando, alguien se reía o empezaba a hacerle bromas a otro y el ambiente se llenaba de alegría.—Hace mucho que no me sentía tan relajado —dijo Javier, mientras miraba alrededor—. Mis fiestas siempre eran un caos; es mucho mejor una así, más simple —miró a quien más podría comprenderlo—. ¿No crees, Camilo?Él parpadeó, confundido.—¿Mis fiestas son un caos?Javier le lanzó una sonrisa que ambos entendieron; Camilo, cuando quería, podía ser muy salvaje, pero no valía la pena revelar eso frente a todos. Sofía aprovechó el momento y le habló a Alejandro:—¿Qué tal? ¿Te gusta?—Por supuesto —respondió él.—Con que te guste, soy feliz.Al ver esa sonris
Sofía entendía todas las indirectas escondidas en esas bromas y casi se rio duro. En esos días en San Rafael, solo Camilo y Carmen discutían así. Con más gente, el ambiente era aún más animado.Mientras ella se reía, apareció un camarón pelado en su plato. Sofía volteó la cabeza: Alejandro ya estaba pelando otro. Solo él se preocupaba de si ella estaba comiendo bien; no le importaba en absoluto el alboroto del resto del grupo. Esa era su forma natural de estar en reuniones: disfrutaba el ambiente, pero no sentía la necesidad de participar demasiado. Como no había mucha gente, cualquier detalle llamaba la atención.Carmen lo notó y enseguida exclamó:—¡Alejandro es un amor! Trata a Sofía como una reina.Los que conocían el verdadero carácter de Alejandro sintieron cómo se irritaban por dentro.—Sí, sí… me derrite el corazón —dijo Camilo, con su sarcasmo habitual.Javier alzó una ceja.—Sofía, Alejandro sí que te trata bien. Yo no podría hacerlo mejor. Deberías darle una recompensa, ¿no
A Alejandro le encantaba ese tipo de complicidad silenciosa con Sofía: compartir un secreto, incluso frente a todo el mundo. Él no tenía la costumbre de celebrar cumpleaños y, aun así, todos sus amigos estaban aquí. Les dijo de antemano que no hacía falta traer regalos, pero recibió una pulsera única y especial que le encantó.Sofía se sentó al lado de Alejandro. A su lado estaba Carmen y, junto a ella, Camilo. Frente a ella y Alejandro estaban Mónica y Carlos. Junto a Carlos estaba Rodrigo. Como él le había dado a Javier una información equivocada que casi le costó la amistad con Alejandro, Javier se sentaba a su lado con la intención de emborracharlo esa noche para darle una lección. Wendy ocupaba el asiento junto a Javier.Así que, en esa reunión pequeña y privada… solamente Rodrigo estaba rodeado de hombres por ambos lados. ¿Y el resto? Todos parecían emparejados. Incluso Mónica y Carlos, que solo eran compañeros de trabajo. Una ejecutiva fuerte y rápida, y un hombre elegante de le
Wendy notó la confusión en los ojos de Sofía y se rio.—Bueno, a ver, tampoco soy su novia. Para Javier, yo solo soy un juguete para distraerlo. Él no siente nada por mí. Yo solo cumplo mi papel; es como un trabajo. Así que, si terminamos, no pasa nada. Cuando deje a Javier, yo voy a pasar página. Seguro voy a tener de dónde escoger. Sofía, mírame, yo lo tengo muy claro. Te alegra, ¿verdad?Sofía pudo ver que Wendy sí sentía un poquito de nostalgia… pero que también era cierto que lo había aceptado. Ella no juzgaba a Javier; lo que importaba era lo que pensaba ella. Mientras Wendy no saliera lastimada, eso era suficiente.—Solo quiero que tú estés bien, Wendy.Ella sonrió y le dio un beso en la mejilla. Un segundo después, una mano larga y firme apareció, sujetándole la muñeca de Wendy y levantándola del sofá. Javier la tomó por la cintura y la mantuvo bien cerca, mientras le decía:—No andes besando a Sofía, así como así. Alejandro se va a poner celoso.Ella asintió.—Está bien, ya no
—Él tiene dinero, poder y es muy guapo. Estar con él me da muchísimo: dinero, contactos, recursos, una visión más amplia del mundo, más experiencias… y un montón de oportunidades en moda. Solo con mi trabajo de modelo gano muchísimo al año, lo suficiente para vivir bien toda la vida. Así que ser su muñeca tampoco es tan malo. Por eso tengo que complacerlo. — Wendy notó la confusión en los ojos de Sofía y eso le explicó todo.Sofía alzó un poco una ceja. Para ella, Wendy era hermosa. La belleza era un recurso escaso, un valor sólido. Esa era una de sus grandes ventajas. Además, tenía una personalidad dulce, sabía coquetear, sabía ofrecer apoyo emocional. Solo escucharla hablar ya la hacía sentirse bien. Ella sabía que nunca podría ser así. Por eso, Wendy era increíble. A fin de cuentas, era Javier quien se beneficiaba de la belleza y ternura de ella. Era lógico que él pagara con dinero y tiempo.—Eres tan buena que, aunque no lo complacieras en todo, él igual sería bueno contigo —dijo
Desde lo ocurrido, Javier trataba a Sofía con especial cuidado. Después de decir lo que tenía que decir, dejó que Wendy interactuara un poco con ella, mientras él felicitaba a Alejandro por su cumpleaños y hablaban de cosas recientes.—Sigues amando el mar igual que siempre.Javier recordaba que cuando él y Alejandro celebraban en la playa, en el extranjero, aunque hubiera mujeres espectaculares paseándose casi sin ropa frente a él, Alejandro ni siquiera las miraba. Solo contemplaba el mar con tranquilidad. Ese mar sencillo, plano y sin adornos. Al final, por más bonito que fuera un paisaje… cuando lo veías demasiadas veces, te terminabas cansando, ¿no?Alejandro lo miró, observó el azul profundo del mar y luego miró a otro lado.—Tengo un lazo especial con el mar. Y cada vez me gusta más.Cuando Sofía se le declaró por primera vez, también fue en una ciudad costera. Si de por sí le gustaba el mar, en ese momento estaba entregado a él.Wendy era una modelo espectacular, con un cuerpo i







