Mi papá llegó justo después de que Diego comenzara a hablar. Al ver lo que estaba sucediendo, me tomó del brazo y me apartó.—¡Ve, ve! ¡Nuestra familia no necesita eso!Diego me miró incrédulo, señalándome con el dedo, queriendo decir algo, pero Camila, que estaba detrás de él, se desplomó repentinamente al suelo, débilmente gritando:—Diego, me siento mal...Sin embargo, esta vez Diego no le respondió, solo me miró con los ojos inyectados en sangre.Mi papá no quiso seguir discutiendo con él, preocupado de que algo más malo pudiera suceder, así que rápidamente me ayudó a regresar a mi habitación.Cuando llegó la hora de la cena, mi madre había colocado la comida que había traído frente a mí. Justo entonces, sonaron golpes en la puerta de la habitación.Al siguiente segundo, la figura de Diego apareció en el umbral.—Papá, mamá, vengo a ver a Valeria.El rostro de mi papá se puso serio inmediatamente, y respondió con tono severo:—Señor Diego, no es necesario que nos llame padres, no
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