Organicé su funeral junto a los parientes de mi suegra.Tal vez por haber llorado tanto, al ver su foto en la lápida, ya no era capaz de seguir haciéndolo.En el sepelio, alguien me preguntó por la ausencia de Samuel. Esta vez, no busqué excusas para defenderlo. Les dije a todos que ese hombre estaba con su primer amor, ayudándola a solucionarle un problema.El tío de Samuel, Fabio Morales, le hizo una llamada, enfadado:—Samuel, tu mamá tuvo un accidente. ¿Dónde estás?Al otro lado de la línea, Samuel guardó silencio por un buen rato, antes de responder:—Tío, estás con Rocío, ¿cierto?Fabio me dedicó una mirada y luego lo confirmó.—Por favor, deja que ella hable conmigo, ¿de acuerdo? —propuso Samuel.Fabio dudó, pero al final me pasó el celular. Lo tomé con desagrado, solo para saber qué demonios quería hablar conmigo. Sin embargo, al llevármelo a la oreja, los insultos no tardaron en hacerse presentes:—Rocío Hernández, ¡qué descaro tienes! Compraste al tío Fabio para que
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