Capítulo 2

Al terminar de hablar, colgó la llamada otra vez. Nunca pensé que, debido a las palabras de Sandra, Samuel malentendiera que era mi madre era quien había tenido un accidente y que le estaba pidiendo el dinero solo para beneficiar a mi hermano…

Con un mundo de facturas en mano, me paré en la puerta del quirófano, mirando a la enfermera que me estaba esperando. Experimenté una mezcla de enfado y preocupación, pero, cuando volví a marcar el número de Samuel, caí en cuenta de que ya me había bloqueado…

Irritada y preocupada, recurrí a todas las maneras posibles de ponerme en contacto con él, pero ninguna funcionó. No lo entendía, en serio. Si de veras estaba tan ocupado, ¿por qué tenía tiempo para bloquearme? La paciente en el quirófano era su propia madre, ¡pero él prefería creer en las palabras de Sandra!

Me esforcé por contenerme y no perder el control en el hospital, sabiendo que no era un momento adecuado para saldar cuentas con ese desagradecido y que la vida de mi suegra era lo más importante en el momento.

Pedí ayuda a varios amigos para reunir diez mil dólares y, en cuanto pude, fui a pagar las cuentas. Cuando regresé a la sala de espera, mi camiseta estaba empapada de sudor.

Apretando los puños con fuerza, clavé mi mirada en la luz roja que parpadeaba fuera del quirófano. Solo podía rezar en silencio, deseando que mi suegra estuviera bien.

Ella siempre había sido amable conmigo. Al saber que mi familia mostraba más preferencia hacia mi hermano, había decidido considerarme como su propia hija.

Aunque se había divorciado del padre de Samuel hacía mucho tiempo y lo había criado sola, no era posesiva. Tenía un gran respeto por nuestra privacidad: vivía sola en otra casa y solo nos visitaba una vez cada fin de semana. Cuando lo hacía, siempre nos traía deliciosas sorpresas.

Hacía días, cuando hablaba con él por celular, Samuel le mencionó que echaba mucho de menos la tortilla de patatas que ella cocinaba. Así que ese día ella nos había visitado para llevarle el plato que había preparado, sin esperar tener un accidente de regreso a casa… La habitación en la que vivía estaba en el otro lado del cruce, bastante cerca de nuestro apartamento…

El señor que la había llevado al hospital me contó que la conductora del vehículo había conducido ebria a alta velocidad, por lo que, ante el impacto, mi suegra había salido volando varios metros. La escena estaba llena de sangre.

Al enterarme de lo que había sucedido, me acordé de las palabras de la enfermera… y no pude evitar sentirme inquieta y preocupada…

Cuando el doctor finalmente salió del quirófano, soltó un suspir pesado. Era evidente que estaba a punto de darme una mala noticia:

—La paciente llegó al hospital un poco tarde… Lo siento, hemos hecho todo lo posible para salvarla… Está despierta, pero ya no le queda mucho tiempo. Como su familiar, entre y pase los últimos momentos con ella.

Mi mundo se derrumbó al instante… Me dejé caer al suelo por la inminente pérdida. Las lágrimas brotaron sin parar. La tristeza me había derrotado. Aun así, un momento después, consciente de que no debía perder ni un segundo ante esta valiosa oportunidad, me levanté del suelo y entré en el pabellón, tambaleándome.

Le habían colocado una gran cantidad de tubos para mantenerla su vida. Y yo no lo podía creer… Hacía unas horas aún estábamos hablando, y ella me había prometido, sonriendo, que me prepararía una sopa de mariscos, su receta especial. No obstante, ahora estaba acostada en la cama, moribunda, con la cara totalmente pálida.

Al verme, se esforzó por mostrarme una sonrisa.

—Rocío, has llegado… ¿Samuel no viene contigo?