Un par de días antes del Año Nuevo, Diego —mi novio— decidió irse a la playa con su asistente. Yo no dije nada. No lloré, no grité, no hice escándalo. Incluso lo ayudé a empacar, con todo el cariño del mundo. ¿Y él qué hizo? Se burló. Me dijo que, ahora que estaba embarazada, por fin había aprendido a comportarme. Apenas se fue, me fui directo a abortar. En mi vida pasada, había intentado retenerlo con ese bebé. Y lo había logrado: él no se había marchado. Al final, su asistente había ido sola a la playa, y ahí la habían matado de una forma brutal. Diego siempre fingía que nada le afectaba. Siempre con esa cara tranquila, como si todo le diera igual. Pero, cuando estaba a punto de dar a luz, fue él quien me abrió el vientre con sus propias manos. Apretó con fuerza… hasta que asesinó a mi hijo. Y fue en ese momento cuando lo entendí todo: siempre me había despreciado, y desde la muerte de aquella mujer… me odiaba sin medida. Por eso, ahora, que había vuelto a nacer, pensaba dejarlo sin nada.
Lihat lebih banyakJulio, completamente serio, abrió una botella de agua y se la vació en la cabeza a Diego.Él pegó un salto del susto y por un momento pareció no entender dónde estaba.Cuando me vio, se levantó de golpe, con los ojos brillando de emoción.—Gloria, al fin te encuentro. ¿Por qué cambiaste la clave de la casa? Ya hablé con Elsa, está todo claro entre nosotros. No va a haber nadie más entre tú y yo. Volvamos, ¿sí? Démonos otra oportunidad.Tenía la cara llena de esperanza. Pero al ver que yo no reaccionaba, esa expresión se le vino abajo.—Gloria... estás esperando un hijo mío, ¿lo olvidas? ¿Quieres que le diga papá a otro? No voy a permitirlo. Y no creas que Julio va a criar a un hijo que no es suyo como si nada.—Nadie te va a querer como yo.Julio, furioso, le metió una patada que lo tiró al suelo.—¡Basta! ¿Cuándo dije que no iba a aceptar al bebé? Una palabra más y te rompo la cara.Lo detuve antes de que pasara a más. Y mirando a Diego con asco, le solté:—¿Decías que me querías? ¿Te
Ya no sabía si era verdad o una de sus mentiras de siempre. Pero, siendo honesta... ya me daba lo mismo.Aparté sus manos con asco y le solté, bajito, pero sin temblar:—Diego, ni sueñes. Porquería. ¿Una oportunidad? ¿Con qué cara la pides? —Anda, quédate con tu Elsa y haz tu vida. Porque si vuelves a cruzarte conmigo... no voy a contenerme.Diego no quería soltarme. Me tenía del brazo y apretaba cada vez más fuerte.En ese momento, alguien se cruzó en nuestro camino: una figura alta, con paso firme y decidida.—Ella ya fue clara. Tócala de nuevo y vas a ver.No supe en qué momento había llegado Julio, ni cuánto había escuchado.Su cara estaba tan tranquila como siempre, pero en los ojos... había algo más. Una satisfacción contenida.Y tenía sentido. Por fin había conseguido lo que durante años le habían negado: ser el heredero de los Silva. Ahora podía cobrarse cada humillación, una a una.Julio sabía pelear y lo hacía muy bien. En cuestión de segundos, Diego ya estaba en el suelo, t
Habían pasado diez años... y él ya lo había olvidado.Todo este tiempo, la única atrapada en el pasado era yo.Fue mi propia ilusión la que, al final, me llevó a morir en sus manos.Cerré los ojos un momento, con los dedos todavía temblando. Los recuerdos de mi otra vida seguían ahí, clavados, estremeciéndome.Y justo entonces, Diego empezó a ponerse nervioso. Me abrazó con tanta fuerza que por poco no podía respirar.—Gloria, por favor... no elijas a Julio, ¿sí? Ya sé que te hice daño, lo sé... pero crecimos juntos. No me creo que, de un día para otro, estés enamorada de otro. Ese tal Julio... no es lo que aparenta. ¿En serio crees que fue un santo todo este tiempo?—No, Gloria. Mi papá dejó tirada a su mamá, lo mandó al extranjero y se olvidó por completo de él. Ese tipo debe odiar con toda el alma a los Silva.—Si se casa contigo, va a ser para usar tu apellido, para vengarse. No te dejes engañar.Su cara denotaba preocupación, y cada palabra sonaba como si de verdad estuviera pensa
