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Capítulo 2

Penulis: Amanda
Solo de pensar en cómo había terminado en mi vida pasada, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

Si la vida me estaba dando una segunda oportunidad, esta vez no pensaba cometer los mismos errores. Por esto, no hice caso ni a los sollozos de Elsa ni a los furiosos gritos de Diego, solo agarré la maleta con calma y continué empacando, en silencio.

Al verme tan tranquila, Diego explotó, y me empujó, fuera de sí.

—¿Y ahora qué? ¿Te haces la santa, la que entiende todo? Gloria, no creas que porque te quedas callada voy a hacer lo que tú digas —gritó—. Escúchame bien: si algún día nos casamos, no dejaré a Elsa. Así de simple. Y en la casa en la que vivamos ella tendrá su cuarto, te guste o no. Si no puedes con eso… entonces mejor ni lo intentemos.

Ese discurso ya lo conocía de memoria.

Antes, seguramente le habría gritado, habría peleado con él, hasta lo habría chantajeado con el bebé que llevaba en el vientre. Pero ahora… si algo tenía claro, era que no quería casarme con él.

—Perfecto. Entonces no lo hagamos.

La casa se quedó en silencio. El ambiente estaba tan tenso que hasta el aire pesaba.

Vi cómo el gesto de Diego cambiaba por el impacto, y sin alterarme, le dije:

—Será lo mejor. Yo tampoco quiero casarme.

Diego y yo crecimos juntos. Nuestras familias habían arreglado el compromiso desde hacía más de veinte años. Al principio todo iba bien… hasta que, hacía dos años, había aparecido Elsa, su nueva asistente.

La vi por primera vez en su oficina.

Había ido a llevarle unos dulces, y justo lo encontré gritándole.

Ella recién empezaba, no sabía ni qué decir. Estaba pálida, con los ojos rojos, a punto de largarse a llorar. Los demás intentaban calmar a Diego, pero él los ignoraba, por lo que yo, sin poder aguantarlo más, me acerqué para tratar de mediar.

Solo entonces se detuvo. Apenas me vio, se calló.

—Esa no dura ni el período de prueba —me soltó ese día con desprecio—. No sirve para esto.

¿Y qué había pasado?

No solo no se fue… sino que él terminó completamente obsesionado con ella. No le quitaba los ojos de encima, cualquiera podía notar que la trataba como si fuera de cristal. Y, al final, había sido capaz de matar a su propio hijo por ella.

Diego me miraba, buscando en mis ojos alguna chispa de celos. Pero lo único que encontró fue indiferencia y frialdad pura.

Por un momento, el miedo se reflejó en su rostro. Intentó tocarme la cara, darme una caricia, pero, justo en ese momento… Elsa se tapó la boca y rompió a llorar.

—Señor Silva… Gloria… por favor, no peleen por mí. Me voy. Me voy lejos. No los quiero molestar nunca más…

Dicho esto, salió corriendo, llorando.

Diego me miró otra vez con la misma cara de asco de siempre y soltó:

—¿En serio, Gloria? ¿Tenías que armar todo este escándalo? Si de verdad quieres casarte conmigo, entonces deja en paz a Elsa. Si ella vuelve a sufrir por tu culpa, te juro que no me caso. Me muero de ganas por ver cómo le explicarás a tu familia lo del bebé que esperas.

Soltando esto, se dio media vuelta y fue detrás de Elsa, con el rostro lleno de rabia.

Sin embargo, al parecer había olvidado algo importante: apenas estaba tres meses... por lo que todavía podía decidir no tenerlo.

Y sobre el matrimonio… sí, cancelarlo no era tan simple. Nuestras familias estaban unidas por ese compromiso desde hacía años. Sin embargo, Diego no era el único hijo de los Silva.

El zumbido del celular me sacó de mis pensamientos. Era un mensaje de Elsa.

«Gloria, ¿qué importa que tengas a los Lima de tu lado? Al final, Diego solo me defiende a mí. Este Año Nuevo mejor pásalo sola. Tranquila, el próximo vas a tener a tu bastardo para hacerse compañía.»

Puro veneno.

No era la primera vez que recibía mensajes así.

En su momento se los había mostrado a Diego. ¿Y qué me había dicho?

—Es una niña, Gloria. No le hagas caso. Déjala, no lo hace a mal…

Siempre pensó que yo no podía vivir sin él, que ya estaba atada para siempre. Por eso se sentía tan seguro, tan libre de hacer lo que le diera la gana.

Tomé aire con calma, abrí la lista de bloqueados y deslicé el dedo hasta ese ícono negro, desbloqueándolo.

El primer día del año nuevo era también el día en que nuestras familias iban a anunciar oficialmente el compromiso.

Y justo ese día...

Le daría a Diego el mejor regalo de su vida.

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