—Gloria, Elsa está sola aquí, sin nadie. ¿Qué tiene de malo que quiera acompañarla en Año Nuevo? ¿O qué, preferirías que me la llevara a la casa? ¿Eso te parece mejor? Si de verdad te parece buena idea, perfecto, vamos los tres. A ver quién se siente más incómodo en la mesa, ¿tú o yo?Sus palabras, llenas de rabia, me dejaron con el pecho apretado. Me empecé a marear, sin poder decir una sola palabra.Me quedé mirando, confundida, al hombre que tenía enfrente, con esa expresión sarcástica, y a la mujer a su lado, que parecía a punto de romperse.Ella tiró con suavidad de la manga de Diego y murmuró con voz baja:—No le hables así a Gloria. Si no quiere que vayamos, está bien… no pasa nada. Ya estoy acostumbrada a pasar el Año Nuevo sola. Tranquilo, en serio, no hay problema. Puedo quedarme sola como siempre. Trataba de mostrarse tranquila, pero la sonrisa le salía forzada y ya tenía los ojos llenos de lágrimas.Diego bajó un poco la cabeza, le agarró la mano con cariño, tratando
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