—¿Desde cuándo ella es tu prometida? ¿Y tú quién carajos te crees? ¡Julio, lárgate ya al país de donde nunca debiste salir!Diego le soltó un puñetazo en la cara.El salón estalló en caos en cuestión de segundos.Pero Julio no se quedó de brazos cruzados.Le respondió sin pensarlo dos veces: con fuerza, con rabia, con toda la decisión del mundo.Un golpe tras otro, sin contenerse.Alguien gritó pidiendo seguridad, y en menos de un minuto, dos guardias ya sujetaban a Diego por ambos brazos.Le miré la cara a Julio, ese golpe ya se le estaba marcando... y luego me di la vuelta hacia Diego, con toda la rabia encima.—¿Estás loco? Que tú odies a Julio no significa que yo también tenga que hacerlo. ¿No eras tú el que no quería casarse? Pues bien, ya está. Deseo cumplido. Ahora puedes quedarte con Elsa todo el tiempo que quieras. Deberías estar feliz.Diego apretaba la mandíbula, tenso, con los ojos cargados de algo que no sabía si era rabia... o miedo.El ambiente ya estaba hecho un desastr
En ese momento, todas las miradas en el salón se giraron hacia él.Yo lo miré tranquila, y, mientras Diego me miraba con los ojos llenos de rabia, le sonreí.—Diego, no eres el único hijo de los Silva. Yo no pienso cancelar este compromiso, pero sí puedo elegir con quién cumplirlo.Sus ojos se abrieron como platos. Estaba desconcertado, lleno de dudas.—¿Qué estás diciendo, Gloria? ¿Qué vas a hacer?No le respondí, y me acerqué a Julio con una sonrisa llena de complicidad.Después de tantos años, estaba aún más atractivo. En él no quedaba prácticamente nada del adolescente que había sido, salvo esa mirada… siempre tan profunda, tan difícil de leer. Tomé su mano, y, volviéndome hacia todos los presentes, hablé claro, sin titubear:—Señor y señora Silva... Si Diego ya está con otra, no veo por qué seguir con esto. Julio y yo… hace tiempo que conectamos. Y sí, lo amo. Estamos juntos. Así que, si no tienen problema, me gustaría comprometerme con él. Sería lo más sensato para todos
Apenas se fue, me dirigí directo al hospital para interrumpir el embarazo.Justo cuando la anestesia empezaba a hacer efecto, me llegó un mensaje suyo.«Gloria, lo de antes fue porque estaba molesto, nada más. Tranquila, me voy a casar contigo, te lo juro. El primer día del año nuevo voy a estar de vuelta, espérame.»«Y sobre Elsa… no te preocupes por ella. Ya le hablé, no se va a meter en lo nuestro.»Sonreí con burla al leer los mensajes, y, sin pensarlo, lo apagué.Durante los últimos dos años, Diego se había negado al compromiso una y otra vez... todo por Elsa. Yo, incluso, había llegado a pensar en irme del país para dejarle el camino libre. Sin embargo, él había ido al aeropuerto, llorando, con los ojos hinchados, suplicándome que no me fuera. Me dejé llevar... y esa noche pasó lo que tenía que pasar. Tras lo cual terminé embarazada.Pero no fue hasta el día de mi muerte que entendí todo: Diego no había ido al aeropuerto por amor, sino porque la familia Silva lo había pr
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