Leandro suspiró aliviado y empezó a explicarme:—No te enojes, Vane, te juro que no sabía que Clarisa había dejado su ropa interior ahí. Anoche dormí en el sofá, si no me crees puedes revisar las cámaras.Cerré la maleta con calma.—Te creo.Mi tranquilidad lo hizo fruncir el ceño. Su tono cambió a uno más suave:—Amor, no estés así, de verdad no pasa nada entre ella y yo, tienes que creerme. Si quieres, la llamo ahora mismo —dijo, quizás porque sus padres le habían dicho algo. Para mi sorpresa, de verdad marcó el número.—Clarisa, ¿qué te pasa? ¿Por qué dejaste tu ropa interior en mi casa? Mi esposa lo vio y pensó lo peor.Lo miré. Me daban ganas de decirle lo patética que era su actuación. Pero no dije nada, y simplemente sonreí, permitiéndole que siguiera actuando. Total, al día siguiente ya no seríamos nada. Leandro también sonrió. Me abrazó como cuando estábamos enamorados.—Mientras no te enojes, yo hago lo que quieras. Te lo juro, no vuelvo a ver a Clarisa.Desvié l
Baca selengkapnya