Al regresar a la habitación, el mayordomo, que antes tenía esa actitud seca y distante, de inmediato ordenó que prepararan el agua para el baño de la reina.Apartó a Valeria de un empujón sutil, y con una sonrisa enorme le habló a Serafina:—¡Mi señora! Después de tantos años, el rey no había mostrado interés en ninguna otra mujer, además de Amparo. ¡Usted ha sido la primera!Valeria, parada a un lado, lo miró con desprecio.Antes no había sido tan servicial. ¡Qué falso era!En el palacio, el lugar de una mujer dependía del rey. Si no le importabas, ni siendo reina te respetaban.El mayordomo seguía hablando, pero Serafina ya no lo escuchaba.Con voz firme dijo:—Lárguense todos. Solo Valeria se puede quedar....Cuando quedaron solas, Valeria preguntó con cautela:—Mi señora, que el rey venga esta noche… bueno, puede ser algo bueno...—Pero, ¿no cree que esto puede causar problemas con Amparo?—Su madre insistió mucho en que no se metiera en problemas, y menos con ella...Serafina la
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